El crimen de Sylvestre Bonnard: 038

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El crimen de Sylvestre Bonnard: El crimen de un académico (1907)
de Anatole France
traducción de Luis Ruiz Contreras


ÚLTIMA NOTA



21 de agosto 1869.


Página ochenta y siete… Sólo faltan algunas líneas para que mi libro acerca de los insectos y de las flores quede terminado… Página ochenta y siete y última… «Como acabamos de ver, las visitas de los insectos son de gran importancia para los vegetales; tienen la misión de transportar al pistilo el polen de los estambres. Diríase que la flor, ya dispuesta y engalanada, espera esa visita nupcial». Creo haber demostrado que el néctar de la flor destila un jugo dulce que atrae al insecto, y le obliga a operar inconscientemente la fecundación directa o cruzada. Este último sistema es el más frecuente. He demostrado también que las flores están coloreadas y perfumadas de un modo propio para atraer a los insectos, y construidas interiormente de manera que ofrezcan a esos visitadores una estancia tal, que si penetran en la corola depositen sobre el estigma el polen de que van cargados. Sprengel, mi maestro venerable, decía a propósito del polvillo que cubre la corola del geranio silvestre: «El sabio autor de la naturaleza no ha querido crear ni un solo pelo inútil». Yo digo a mi vez: «La azucena de los valles citada en el Evangelio está más ricamente revestida que Salomón, porque su manto de púrpura es un manto nupcial, y ese adorno perpetúa su existencia[1]».


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[1] Silvestre Bonnard ignoraba que ilustres naturalistas hacían al mismo tiempo investigaciones acerca de las relaciones entre los insectos y las plantas. Desconocía los trabajos de Darwin, los de Hermann Müller, y también las observaciones de sir John Lubbock. Es justo advertir que las deducciones de Silvestre Bonnard, se aproximan mucho a las de tan sabios naturalistas. También haremos presente, por creerlo interesante, que sir John Lubbock fue, como Silvestre Bonnard, un arqueólogo dedicado a las ciencias naturales en el ocaso de su vida. (Nota del editor).