El antecristo/Acto III

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El antecristo
de Félix Lope de Vega y Carpio
Acto III

Acto III

Salen CAMILO y FABIO y los dos gentiles.
FABIO:

  Hoy se cumplen los tres días
en que prometió Titán
que todos los que aquí están
verán que sus profecías
  tendrán efecto debido,
porque ha de resucitar
después de muerto.

CAMILO:

Dudar
deste suceso he podido;
  pero él lo certificó
de tal suerte, que imagino
que ha de cumplirlo.

FABIO:

Es divino,
y así no lo dudo yo,
  porque maravillas tantas
como hemos visto, acredita
su opinión.

CAMILO:

Gente infinita
adoraron a sus plantas.

FABIO:

  Resucite si pretende
que crean todos en él.

(Salen LIDORO y RUFINO.)
LIDORO:

Hoy prometió aquel infiel,
que a Dios atrevido ofende,
  que había de volver al mundo.
¡No lo permitáis, mi Dios!

RUFINO:

Y aunque sois piadoso vos,
hoy le sepulte el profundo.
  Sacro Señor, que por mí
tantas penas padeciste
desde el día que naciste,
y la causa dellas fui,
¡no permitáis que hoy así
este segundo Luzbel
cumpla lo que dicen dél!
Antes, para vuestra gloria,
no haya en el mundo memoria:
todo se oculte con él.
  Bastan, Señor, tantos males
como el mundo ha padecido,
que este tirano ha tenido
engañando los mortales;
a vuestras plantas reales
llegan, Señor, los cristianos,
que esperan de vuestras manos,
como prometido habéis,
los favores que soléis
dar con liberales manos.

RUFINO:

  Piadoso padre y pastor
de las ovejas perdidas,
hoy aclaman nuestras vidas
a vuestro inmenso valor:
cese, Señor, el rigor;
y pues sois padre piadoso,
aqueste monstruo espantoso
oculte la triste tierra,
porque no haga más la guerra
al lucido Sol hermoso.

FABIO:

  Música pienso, Lidoro,
que suena, y si resucita...

LIDORO:

Entre la gloria infinita,
solo digo que le adoro.
(Suena música.)
(Dentro.)
  Hoy resucita Titán,
si anteayer muerto le visteis.

(Aparece TITÁN arriba, en una media nube, como resucitado, y suena música.)
TITÁN:

Estad todos atentos
y mi nombre reverencien
los reinos distintos
y las más remotas gentes;
tres días ha que dije
que de la tierra ausente
y muerto por tres días
en las cumbres celestes
había de asistir,
y que glorioso viesen
a la parte humana
triunfando de la muerte.
Muerto y resucitado,
¿qué esperáis ofrecerme
ovación y holocausto,
pues a mí se me debe?
Yo descendí al infierno,
donde perpetuamente
han de ser castigados
los que han sido rebeldes.
Saqué de allí las almas
que han asistido siempre
con la justa esperanza
que han tenido de verme.

TITÁN:

Comuniqué mi gloria
haciendo que ascendiesen
con mi propia virtud
al lugar eminente.
De allí, con ellos, luego
los cielos se suspenden,
porque pisan mis plantas
sus adornados tapetes;
gozándome a mí mismo
con himnos y motetes,
celebrando mis hazañas
y mis obras excelentes.
A la gloria di la gloria,
porque solo con verme,
sus delectables gustos
he querido que aumenten.
Los ángeles suspensos
que me acompañan siempre,
con incesables voces
me aclaman como agente.
Nací, como Cristo,
en un pobre pesebre
propio para animales
y propio para reyes.
La verdad y el engaño
¡cuan mal se compadecen!
Y en nacer y en morir,
es bien se diferencien.

TITÁN:

Yo he cumplido, mortales:
resucité igualmente
el día señalado,
para gozarme y verme.
No me fiáis glorioso [?]
de luz resplandeciente,
todo recreado, ahora
sí que podéis creerme.
A la tierra desciendo
a signarse (sic) la gente,
pues su hacedor inmenso
rayos de vida vierte.
Satisfaced las dudas;
que milagros solemnes
han siempre conmovido
los pechos más rebeldes.
Gocen ya los humanos
al que piadosamente
para vida del hombre
a la tierra desciende.

RUFINO:

Todos a Titán
por omnipotente
tienen.

FABIO:

Y mueran (sic)
los que en la Cruz creen.

(Desciende por un artificio al tablado e híncanse de rodillas todos, y sale BAULÍN.)
BAULÍN:

¡Oh, señor Tristrás!
Mucho huelgo verle,
que entre los desvanes
ya se va y se viene.
Diga dónde ha estado;
qué fiesta solemne
ha visto en los cielos,
qué talles de gente;
que lleno de gloria
de arriba desciende.
Si anda trastejando
¿qué quiere que espere?
Guárdese, no caiga;
porque siempre suelen
los de aqueste oficio
quebrarse las sienes.
¿Ha visto a mi sirgo?
¡Quién pudiera verle!
Que hay heredos [?] de ellos
como de inocentes.
¿Qué hay de taberneros,
que he pensado siempre
que andan en las nubes
porque llueven siempre?
¡Señor, castigadlos!
que ya no hay quien pruebe
moza o vino puro.
y dan gato por liebre.

TITÁN:

Ya vuestras desgracias
es razón que cesen,
pues siendo el ungido
me tienes presente.

(Sale FABIO.)
FABIO:

Señor, tus criados,
por agradecerte
tantos beneficios,
tan inmensos bienes,
deseosos todos
de servirte, ofrecen
a Elías y a Enoc
a tu mano fuerte.
A la puerta esperan;
tu licencia quieren
si entrar les permites.

TITÁN:

Diles luego que entren:
veránme mudado;
rigores crueles
harán sinrazones;
de poder carecen.

(Sale gente que trae a ELÍAS y a ENOC presos, y dos niños.)
CAMILO:

Aquestos tiranos;
por inobedientes;
porque han despreciado
tus mandatos, vienen,
a tus pies rendidos.

TITÁN:

¿No miráis, vil gente,
que de mi poder
ninguno os defiende?
¿No miráis que Cristo,
que engañado os tiene,
no viene a ayudaros?
¡Qué engaños crueles!
Os quita el sentido,
recordad no esperen
mi rigor las almas,
pues a ellas se extiende
mi poder inmenso.
¿No miráis, rebeldes,
que morí y que vivo
puede el mundo verme?
Pues este milagro,
¿no miráis que excede
al que en el Tabor
fantásticamente
quiso, con engaños,
que algunos le viesen?
Yo soy vuestro Dios
tan omnipotente,
que tengo en mi mano
la vida y la muerte:
escoged y gozad
la vida que ofrece
mi piadosa mano.

ENOC:

¡Bárbaro, insolente,
qué ciego te traen
tus vanos deleites!
No cierres los ojos,
que el tiempo es tan breve
que tienes de vida,
que presto has de verte
en el hondo abismo,
conforme tu vida,
pues a Dios te atreves. (sic)
Tú eres aquel monstruo
que tiene en la frente
diez cuernos que Juan
de vista excelente,
vio salir del mar.
¿Por qué pretendes
ser Dios, pues que sabes
como en todo mientes?

TITÁN:

Pertinaces viejos,
indignos de verme
y hablaros piadoso,
¿cómo ya no viene
ese Cristo vuestro
que en pobres pesebres
nació, y que murió?
Hoy veréis si puede
de mi gran poder
libraros, infieles.
¿De qué os aprovecha
que así, ciegamente,
rebeldes y locos
estéis de esa suerte?

ELÍAS:

¿No miras, tirano,
que mi Dios nos tiene
prevenido el lauro
del martirio, y quiere
que tú el instrumento,
seas de la muerte?
A muchos cristianos
tus mágicos viendo
que al mundo suspendes
reducido habemos,
pero ya que pueden,
firmes en su ley,
contra ti oponerse,
Dios nos ha llamado,
y mártires quiere
conducir al Cielo,
a donde nos premie
con eterna gloria,
con eternos bienes.

ENOC:

A Elías y a Enoc
escuadras celestes
están aguardando.

TITÁN:

¿Cómo estos no mueren?
Mataldos al punto,
tormentos crueles,
padezcan, y vean
que el que a mí se atreve,
con penas terribles
muere desta suerte.

NIÑO 1.º:

Elías divino,
santo Enoc fuerte,
no nos dejen, padres,
en años tan breves,
que si de su amparo
las gentes carecen,
no es mucho que a Dios
los cristianos dejen.

NIÑO 2.º:

No se vayan, padres;
a mi Dios le rueguen
que aqueste tirano
castigue, pues puede.

ELÍAS:

Mis hijos amados,
hoy los cielos quieren
a nuestros trabajos
dar descanso alegre;
enjugad los ojos
que lágrimas vierten;
que el piadoso Dios
mira por sus fieles;
Él os acompañe,
rogalde, ofrecelde
la vida, que Él mira
por los suyos siempre.

TITÁN:

Llevaldos, ministros,
y con fiera muerte
paguen su delito.

ELÍAS:

Cuando el cuerpo pene
no importa; ¡ay del alma,
porque siempre muere!

TITÁN:

Pues no me adoraron,
mis castigos prueben.
A los que atrevidos
a mis sacras leyes
rebeldes desprecian,
y no me obedecen,
su infame osadía
castigo con muerte:
horcas se levanten,
cuchillos se templen,
prepárense luego
resinas y aceites,
patíbulos crueles;
ninguno se perdone,
a nadie reserven,
pues ya mi piedad
en rigor se convierte;
solo soy dios supremo,
solo a mí se me deben
en supremos altares
sacrificios solemnes.

NIÑO 1.º:

  Pues ven acá, hipocritón,
que al Cielo te has atrevido,
¿piensas que no hemos sabido
tu infame generación?

NIÑO 2.º:

  ¿Pues cómo te has hecho dios,
bellaco, embelecador,
contra el divino Señor
que nos da lengua a los dos?
  ¿No ignoran los que aquí están
tu villano nacimiento,
y que eres vil instrumento
de aquella tribu de Dan?

NIÑO 1.º:

  Pues tu madre ya sabemos,
como cosa manifiesta,
que fue mujer deshonesta
y de tan viles extremos,
  que con tu padre trató,
de quien fuiste concebido,
y siendo padre y marido,
un monstruo cual tú formó;
  y no contento tampoco
del delito de tu padre,
has gozado de tu madre,
negando a Dios como loco.

NIÑO 2.º:

  Miren aquí quien quería, (sic)
que si Dios ha permitido
que vivas como has vivido,
que no siempre lo consiente.
  Ya los tres años y medio
que Dios te ha dado de vida,
se cumplen, fiero homicida,
y así no tendrás remedio.

NIÑO 1.º:

  Tú eres de quien Daniel
habla y dice tus maldades,
que envuelto en tus liviandades
asistes, monstruo cruel.
  Cumplióse la profecía
del justo y santo Profeta,
y la que Juan interpreta
cuando en Patmos asistía.
  Al infierno bajarás,
donde in aeterno te quejes.

NIÑO 2.º:

Monstruo de los herejes,
aquí, aquí, te anegarás.

TITÁN:

  Matad luego estos villanos,
¡oh bárbaros atrevidos!
¿Cómo, ajenos de sentidos,
con pensamientos tiranos,
  os atrevéis a mi ser?
¿En qué tenéis confianza?
¿En qué libráis la esperanza,
si no fuera en mi poder?
  Dejad todas vuestras leyes,
cese todo el cristianismo,
ya no ha de haber más abismo,
yo soy el rey de los reyes;
  no haya más circuncisión,
y el fuego que se alimenta
se apague, que solo intenta
mi ser justa adoración;
  no ha de haber más ley que una,
y esa en adorarme estriba;
aquesta aumento reciba,
no pende de otra ninguna.
  Ya toda ley se deroga,
solo me adoren a mí;
igualmente aborrecí
la Iglesia y la Sinagoga.

UNO:

  Pues, señor, ¿no prometiste
que no se había de entender
lo que nos mandas hacer
cuando ley estableciste
  de adorarte? Con nosotros,
¿cómo haces lo que no es justo?

TITÁN:

Porque quiero, porque gusto.
¿Pues quién os mete a vosotros
  con lo que hago? ¡Callad,
cumplid todo lo que digo!

OTRO:

El cielo será testigo
de tan extraña maldad.

(Vanse todos, y queda BAULÍN solo.)
BAULÍN:

  Desde hoy me acojo a un jamón,
pues ya no hay ley que me obligue.
Al vino no se persigue,
esta es famosa invención:
  no consentía Moisés
que comiésemos tocino,
y quien da tocino y vino,
sin duda que buen dios es.
  Yo no me quiero meter
en porfiar y argüir;
beber quiero por vivir,
y vivir para beber;
  en tantas dudas, que son
las que afligen a Baulín,
adorar pretendo, en fin,
a mi vino y mi jamón;
  pues tantos han inventado
dioses a quien adorar,
otro pretendo buscar,
que será más acertado,
  que parecerá imprudencia
cuando se aprueba por justo,
no adorar dios a mi gusto
si hay libertad de conciencia.

(Sale la MUJER de BAULÍN.)
MUJER:

  Divino Señor, que vos,
para redención del hombre,
tomando de humano nombre
y carne, os quedasteis Dios;
  hoy, pues es justa ocasión,
contra este monstruo cruel
vibre el divino Luzbel
la espada de indignación.
  ¡No permitáis, gran Señor,
que esta ciega gente errada,
como perdida manada,
nieguen a su Criador;
  que si la defendéis vos,
este, que negó el bautismo,
en las ondas del abismo
conocerá que no es dios!

BAULÍN:

  ¿A dónde bueno, mujer?

MUJER:

¡Oh, Baulín! ¿Tú estás aquí?
El bien busco que perdí;
quiérole hallar, no perder.
  Entre tantos desengaños
que me va poniendo el Cielo,
con justa causa recelo
deste Titán los engaños.
  ¿Quién no conoce que Cristo
es Dios y el cierto Mesías,
y quién con locas porfías
obedece a este Antecristo?
  Baulín, bien se puede errar,
que propio en los hombres es;
mas la porfía, ¿no ves
que es el camino de errar?
  Dejemos nuestros errores
y a Dios pidamos perdón,
pues su humana condición
siempre oye a los pecadores.

BAULÍN:

  Mujer, ¿quién os mete a vos
en aquestas teologías,
si son buenas las porfías,
o si este o aquel es Dios?
  A vos os toca callar
y obedecer al marido;
en paz y quietud os pido
que lo dejemos estar.
  Un pedazo de jamón
puesto entre dos rebanadas,
han de ser de mí estimadas,
y aquestas mis dioses son.
  Quien primero dijo vino,
divino quiso nombrar,
y así pretendo adorar
lo que es próximo a divino.
  Venid, aderezad la burra,
que yo iré con vos también;
pero atad la bota bien,
porque el vino no se escurra.
  Y si replicáis palabra
en si este es buen dios o no,
la cabeza, juro yo,
que con una estaca os abra.
  Venid, que estoy esperando.

MUJER:

Mi Dios, vuestro amparo os pido,
pues vuestro favor ha sido
el que está la vida dando;
  en vuestra clemencia espero,
a ella acudo triste y sola,
para que lave mi estola
en la sangre del Cordero.

(Vanse.)
(Salen CAMILO, FABIO y RUFINO, y LIDORO a otra parte.)
CAMILO:

  Aquí fue adonde a Elías
y a Enoc, el fiero tirano
mandó el precepto inhumano
de que acortasen sus días;
  y aquí, siendo obedecido,
les dieron muerte cruel.

FABIO:

¡Cielos! ¡Que viva este infiel
en sus vicios sumergido!
  ¡Cuán incomprensibles son
vuestros juicios ocultos,
pues entre tantos insultos,
muerta vive la razón!
  Pero ¿quién desconfiará
de vuestro heroico saber?

RUFINO:

El porfiar no es vencer,
y donde el poder está,
  locuras son las porfías.
Testigo sin excepción
serán en esta ocasión
los muertos Enoc y Elías,
  pues opuestos a Titán,
Dios eterno y soberano,
el castigo de su mano
por su inocencia les dan.

LIDORO:

  Con la suma omnipotencia
no es razón nadie oponerse,
ni es fortaleza atreverse
donde es cierta la sentencia
  de muerte. Solo pretendo
dar gusto a Titán, que es Dios.

FABIO:

Alleguémonos los dos
hacia esta gente, que entiendo
  que están los cuerpos allí.
Vamos a tomar lugar,
pues han de resucitar,
como dijeron aquí
  cuando les dieron la muerte.
Gran gente acude por ver
el milagro que han de hacer.

LIDORO:

Vamos allá.

CAMILO:

Obedecerte
  es bien, y más que Titán,
con grande acompañamiento,
con el mismo pensamiento
a ver los cuerpos vendrán
  y a ver el modo que Elías
y Enoc resucitan.

LIDORO:

Ven;
que en este lugar más bien
verás sus locas porfías.

FABIO:

  Todo el mundo se apercibe.

CAMILO:

Ya sale este monstruo aleve.

FABIO:

El que contra Dios se atreve,
violento en la vida vive.

(Pónense a un lado; salen TITÁN, LUNA, BAULÍN y la MUJER y acompañamiento.)
TITÁN:

  Luna mía, mi deidad,
es una cifra del cielo
que en mí la mayor belleza
se mira como en espejo:
¿dudas tú que es mi poder
tan soberano y excelso,
que abarco de un polo al otro
y deste al otro hemisferio?
¿Ves el mayor imposible?
Pues facilitallo puedo,
y que la celeste cumbre
baje a pedazos al suelo.
¡A mí los hombres, a mí!
Por el gran poder que tengo
por mí mismo, que han de ver
en mí tan fieros efectos,
que en su castigo me aclamen
por la piedad de mi pecho,
y yo, sordo a sus querellas,
daré a sus penas aumento.

BAULÍN:

Aparte.
Este pulo [?] guarda fuera.
Mujer ¿habéis oído este
Titán? El jamón y el vino,
son los dioses en quien creo.

MUJER:

Calla, Baulín, que verás
que, más piadosos los cielos,
deshacen la confusión
en que este la tierra ha puesto.

LUNA:

¡Mi Dios! Por ser vos quien sois
y por el amor que os tengo,
os suplico no vibréis
la eterna espada de fuego
contra esta gente ignorante
de los piadosos afectos
de vuestra misericordia,
porque el riguroso aspecto
con que hoy os mostráis al mundo,
amenaza el universo
y a su ruina se aplica.
Cese vuestro enojo fiero,
que ya los hombres humildes
piden perdón de su yerro.

TITÁN:

No sé qué miro en tus ojos,
envidias del sol supremo,
que así aprisionan las almas,
que así mueven pensamientos;
yo perdonaré sus culpas
si es el arrepentimiento
como dicen.

LUNA:

Yo lo fío,
y humildemente te beso
los pies por este favor.

TITÁN:

Su duración debe el tiempo
a sus ruegos; mas ¿no han dado
la muerte para escarmiento
del mundo, a Elías y Enoc?

LIDORO:

Tu mandato obedecieron,
y aquí están muertos.

TITÁN:

Alzad;
veré los difuntos cuerpos,
cuyas almas por sus culpas
siempre estarán padeciendo.
Pueblo, que presente estás
al espectáculo horrendo,
de aquesta suerte castigo
al que quiebra mis preceptos.
Hoy os perdono por Luna;
pero no os valdrán sus ruegos
otra vez: mi indignación
verá todo el universo,
y vosotros, vicios locos,
hombres engañados,

TITÁN:

(Llégase a un lado, donde habrá una cortina, que se descubre, y veránse muertos ELÍAS y ENOC.)
que a los rayos de mi gloria
habéis querido oponeros,
estas son vuestras porfías
v el fin de vuestros intentos:
la brevedad de la vida
y el mal que estáis padeciendo.
Así pagáis, gente infame,
vuestro loco atrevimiento,
que rayos por favor saca
la oposición a los cielos:
estos son vuestros milagros,
vuestros engaños son estos:
esta la resurrección
que espera el cristiano pueblo.
Cumplid, cumplid la palabra
de que con prodigio nuevo,
a vista de todo el mundo,
habéis de animar los cuerpos.
¿Por qué no cumplís agora
vuestras promesas y enredos,
y ese Cristo que adoráis
no viene a favoreceros?
Yo muerto resucité,
porque soy Dios verdadero;
mas vosotros, viejos locos,
ved la burla que habéis hecho;
confesad que soy Dios justo,
y haré otro nuevo portento,
infundiendo otra vez vida
a cadáveres funestos.
Ea, Elías, y tú, Enoc,
pedid a Dios otro aliento,
o acudid a mi piedad;
daré a vuestro mal remedio.

(Levántanse.)
ELÍAS:

Pueblo, la palabra cumplo:
hoy resucitamos, veldo,
y que en celestes esferas
nos llama glorioso asiento.
Perseverad en la ley
de Cristo, que es Dios inmenso.

ENOC:

Titán es falso Antecristo,
Cristo es el Dios verdadero.
(La tramoya sube a los dos arriba. Y en cerrándose la cortina, suena ruido dentro.) (Dentro.)
Milagro es este, milagro:
hoy se ven los embelecos
del Antecristo.

FABIO:

Matalde:
no admita nadie sus ruegos.

LIDORO:

Cristo es Dios: ¡muera Titán,
falso Antecristo! blasfemo.

TODOS:

¡Muera Titán!

BAULÍN:

¡Hay tal cosa!
¡Muera este perro zorrero!

TITÁN:

Oye, atrevida gente:
escucha, bárbaro pueblo,
indigno de la piedad
que para vosotros tengo:
estos son falsos hechizos,
fuerza es de un encantamiento
con que han Elías y Enoc
alterado vuestros pechos;
pero para que veáis
un testimonio más cierto,
romper quiero las celestes
esferas del firmamento,
y ascendiendo al regio trono,
vibrar la espada de fuego
y fulminar a la tierra
esos atrevidos viejos.
Yo subo a mi patria amada;
mas ¡ay de ti, triste pueblo!
Que tu ruina fatal
llegó por ser tan soberbio.

(Bajará una nube, en que irá volando, y por otra parte saldrá un ÁNGEL con una espada de fuego, dará con ella al ANTECRISTO, que parecerá que se hunde en la tierra, y el ÁNGEL se vuela.)
ÁNGEL:

¡Fiero monstruo de la tierra,
el plazo ha llegado! El cielo
al abismo te condena.

TITÁN:

Hoy me da sepulcro el centro.

(Húndese: haya gran ruido.)
LUNA:

Extraño prodigio ha sido:
entre los aires serenos
un ángel en forma humana,
con una espada de fuego
ha herido a Titán, y él baja
hecho piezas por los vientos
al abismo. ¡Cielo santo,
misericordia!

FABIO:

¿Qué espero?
¡Santo Dios, misericordia!

MUJER:

¡A vos solo reverencio
por Dios!

CAMILO:

A Cristo adoremos:
Titán fue el falso Antecristo,
Cristo es el Dios verdadero.

LIDORO:

Y aquí tiene fin, senado,
este verdadero ejemplo
del suceso que esperamos:
perdonad sus muchos yerros.