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El contrato social (1819): Libro III - Capítulo IX

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C A P I T U L OI X.

De los Señales de un buen Gobierno.

Quando se pregunta absolutamente qual es el mejor Gobierno, se hace una qüestion tan indisoluble como indeterminada: ó si se quiere ella tiene tantas buenas soluciones quantas combinaciones posibles hay en las posituras absolutas y relativas de los Pueblos. Pero si se preguntara por que señales se puede conocer que un Pueblo esté bien ó mal gobernado; esto seria ya otra cosa, y la qüestion de hecho podria resolverse.

Sinembargo no se resuelve con tanta facilidad, por que cada uno quiere resolverla á su modo. Los vasallos exaltan la tranquilidad pública, y los Ciudadanos la libertad de los particulares: el uno prefiere la seguridad de las posesiones, el otro la de las personas; el uno quiere que el mejor Gobierno sea el mas severo, el otro sostiene que el mas dulce; este quiere que se castiguen los crímines, el otro que se les prevenga; el uno halla por bueno ser temido de los vecinos, el otro piensa que debe ser ignorado, este está contento con que circule el dinero, y aquel exige que el Pueblo tenga pan. Aun quando convinieramos sobre estos puntos y otros semejantes, tendriamos algo adelantado? Las quantidades morales estan faltas de medida precisa, y aunque estuvieramos de acuerdo con las señales, como lo podremos estar con su estimacion y valor?

Por lo que á mí toca, yo me pasmo de que se desconozca una señal tan simple, ó de que se tenga la mala fe de no convenir en ella. ¿Qual es el fin de la asociacion política? Es la conservacion y propiedad de sus miembros. ¿Y qual es la señal mas segura de que ellos se conserven y prosperen? Es su número y poblacion. No vayais pues á otra parte á buscar esta señal tan disputada. El Gobierno baxo el que sin naturalizacion y sin Colonias, los Ciudadanos se multiplican y pueblan mas y donde hay una respectiva igualdad, este es infaliblemente el mejor; y aquel baxo el que el Pueblo se disminuye y se arruina, es el peor. ¡Calculadores! este es vuestro asunto: contad y medid, comparad[1].


  1. Por el mismo principio se debe jusgar de los siglos que merecen la preferencia para la prosperidad del género humano. Se han admirado sobremanera aquellos en los que se han visto florecer las letras y las Artes sin penetrar el objeto secreto de su cultura, y sin considerar su funesto efecto. Idque apud imperitos humanitas vocabatur cum pars servitutis esset. No veremos jamas en las maximas de los libros el grosero interes que hace hablar á los Autores? No: por mas que digan, quando un pais se despuebla á pesar de su esplendor, es prueba de que no va todo bien, y no basta que su Poeta tenga veinte mil pesos de renta para que su siglo sea el mejor: ménos se debe mirar al reposo aparente y á la tranquilidad de los Gefes que al bien estar de las Naciones enteras, sobre todo en los Estados numerosos. La piedra asola algun otro campo, pero nunca causa una miseria general. Los movimientos, las guerras civiles inquietan mucho á los Magistrados, mas no causan el verdadero mal de los Pueblos, que pueden aun tener algun descanso miéntras se disputa sobre quien les ha de tiranizar: sus calamidades ó prosperidades verdaderas nacen de su Estado permanente: quando todo queda oprimido baxo un yugo, entónces es quando todo perece, y los Gefes destruyen todo á su arbitrio, ubi solitudinem faciunt, pacem apellant. Quando la intriga de los Grandes agitaba el Reyno de Francia, y el Coadjutor de Paris iba al Parlamento con un puñal en la faldriquera, esto no impedia que el Pueblo Frances viniese feliz y numeroso en una comodidad libre y honrada. En otro tiempo floreció la Grecia en medio de las guerras mas crueles; la sangre corria en arroyos, y el pais sinembargo estaba lleno de gente. Parece, dice Machiavelo, que en medio de las mortandades, proscripciones y guerras civiles nuestra República se hizo mas fuerte: la virtud de sus Ciudadanos, mis costumbres y su independencia eran mucho mas poderosas para renforzarla que todas sus disensiones para enflaquecerla. Un poco de agitacion da movimiento á los espíritus, y lo que hace prosperar la especie no es tanto la paz como la libertad.