Ir al contenido

El anillo de amatista: XXIV

De Wikisource, la biblioteca libre.
El anillo de amatista
de Anatole France
''' '''



XXIV

Llevada por un coche de punto, entre la difusa claridad del anochecer brumoso, la señora de Bonmont iba de nuevo, con el corazón angustiado, a ver a su Rara y a recoger el anillo de amatista, temerosa de algún percance. Cuando el coche, después de pasar el puente de Europa, se detuvo frente a la puerta del amado, la señora de Bonmont vio el paseo ennegrecido por una muchedumbre de levitas y sombreros de copa.

Notábase cierto ir y venir, semejante al que producen las mudanzas y los entierros. Varios hombres metían en un coche carpetas y legajos, otros bajaban una maleta; y la señora de Bonmont reconoció el viejo cofre lleno de papel sellado, en el cual su Rara había hundido tantas veces y tan furiosamente los brazos velludos y su cabeza, a menudo congestionada.

Habíase quedado inmóvil, sorprendida, hecha un hielo, cuando la portera, desgreñada, se le acercó para decirla al oído:

—¡No entre! ¡Huya lo antes posible, sin que la vean! Ahí están el juez, el comisario, la Policía; recogen los papeles del señorito, y lo han sellado todo.

El coche se llevó a la señora de Bonmont, anonadada. En el abismo donde iba despeñándose al desprenderse de su inasequible amor, pensó, sin poderlo remediar:

"Y el anillo de monseñor Ouitrel, ¿también estará bajo sello?"