El Tempe Argentino: 41

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V.[editar]

La Flor de la Pasión


La Pasionaria se encuentra en Asia y en América, mas su primera patria es todavía un misterio. El Sr. Magariños Cervantes ha tenido una feliz inspiración, tan piadosa como patética, al atribuir su primer origen a una gota de la sagrada sangre del Redentor del mundo, en los preciosos versos que ha consagrado a la misteriosa Flor de la Pasión.



EL MBURUCUYA

(Flor de la pasión.)

Embalsamando la erguida
Frente de mi patria hermosa,
Hay una flor primorosa
Del trono de Dios caída.
Como virgen pudorosa
Velada en su manto serio,
Ella sujeta a su imperio
Alma y corazón; —el hombre
La llamó al ponerle nombre:
"De las flores el misterio".

Sobre el tronco purpurino
De sus hojas de esmeralda,
En enlace peregrino,
Levántase una guirnalda
De espinas, y alabastrino
Pedestal, en cuya punta
Tres clavos se ven que el aura
Separa amorosa y junta.
Cuando su brillo restaura
El nuevo sol que despunta [1]

Y se ven al par en ella
Con rojo polvo imitadas,
Cinco llagas, como huella
De las heridas sagradas
Que en su santa misión bella
El Hijo de Dios un día,
Por la humanidad impía
Enclavado en el madero,
Recibió del pueblo fiero
Que lo ultrajó en su agonía.

Y acaso cuando él herido
Ya sin fuerzas, tristemente,
Al pecho inclinó la frente
Sin exhalar un gemido,
De aquella sangre inocente
Una gota cayó al suelo.
Y la tierra sin consuelo
Brotó una flor de esperanza,
Como prenda de la alianza
Entre los hombres y el cielo.

El soplo de la tormenta
Arrebató sus semillas
Y las trajo a las orillas
Que el Atlántico sustenta;
Aquí, de las maravillas
De la creación entera
Como estrellas en la esfera
Derramó la santa mano
Del único Soberano
Que en todas partes impera.

Y cuando llegó el instante
En que la grey castellana
En sus playas clavó ufana
Su enseña y la cruz triunfante;
Halló en esa flor, radiante,
Sobre su cáliz posado,
Como en un germen fecundo
El trasunto idealizado
De ese misterio sagrado,
Vida y luz del Nuevo Mundo;

De esa Religión sublime
Que igual no tiene en la tierra,
Que toda virtud encierra,
Que alivia a todo el que gime;
Que si injusto nos oprime
Encarnizado el destino,
Levanta una mano al cielo
Y con la otra en el suelo.
De la virtud el camino
Nos muestra con santo anhelo.

(A. Magariños Cervantes Brisas del Plata.)


  1. Esta flor se cierra y marchita al ponerse el sol, y no se abre ni recobra su brillo hasta que el astro reaparece.