Ir al contenido

El cobarde más valiente/Acto II

De Wikisource, la biblioteca libre.
Acto I
El cobarde más valiente
de Tirso de Molina
Acto II

Acto II

  
Suena un clarín y
salen MARTÍN PELÁEZ y BOTIJA.



BOTIJA

Señor, ¿a qué toca el moro?


MARTÍN

Dicen que toca a embestir.


BOTIJA

Pues quiéreme prevenir
para esconderme.


MARTÍN

Ya lloro
entre las desdichas mías 5
mi ya malogrado amor.


BOTIJA

No hay sino mostrar valor,
señor Martín.


MARTÍN

Pues ¿no fías
de mí que sabré mostrar
ánimo y pecho gallardo? 10


BOTIJA

Por eso digo: aquí aguardo,
para tener que contar
tus hazañas a la vuelta.


MARTÍN

Ya las espadas previene
el Cid; mostrar me conviene 15
determinación resuelta
de morir, antes que vea
la infamia que engendra el miedo.
Engañado estoy, no puedo
excusar la imagen fea 20
de la guerra; amigos adiós,
que ya suben a caballo.


BOTIJA

¿De veras podré esperallo?


MARTÍN

Si hemos de volver los dos
cargados de mil trofeos 25
para Sancha, claro, está.

(Vase.)


BOTIJA

Pues tráigase hacia acá
un rey moro. Los deseos
de mi amo buenos son;
fuerzas y estómago tiene 30
corriendo un carro detiene
de seis mulas; no hay Sansón
como él si da una puñada,
pero diz que no está en eso;
ya temo algún mal suceso. 35

  

Sale SANCHA, en hábito de hombre,
y BOTIJA.



SANCHA

¿Cuándo un alma enamorada
temió peligros de honor?
Los imposibles mayores
amor los convierte en flores
porque es lisonjero amor. 40
Buscando vengo a Martín
disfrazada en el vestido,
aunque amor, como advertido,
mal puede encubrirse en fin;
pues, por templar los enojos 45
que causa mi ardiente fuego,
pretende mostrarse luego
en el agua de mis ojos.
Y así en el disfraz mayor
con que amor cubrirme quiere, 50
verá quien mis ojos viere
que vengo muerta de amor.
Si, como es Martín gallardo,
sustenta el alma animosa
no habrá mujer más dichosa; 55
verle solamente aguardo
que entre las escuadras lidie
para dalle mis deseos
mil amorosos trofeos
que nuestra montaña envidie. 60
Estos son los pabellones
del pueblo cristiano, y pienso
que quieren lidiar.


BOTIJA

Suspenso
por más de veinte razones
me tiene el montañesillo 65
que está en el valle parado.


SANCHA

Hacia aquí viene un soldado;
como él quiera he de servillo
para encubrirme mejor.


BOTIJA

¡Qué bien la vista repara! 70
¡Par Dios! Cortada la cara
parece a Sancha.

  

Sale ALVAR FÁÑEZ. Dichos.


ALVAR

Al temor
de la castellana furia
que arrojan nuestros reales
recoge ya sus cristales 75
en urnas de plata el Turia.
Pone el moro sus riberas
en banderas y pendones,
el Cid pondrá a sus leones
por alfombras sus banderas. 80

(Tocan una caja.)
 
Aquella caja señala
la sangrienta acometida
aquí es bien perder la vida,
cuando en la fama se iguala
un valeroso español 85
al Macedón, cuya gente
pisó del Ganges la frente,
nevada cuna del sol.
Bien ha menester las manos
el fiero ejército vil, 90
aunque trae noventa mil
para ocho mil castellanos.


SANCHA

Pienso que volverse quiere,
que le dan las trompas voces;
volarán mis pies veloces 95
para decille que espere.
¡Ah señor!

  

BOTIJA

¿Adónde va
el muchacho?


ALVAR

¿Quién me llama?


SANCHA

Quien quisiera daros fama
sobre el sol y os servirá 100
de paje en la paz y aquí
de llevaros si gustáis
escudo y yelmo.


ALVAR

¿Buscáis
a quién servir?


SANCHA

Señor, sí,
porque a la guerra me inclino, 105
y así me perdone Dios
que os sirva de balde a vos.


ALVAR

¡El muchacho es peregrino!


SANCHA

Diga: ¿quiere ser mi amo?


ALVAR

Tiene gallarda presencia. 110
¿El nombre?


SANCHA

Con su licencia
diré que Sancho me llamo.


ALVAR

Pues, Sancho, no hay ocasión
para que más me detenga;
cuando de la guerra venga 115
tomaré resolución
en vuestra comodidad.


SANCHA

¿Cuándo volverá, señor?


ALVAR

Si nos da el cielo favor,
no llegará a la mitad 120
el sol sin que vuelva aquí.


SANCHA

Pues piense que ha vuelto ya
y recíbame, y verá
el favor que tiene en mí,
que pienso rezar por él, 125
aunque en guerreros estilos,
a Santo Domingo de Silos.


ALVAR

Ya fuera, Sancho, cruel
a tan buena voluntad
si no os recibiera.


SANCHA

Digo 130
que mil veces le bendigo.


ALVAR

En ese monte esperad
mi buena o mala fortuna.
(Vase.)

  

Dichos, menos ALVAR.


SANCHA

Con victoria os vuelva el cielo.


BOTIJA

¿Qué le ha dicho este mozuelo, 135
si el preguntar no importuna?


SANCHA

Éste es Botija. ¡Ay de mí!
Que pierdo, si me conoce,
mi pretensión.


BOTIJA

No se emboce,
que no estoy por bestia aquí. 140
A Sancha me huele el mozo.


SANCHA

Pues ¿qué es lo que quiere?


BOTIJA

Quiero
preguntar a lo barbero:
¿por qué no le sale el bozo
para que nos dé provecho, 145
que aquese talle no es barro?
Barba muy a lo guijarro
no es de hombre de pelo en pecho.
¿Tiene hoyo la barbilla?


SANCHA

¿Con esas preguntas viene? 150


BOTIJA

Dígolo, porque no tiene
de Adán más que la costilla.


SANCHA

¿Sueña?


BOTIJA

Ayer soñaba yo,
vaya conmigo, esté atento,
que en cierto despedimiento 155
cierta mañana se halló
su merced en cierto valle
que con cierto montañés
se abrazó; lo cierto es
que fue sueño, escuche y calle. 160
Lloraron mucho, y llorado,
venímonos, y venido
sentimos mucho, y sentido
hablamos al Cid, y hablado
resultó que desperté 165
diciendo: Sancha divina,
la invención es peregrina,
no te encubras por la fe
que debes a mi señor.

  

SANCHA

¿Cómo, si es Martín mi dueño? 170


BOTIJA

Pues ¿no le digo que es sueño?
¡No ha estado linda la flor
del señorito! Entre manos
se me quiere hacer mujer.


SANCHA

Soñé yo también por ver. 175


BOTIJA

No hay que ver, que hay sueños vanos.
Pero, dígame también,
¿qué dijo a aquel caballero?


SANCHA

Dije que servirle quiero.


BOTIJA

¿Halo mirado muy bien? 180
Porque llegar a servir
al primero que topó
y más si acaso dejó
buen amo, da que decir,
y tanto, que juro a Cristo 185
que estoy para hacer un hecho...


SANCHA

Ya está el alma en más estrecho;
ya sin fruto me resisto.
No fue liviandad, Botija.


BOTIJA.

¿Estás borracho, muchacho? 190
Por no llamarme borracho
me dio el nombre de vasija.
¿Qué dices?


SANCHA

Que estoy soñando,
y aun pienso que sueño ha sido,
porque aún no me he conocido. 195


BOTIJA

¿Dónde has de estar esperando
a tu señor?


SANCHA

Que le aguarde,
dijo, en este monte.


BOTIJA

Sube.


SANCHA

Alguna dichosa nube
porque a sus ojos me guarde, 200
me dio en el disfraz el cielo.


BOTIJA

Pardiez, que hoy ha de saber
Martín quién es la mujer.
¿Amores buscáis al vuelo?

  

Salen el CID y MARTÍN,
cada uno de su parte. Dichos.



CID

Si premio hubiera faltado 205
de honor, a un riesgo, mortal,
no tuviese un Rey caudal
para pagar a un soldado.
Con agradecido amor
es bien que lo satisfaga, 210
y no perdiendo en la paga
le dé ventajas de honor;
que un soldado estropëado
no siente el dolor cruel
si sabe que dicen del 215
que peleó como honrado.


MARTÍN

¡Que mi afrenta y mi temor,
que con mi dolor compiten,
me traigan donde repiten
todos liciones de honor! 220
¡Qué he de hacer!


CID

Ea, capitanes,
entrad.


BOTIJA

Bien es si te esfuerzas,
lo que perdiste en las fuerzas,
que con la industria lo ganes.
En tropa puedes sentarte, 225
porque, viéndote a su lado,
pensarán que has peleado.


MARTÍN

Mil abrazos quiero darte
por el buen consejo.

  

Sale ALVAR FÁÑEZ. Dichos.


ALVAR

Vamos,
antes que el moro vencido 230
vuelva a ganar lo perdido.


MARTÍN

Por eso a entender le damos
siempre lo que pierde en ello.
 
(Vanse, ALVAR FÁÑEZ y MARTÍN PELÁEZ.)

  

Dichos, menos ALVAR y MARTÍN.


CID

¿Dónde Martín puede estar?
Su afrenta me ha de acabar, 235
tengo el alma de un cabello.


SANCHA

Sin duda el seso ha perdido;
ansí su infamia previene,
mas ¿quién tal ansí no tiene
vergüenza de haber huido? 240
A la mesa se ha sentado,
no es el que buscaba yo;
un mar de hielo cayó
sobre mi pecho abrasado.
¡Si viérades más mis ojos 245
me despedace un león!


BOTIJA

¿Dónde vas?


SANCHA

¡Ay corazón,
muerto entre penas y enojos!
Pero por venganza honrosa
del que tan sin honra vi, 250
al que por amo escogí
daré la mano de esposa,
y a un villano, si faltare,
que una mujer ofendida
le dará el alma y la vida, 255
al primero que topare.
(Vase.)

  

Dichos, menos SANCHA.


BOTIJA

Mas qué, ¿se va de vergüenza
de lo que mi amo ha hecho?
Luego iré a templarle el pecho.


CID

Con buenos hechos comienza 260
Martín a honrar a su tío.
Ya en la montaña estarán
juzgándole capitán.
¿Qué diré en descargo mío
que no multiplique enojos? 265
Llamarále quien le vio
infame, pues se atrevió
a ser cobarde a mis ojos.
Pero quiero divertir
el ánimo triste un rato. 270
No merece hacer el plato
a los que osaron morir
tantas veces. ¿Quién los ve
correr con tanto sosiego
que juzgue un rayo de fuego 275
la estampa de cada pie?
¿Quién no tendrá a maravilla
y a nuevo prodigio extraño
que recoja aquel escaño
la defensa de Castilla? 280
Leones domesticados
parecen en sus decoros,
despedazando más moros,
que están comiendo bocados.
Pero ¿quién és el que veo 285
junto a Alvar Fáñez? ¡Si es él!
Mas no fuera tan cruel
la fortuna a mi deseo,
que el premio de avergonzallo
nunca ha de osar admitillo 290
tuvo ante su caudillo
temor para conquistallo.
Mas como un cobarde está
ciego en tan honrosas cuentas,
topa en honras y afrentas 295
sin saber adónde va.
¡Vive Dios, que no ha de estar
más un momento en la mesa!
(Vase.)


BOTIJA

A alguna afrentosa empresa
ya el Cid. ¿En qué ha de parar? 300
(Vase.)

  

Sale el CID,
sacando del brazo a MARTÍN PELÁEZ,
con una servilleta,
un panecillo y un cuchillo.


  

CID

Sobrino, advertiros quiero
que tiene mal proceder
quien se convida a comer
sin que le llamen primero.
El convidaros comienza 305
por acto de voluntad;
ir llamado, es amistad;
sin llamaros, desvergüenza.
Y esto, para entre los dos,
que aunque son amigos caros, 310
pues se fueron sin llamaros,
quisieron comer sin vos.
Demás que aquí se reparte
la costa a los convidados,
y de los que veis sentados 315
puso cada uno su parte;
que como ellos han cortado
cabezas que África llora,
lo que están comiendo agora
por cabezas lo han echado; 320
y así no es razón que deis
ocasión por tantos modos
a decir que compran todos
lo que sin pagar coméis.

(Vase.)

  

MARTÍN PELÁEZ, solo.


MARTÍN

Vuestras razones notorias 325
dicen del alma sentidas
que aquí se dan las comidas
a precio de las victorias.
Si son los triunfos y glorias
con lo que se han de comprar, 330
claro está de averiguar
que en vuestra mesa ofendida
me negastes la comida
porque la salga a buscar,
y aunque el pan me habéis dejado, 335
Rodrigo, advertiros quiero
que sin compralle primero
no he de comer ni un bocado.
Laurel, teneldo guardado
como en depósito fiel 340
y sed guarda tan cruel
que aun a mí, si os lo pidiere,
no me lo deis, si no os diere
una victoria por él.
Ea, afrentas, acabad 345
vuestro curso acelerado,
si en la cumbre habéis tocado
con la cabeza, bajad;
que tiene tal calidad
el honor precioso y bello 350
que aunque luchéis por vencello
ha de quedar superior,
porque es gran parte de honor
la vergüenza de perdello.
 
(Tocan al arma.)

  
Ea, que el moro tocó 355
segunda vez a embestir;
la ocasión puedo decir
que el cielo me la vendió;
de mi he de vengarme yo
tanto, que los que miraron 360
las afrentas que cargaron
sobre mi ofendido honor,
viendo ahora mi valor
presuman que se engañaron.

(Vase.)

  

Salen ALVAR FÁÑEZ, NUÑO y el CID.


CID

¡Qué, no os dejaron comer! 365


ALVAR

Antes se lo agradecemos,
a les buscar, porque iremos
más ligeros al vencer.


CID

¿Quién se ha querido ofrecer
a la batalla primero? 370
¡Qué gallardo caballero!


ALVAR

Martín es quien nos convida.


CID

¿Veis como no fue huidor,
sino astucia de guerrero?
Socorramos a Martín, 375
caballeros.


NUÑO

Ya embistió;
por las batallas se entró.


ALVAR

Engañámonos al fin.


NUÑO

Apenas oyó el clarín
cuando acometió valiente. 380
 
(Vanse todos, menos el CID.)

  

El CID, solo.


CID

Ya desbarata la gente,
y cual segador, espigas
de cabezas enemigas
tiene una muralla enfrente.
No vi más terrible osar; 385
ya empieza el campo a temelle;
con el contento de velle
se me olvida el pelear;
mas ¿qué espada ha de faltar,
si el mundo en la suya estriba 390
para que la fama escriba
que la afrenta del huir
la quiere agora cubrir
con los cuerpos que derriba?
En no ayudarle acrisolo 395
el honor que restauró,
que pues él solo huyó,
gane la victoria solo.
Ya le ofrece el mismo Apolo
para que a la Envidia asombre 400
su laurel.

  

Salen peleando ABENÁMAR, LIDORO, MUZA
y otros con MARTÍN. El CID.

  

ABENÁMAR

¿Quién eres, hombre?
¿Alvar Fáñez, Laín u Ordoño?


MARTÍN

Soy un soldado bisoño
del Cid, que aún no tengo nombre.

(Entralos a cuchilladas.)


CID

Ea, Martín, que fue el valor 405
mientras lo encubristes, mas
como el que da paso atrás
para dar salto mayor.
Ya puede llamarse honor
su huida, que ofendellos, 410
dando al cuchillo sus cuellos
por no darles honra ha sido;
que por haber él huido
no quiere que huyan ellos.
Su espada es la vencedora, 415
Dios con vitoria la vuelva.
Por una acerada selva
de lanzas se arroja agora,
espada y brazo mejora,
y en su generoso aliento 420
se mezcla el Marte sangriento
con el Rey: ¡heroica empresa!
Ya bien merece la mesa,
que trae sobrado sustento.
Pero en tanto que pelean 425
quiero su campo apretar,
que la ocasión y el lugar
no lloran si se desean.

  

Tocan al arma,
y sale el REY MORO, ALVAR FÁÑEZ
y MARTÍN PELÁEZ.


ALVAR

Así tus vitorias sean
a las de Alejandro iguales. 430


MARTÍN

¿Qué pides?


ALVAR

Que me señales
sola esa batalla aquí.


MARTÍN

Pues ¿fáltame esfuerzo a mí
para batallas reales?


ABENÁMAR

Antes te ha sobrado tanto, 435
que quiero competidor
no de tan alto valor.


MARTÍN

Luego ¿doite más espanto
que Alvar Fáñez?


ABENÁMAR

Yo sé cuánto,
pues una vez le vencí. 440


MARTÍN

Tuya, es la batalla aquí;
mas si él te vence, ¿qué esperas?


ABENÁMAR

La muerte en sus manos fieras,
pues a sus manos volví.


ALVAR

Antes pagarte pretendo 445
la libertad de aquel día.


ABENÁMAR

Pues a tanta cortesía
hago mal si me defiendo.
Tu esclavo soy.

  

MARTÍN

No pretendo
que te adelantes jamás; 450
para vencerle no más
te concedí esta victoria,
que yo he de ganar la gloria
de la vida que le das.
Rey: el poder escaparte 455
del peligro a que has llegado
es por habernos juntado
dos hombres para matarte;
sigue tu propicio Marte,
mas confiésate rendido 460
de Alvar Fáñez, que él ha sido
el dueño Desta amistad.


ABENÁMAR

Y ¿quién me da libertad?


MARTÍN

El mismo que te ha vencido;
que aunque parte desta gloria 465
llegué a tener merecida,
entre los dos repartida
viene a ser corta victoria;
cifre tu famosa historia
esta hazaña en mi presencia; 470
mas huye, moro, a Valencia,
que si te vuelve a encontrar,
ni te podrá perdonar
ni yo le daré licencia.


ABENÁMAR

Parto a obedecer vencido 475
de vuestro heroico valor.

(Vase.)

  

Sale SANCHA.
Dichos, menos ABENÁMAR.

  

SANCHA

Con vergüenza y con temor
a su presencia he venido;
ya los celos que he tenido
los han de pagar mis ojos. 480


ALVAR

No más triunfales despojos
honran el templo de Marte;
deja que llegue a abrazarte,
Martín.


MARTÍN

En perdiendo enojos
que recelos me han causado 485
podrás llegarme a abrazar.


ALVAR

Nadie se llegó a enfadar
conmigo.


MARTÍN

Pues yo me enfado.
¿Qué tienes que responder?


ALVAR

Que, más que valor, ha sido 490
soberbia la que has tenido.
Pero déjame entender
la causa porque te enfadas
y satisfacción haré.


MARTÍN

Yo también te la daré. 495


ALVAR

¡A mí! ¿Cómo?


MARTÍN

A cuchilladas.


ALVAR

¿Por una vez que has mostrado
valor, te quieres poner
con el que supo vencer 500
antes que fueras soldado?

  

MARTÍN

Por eso hay más que escribir
los blasones que he tenido,
pues en valor te ha vencido,
el que una vez viste huir; 505
que, si lo que viendo voy,
baldón alguno me das,
tan descomedido estás
como yo sufrido estoy.
Y advierte que fue el temor 510
que estas glorias me previene
lunar hermoso que tiene
la imagen de mi valor;
pero la alabanza mía
dejo librada en mi espada, 515
con más honra acreditada
que da luz al mundo el día.
¿Hoy te ha llegado a servir
un muchacho montañés?


ALVAR

¿Es aquél acaso?


MARTÍN

Él es. 520


ALVAR

Pues ¿qué me quieres decir?


MARTÍN

Que en mi casa se ha criado
y por yerro te ha servido;
que me lo vuelvas te pido.


SANCHA

Ya está en el pecho turbado 525
el corazón; no quisiera
ser de su daño ocasión.


ALVAR

Aunque tuvieras razón
y para dalla estuviera,
por el modo que has tenido 530
te la dejara de dar,
que al pedir me han de rogar.

  

MARTÍN

Pues yo mando cuando pido,
y en la distancia que ves
que hay del pedir al tomar, 535
te quise dejar lugar
para que el paje me des;
pero, pues que no conoces
lo que en pedírtele ganas,
excusa ya voces vanas. 540


ALVAR

Tú eres el que das las voces.


MARTÍN

Pues en la fuente del Cisne
te espero.


ALVAR

Y allí verás
si importa rogarme a mí.


MARTÍN

De rabia y de celos muero. 545
 
(Vanse los dos.)

  

SANCHA, sola.



SANCHA

¡Que así hayan puesto los celos
causados de mi venida
en riesgo la mejor vida
que han dado aliento los cielos!
No me atrevo, estoy corrida, 550
que yo a sus pies me arrojara
para que grillos le echara
a su atención atrevida.

  

Sale BOTIJA. SANCHA.


  

BOTIJA

¿Qué hay, mancebo?


SANCHA

Avisa al Cid,
amigo, que tu señor 555
y Alvar Fáñez, ¡ay amor!,
para temerosa lid
se desafían.


BOTIJA

¿Y va
con ellos alguna gente?


SANCHA

Solos van.


BOTIJA

¿Dónde?


SANCHA

A la fuente 560
del Cisne.


BOTIJA

Pues no tendrá
lugar su furioso intento.

(Vase.)

SANCHA, sola.


SANCHA

¡Que tanto los celos puedan
que a toda amistad excedan!
Iré en los hombros del viento, 565
quizá les dará el amor
algún pacífico medio;
que amor suele hallar remedio
en el veneno mayor.

(Vase.)

  

Sale MARTÍN PELÁEZ, con rodela.


MARTÍN

Dicen que abrasarse en celos 570
es la causa no estimarse
un hombre, porque presume
que el competidor amante
tiene más mérito que él;
porque quien lo juzga sabe 575
pues no conoce que el gusto
de errados desvelos nace.
Si hubiera elecciones justas,
fuera amor carga suave,
hubiera paces dichosas 580
y casamientos suaves.
Mas si del cuello de Adonis
de la belleza una imagen,
Venus mendigando gustos
va con Vulcano a casarse, 585
¿Por qué no ha de tener celos
el mismo Fénix de su áspid,
si las mujeres escogen
lo más humilde por fácil?
Celos es razón que tenga, 590
no digo yo de Alvar Fáñez,
que un esclavo, vive Dios,
recelo que me aventaje.
Si conoce que es mujer,
no hay sufrimiento que baste; 595
la amistad y el parentesco
los he de borrar con sangre.

  

Sale SANCHA. Dicho.


  

SANCHA

Amor, ¿por qué me acobardas,
si sabes que son bastantes
las disculpas de mi fe? 600
Mas si me atreví a dejarle
y mi inconstancia conoce,
razón es que me acobarde
la vergüenza, aunque sin culpa.


MARTÍN

Amor, ¿es causa bastante 605
el ver a Sancha que el pecho
entre volcanes se abrase
de celos? ¡Viven los cielos,
que viene por Alvar Fáñez!
Enamoróse de verle 610
galán, entro por su paje
y creció su amor, por vernos
a él valiente, a mí cobarde.
¡Quién pudiera reducilla!
Que, aunque es en belleza un ángel, 615
es en las demás acciones
mujer y podrá mudarse.

  

Sale ALVAR FÁÑEZ. Dichos.


ALVAR

Cuando tan poco me importa
volvelle a Martín Peláez
el paje, ¿he de ser tan rudo 620
que olvide amistad y sangre?
Que, aunque él procedió conmigo
atrevido y arrogante,
no hubo agravio entre nosotros
para que el honor se manche. 625
Mas ya me espera en el puesto,
y con risueño semblante
llega a hablar al pajecillo;
delito será quitarle
su gusto; en hablando, pienso 630
firmar nuestras amistades
con lazo inmortal.


MARTÍN

Escucha
para que después me mates.


SANCHA

¿Qué me quieres?


MARTÍN

Darte un alma
que despreciada arrojaste 635
del cielo de tu hermosura.


ALVAR

No se le dicen a un paje,
Álvaro, aquestas razones.


MARTÍN

Sancha: ¿tan presto quebraste
la fe de tu amor primero? 640
Aquellas finezas grandes,
aquellas lágrimas tuyas
que dejaron arrogantes,
más que si fueran del alba
las flores de nuestros valles, 645
¿qué fuego las consumieron?
Mira, que no es bien te iguales
a los que en la corte viven
que sólo traiciones saben,
y del valor que he podido 650
entre moriscos alfanjes
mostrar el valor del pecho
otros podrán informarte.

  

ALVAR

Ésta es mujer, y cual suele
el pajarillo ampararse 655
del águila que le sigue
por el imperio del aire,
a mi amparo se ha venido,
encubriendo de su amante
el alma con los deseos 660
y el cuerpo con los disfraces.
Mas ya que se ha descubierto
otra fugitiva Dafne,
otra Europa entre las flores
y otra suspensión de Paris, 665
deje las selvas de Chipre
amor, si ya de cobarde
no se atemoriza en verme
teñido de polvo y sangre,
ganaré la montañesa, 670
si para mi ofensa trae
más escuadrones que el griego
trajo en sus preñadas naves.
¿He tardado mucho?


SANCHA

No;
que para tratar de paces 675
entre parientes y amigos
jamás se ha llegado tarde.
En vuestra contienda injusta,
pues que de mi causa nace,
bien es que yo sea tercero. 680
Mi señor Martín Peláez
me echó de su casa un día,
y yo, viniendo a buscarle,
entré, en tanto que le hallaba,
a serviros.


MARTÍN

Dios te guarde 685
al paso de mis venturas.


ALVAR

Pues ya que conmigo entraste
me has de servir, ¡vive Dios!,
porque no ha de ser bastante
el miedo que ya le tienes. 690


MARTÍN

Pues nos hace el campo iguales
en la defensa y las armas,
verás cuando aquí te mate
el respeto que me debes.


SANCHA

¡Hay desdicha semejante! 695
Señores, ¡que siendo amigos
y tan parientes se maten!
Mas ya los cielos piadosos
trujeron quien los aparte.
Mirad al Cid, caballeros. 700


ALVAR

¡Cielos! ¿Quién pudo avisarle?


MARTÍN

¿Qué haremos?


ALVAR

Lo que yo hiciere.

  

Recuestanse en el suelo y sale el CID.


  

CID

Mal saben disimular,
porque en ocasión que el campo
sigue el victorioso alcance 705
para cercar a Valencia,
no es bien que los Capitanes
a descansar se retiren;
vendrán a desagraviarse
de alguna afrenta, sin duda. 710


ALVAR

Tres veces envió a llamar
el Rey, alzóle el destierro.


MARTÍN

Es en su corte importante
nuestro tío.


CID

¡Qué bien fingen!


ALVAR

Los casamientos que hace 715
en orden a honralle ha sido.


MARTÍN

Son ricos y principales
los Condes de Carrión,
aunque, si verdades valen,
no partieron muy contentas 720
nuestras primas.


ALVAR

Ya se sabe
que os amaba tiernamente
Doña Sol.


MARTÍN

Amor constante
os mostraba tiernamente
Doña Elvira.

CID

¡Qué tiernos discursos hacen
para encubrir sus agravios!
Que será bueno dejalles
reñir, que si agora estorbo
las intenciones que traen 730
serán con la paz fingida,
en mi presencia cobardes,
y después como ofendidos
podrán volver a matarse.
Más vale que en mi presencia 735
riñendo se desagravien,
que con las espadas fuera
pienso que será bastante
a concertarlos. Sobrinos,
¿agora gozáis el aire 740
cuando los demás trabajan?


ALVAR

Como nos toca la parte
del mayor trabajo, es bien
que el espíritu descanse.


CID

Hoy veré quién es Martín, 745
veré quién es Alvar Fáñez,
porque mi rojo pendón
quisiera verle colgarle
sobre la torre más alta
del muro; mas no ha de darse 750
sino al mejor Capitán,
al de valor más constante
en el peligro, que fuera
la desdicha más notable
que le viniera a Rodrigo, 755
si el rojo pendón ganase
el moro; y así querría,
supuesto que os juzgo iguales,
que miréis cuál de los dos
puede al peligro arrojarse.

  

ALVAR

Solo yo llevarle puedo.


MARTÍN

Yo sólo puedo llevarle.


CID

Alto, pues, sólo el valor
es bien que del alma saque
la duda.


MARTÍN

Dadnos licencia, 765
veréis en pequeño instante
quién vuestro pendón merece.


CID

Como eso no más se aguarde,
licencia y campo tenéis.


SANCHA

¡Buen modo de concertalles! 770
Todo en la guerra es furor,
todo es duelo, todo es sangre.


ALVAR

¡Dichosa ocasión ha sido!


MARTÍN

Agora podré vengarme.


CID

Mirad que la cortesía 775
ni la amistad no os engañen,
porque al que viere vencido
lo he de juzgar por cobarde.


MARTÍN

Primero veréis mi muerte
que me dé atributos tales 780
vuestra lengua.


ALVAR

En sangre mía
veréis el campo bañarse antes
que el rojo pendón
ajenas fuerzas le ganen.

(Riñen.)

  

CID

Cese el enojo, sobrinos, 785
que en valor y fuerza iguales
podéis hacer competencia
en su quinto cielo a Marte.
Yo he de llevar el pendón,
porque ninguno se agravie. 790
Vuestro recebido enojo
en el campo ha de quedarse,
porque no ha de haber agravios
donde el Cid hace las paces.
Daos los brazos.


SANCHA

Déte el cielo 795
por dilatadas edades
mas que a Alejandro vitorias.
¡Que los he visto abrazarse!


MARTÍN

Alvar Fáñez, dame a Sancho.


ALVAR

No quiero, Martín Peláez. 800


MARTÍN

Pues yo os mataré en Valencia.


ALVAR

Pues allá habrá quien os mate.


CID

Si los deudos son amigos.
¿qué contrario ha de esperarles?