El espíritu de contradicción
Dos estudiantes, que habían sido condiscípulos en una universidad, y que hacia muchos años no se habían visto, se encontraron en una calle por casualidad.
— ¡Hola, Perico! ¿cómo te va? dijo el uno.
— Muy bien, Antonio; me casé después que concluimos la carrera.
— Buena noticia.
— No muy buena, porque era una mujer perversa.
— Mala noticia.
— No muy mala, porque me trajo de dote cuatro mil duros.
— Buena noticia.
— No muy buena, porque emplee ese dinero en carneros, y se han muerto de la viruela.
— Mala noticia.
— No muy mala, porque he vendido las pieles y he sacado mas de lo que ellos me hablan costado.
— Buena noticia.
— No muy buena, porque llevé el dinero á casa, y la casa se quemó.
— Mala noticia.
— No tan mala, porque en ella estaba mi mujer, y se quemó también.