El Tempe Argentino: 42
VI.
[editar]Como el ombú es una de las especies del género fitolacca y según Linneo, las plantas de un mismo género tienen las mismas virtudes, para venir en conocimiento de las propiedades químicas y medicinales de nuestro árbol, que no están aún averiguadas, debemos informarnos de las de la segunda especie de este género (fitolacca decandria) que crece espontáneamente en la América del Norte, donde se hace mucho uso de ella en la medicina y en las artes.
La descripción botánica de esta última (según el examen hecho a solicitud mía por el Dr. D. Vicente López) conviene enteramente con la del ombú en los caracteres botánicos; la diferencia está solamente en la estatura colosal de nuestro árbol comparada con aquélla, y en la particularidad de ser de un solo sexo cada individuo.
En cuanto a las propiedades químicas del ombú, conocemos ya la gran cantidad de potasa que dan las cenizas de sus hojas y ramas. En la provincia de Entre Ríos lo he visto preferir a otras plantas para la fabricación del jabón, por la fortaleza de su lejía. Según Branconnot, las cenizas de la fitolacca de Norte América dan lo menos el 42 por 100 de álcali cáustico puro o potasa pura. También abunda este principio en la baya o fruta del ombú. Las lavanderas de Buenos Aires saben aprovecharse de la virtud que tiene de quitar las manchas y limpiar perfectamente la ropa. Ningún pájaro come este fruto; asi es que permanece largo tiempo en el árbol, proporcionando un excelente jabón al campesino.
Las bayas de la fitolacca de Norte América exprimidas dan un jugo dulzaino y algo nauseoso, y también levemente acre, con poco olor. Este jugo contiene materia sacarina, y después de fermentado cede alcohol por la destilación. El sabor de la raíz es también dulzaino y suave al principio, pero seguido luego de una sensación de acrimonia.
La raíz principalmente es vomitiva, purgante y algún tanto narcótica. Como vomitiva es muy lenta en su operación, pues muchas veces no comienza hasta una o dos horas después de tomada, y entonces continúa obrando mucho tiempo, tanto en el estómago como en las tripas; rara vez pasa de cuatro horas. El vómito que produce no es acompañado de mucho dolor o espasmo; pero algunos médicos han observado juntamente efectos narcóticos, como entorpecimiento, vértigo o vahídos y alguna oscuridad en la visión. Se ha propuesto como sustituto de la ipecacuana; pero la lentitud y continuación larga de su operación y su tendencia a purgar el vientre, la hace menos propia para los objetos que aquella acostumbra desempeñar. La dosis del polvo de la raíz como vomitivo es de diez a treinta granos. Cuando se da en dosis menores, como un grano hasta seis, sólo obra como alterante, y está muy recomendado para curar el reumatismo crónico o antiguo.
Se hace de los frutos bien maduros, puestos en infusión en aguardiente común por unos pocos días, una tintura bien cargada que se da en dosis de una cucharita de café, tres veces al día, en un poquito de agua, u otra bebida cualquiera, para el reumatismo crónico; es un remedio popular en los Estados Unidos. El Dr. Zollickoffer, médico norteamericano, curó ocho enfermos de dicha afección, dando cada cuatro horas una cucharada común del zumo exprimido del fruto maduro. Para conservar este jugo libre de fermentación y listo para usarlo durante el verano, aconseja añadir ocho onzas de aguardiente común de beber a cada cuarta del zumo dicho. La virtud de este jugo, dice, no puede atribuirla a ninguna propiedad narcótica, sino a una propiedad alterante general que se ejerce sobre toda la economía animal.
El mismo zumo, condensado al fuego, ha sido empleado contra los lamparones y las llagas cancerosas. "Yo uso las hojas, dice Quer, para las úlceras inveteradas y callosas, y he experimentado bellísimos efectos".
Los doctores Jones y Kollok, del Estado de Savannah, aseguran que la fitolacca cura el gálico en sus diversos períodos, aun sin el auxilio del mercurio.