El Saco de Roma: 05
Apariencia
Jornada IV
DON FERNANDO GONZAGA. CAPITÁN SARMIENTO. SALVIATI. EMPERADOR CARLOS QUINTO.
Llegados a Bolonia DON FERNANDO DE GONZAGA y el CAPITÁN SARMIENTO, se encuentran, tratan de algunas cosas, y de la ocasión que lo movió al EMPERADOR a querer coronarse en Bolonia. Sale el invicto EMPERADOR, recibe la corona imperial por la mano de SALVIATI.
DON FERNANDO:
No sé cómo encareceros señor capitán Sarmiento, el regocijo que siento de veros bueno, y de veros. Y aunque en mi larga jornada he venido quebrantado, con solo haberos hallado, es suave y regalada.CAPITÁN:
En esa mesma ocasión, es tan bueno mi derecho que me deja satisfecho con no deciros razón. Que siendo tan conocida mi pura amistad de vos, no hay engaño entre los dos, si las dos es una vida. Y dejando esto a una parte, decidme cómo os ha ido en el saco, que he sabido que alcanzastes buena parte. Esto supe en Barcelona de un correo que llegó de Roma, que se envió a la Imperial persona. Con el cual me pasó un cuento bien gracioso sobre mesa, que contando vuestra empresa perdió el hablar, y aun el tiento. Porque le sentí el humor que era amigo de brindar, tanto como de hablar con ser muy buen hablador. Hice que menudeasen los pajes en su porfía, de un vino de Malvasía, y que las tazas colmasen. Él enamorado dellas, siguiendo tras sus amores se puso de más colores que el arco de las doncellas. Vino el negocio a tal punto que vierais vuestro correo no correr, ni dar meneo que no fuese todo él junto. Yo por honor de su fama hice que lo desnudasen, y de brazo lo llevasen a reposar a la cama. Y luego que amaneció, me dijo muy reposado: cierto no ha mal caminado quien de Roma ayer salió. Yo, visto que aún te duraba el humo de Malvasía, nada no le respondía, y de vos le preguntaba. Y a poder de rempujones, me dio estas nuevas de vos, que las estimé por Dios, cual razón, no cual razones. Y no me fiara dél, por estar tal, cual os digo, mas afírmolo un su amigo que posó junto con él.DON FERNANDO:
En el asalto romano, es negocio tan cantado que no se halló soldado que no hinchese la mano. Por donde bien se entendía que si a todos les sobraba, que a mí que entre ellos andaba, tampoco me faltaría. Porque veáis por las calles ropas, tapices, vajillas, sin estimarse, esparcillas, y esparcidas, no tocalles. Verdad es, que los de España el robar ejercitaban, contrario de lo que usaban los bárbaros de Alemaña. Estos, ni templo dejaron, ni religión que no entrasen, ni imagen que no quemasen, ni monja que no forzaron. No procuraban dinero, que dél no hacían cuenta, mas con una sed sangrienta, satisfacían a Lutero. Pero la gente invencible de la nación española fue la que no pudo sola sufrir maldad tan terrible. Y así siempre los seguían, y los hacían mil pedazos, y con sus valientes brazos, la cristiandad defendían. Los rebeldes luteranos en un riesgo tan extraño Recibían mayor daño de España que de romanos. Mas al fin ellos hicieron cuanto pudo ser posible, y aun cosas que es imposible que hombres a tal se atrevieron. Y pudiérate contar 105 cosas que vi con mis ojos, y en cosas hacer despojos, que te hiciera llorar. Mas déjolas, porque huyo su memoria que me atormenta, sólo porque me des cuenta de una cosa en que concluyo. ¿Cuál ha sido la razón te ruego me des aviso, porque aquí el gran César quiso hacer su coronación? Si a Roma tenía sujeta, y es uso allí coronarse, ¿Qué le movió aquí apartarse?CAPITÁN:
No ha sido causa secreta. La causa más principal fue la ruina presente, y en un dolor tan reciente el placer sería mortal. También se consideró que aderezos faltarían en Roma, cual convenían sabido que tal quedó. Otras causas te han movido al emperador de España, que son ir de aquí Alemaña, a cosas que han sucedido, principalmente aplacalla. Que entre algunos señalados, ejercitan alterados 135 lanza, escudo, espada, y malla. A reducir a su fuero algunas francas ciudades, que intentando libertades, huyen del cesáreo impero. Y hanse venido a ligar los esguizaros con ellas, para querer defendellas, y aquesto va a sosegar. Va a elegir los electores del alto rey de romanos, y a Hungría a esforzar los vanos y repentinos temores que Babada, rey de Buda, con favor de Solimán, junto gente, y que a Austria van la primavera sin duda. Éstas y otras cosas son las causas para no ir a Roma, por acudir de aquí, a su petición. ¿Y nosotros qué hacemos? ¿No oyes gran vocería? De placer, sigue esta vía, y en la ciudad nos entremos. Hora es ya, que este ruido nos aviso que nos vamos, porque si acá nos estamos haremos lo no debido. Sigamos este camino que más cerca me parece, por éste que se me ofrece, don Fernando, te encamino.SALVIATI:
Excelso emperador, luz de la tierra, a quien el sumo Altitonante tiene por pilar de su fe, pues en ti encierra cuanto a tal ministerio a ver conviene, por quien el fiero turco se destierra, y el valiente francés temo, y no viene a inquietar el mundo, que tu mano invencible, sujeta y tiene llano. Guardando el uso que se guarda en esto, tu majestad católica, en presencia de Dios, me juro siempre estar dispuesto con eterna observancia y obediencia en defender la Iglesia, del molesto Lutero, y los demás, que con violencia la ofendieren, siguiendo el crudo intento.EMPERADOR:
Yo ratifico vuestro juramento.SALVIATI:
Reciba vuestra majestad, agora, las insignias que pide la grandeza de emperador, y aquesta vencedora mano, tenga este cetro de firmeza; esta espada, que sea domadora del enemigo de la fe, y su alteza; este mundo de oro, que es el mundo de que os hace señor, sin ser segundo. Esta corona a vos justa y debida, sustente la cabeza gloriosa, como cabeza de la fe, eligida, 195 para ampararla de la cisma odiosa. Y el cielo os dé y otorgue tanta vida cuanto durare en él la luz hermosa del sol, y os dé vitorias excelentes de varias, fieras, y enemigas gentes. Y porque resta que la sacra mano del vicario de Dios os unja, vamos, Emperador dignísimo romano, a quien el ceptro y obediencia damos, y el Hacedor del cielo tan ufano os haga, que de vos solo veamos el nombre eterno, de inmortal memoria, poniendo fin en esto a nuestra historia.