El adolescente del osito

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EL ADOLESCENTE DEL OSITO

En la penumbra de la salita,
las lámparas,
abrían su luz velada
de estrellas madrugantes.

Las espaldas femeninas
recogían la claridad
de los espejos.

Palabras
de puntas nocivas
buscaban
un corazón no maduro.


Parado junto al piano,
el adolescente,
masa de luna
herida de ojos y boca,
sonreía.

Ojos expertos
no adelantaban, en tanto,
a la casa
vedada.

Mujer y hombre...
Mujer y hombre...
Mujer y hombre...

Crecía el cuchicheo
como los líquenes
en las selvas húmedas.

El adolescente, sólo,
acariciaba el osito
que adornaba el piano.

Sobre el pecho, ahora,
el osito amarillo
le haría con la aspereza
de su lana,
los caminos abandonados
del corazón...