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El general Borges

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JULIÁN
Pa hablar de esto soy sin freno:
es el muy mentao Canario
General Borges, corsario
pa todo lo que es ageno;
hoy por estar tan reyeno
no quiere esponer su vida,
que es cada vez más querida
cuanti más vieja ella esté;
y trata no estar de a pie
porque puede haber corrida.

En el Norte es prestigioso
y ese es todo su consuelo...
Con las vacas de aquel suelo,
su protetor generoso;
pa toda hacienda es famoso,
ni deja la restriyada
cuando de noche la arriada.
La corta pa el Uruguay
es liendre como no hay
para hacer una voltiada.

Con la paga del estao
y el ganao que da de baja,
ha yenao tanto su caja
que el valor se le ha aflojao.
Tamién ha hecho demasiao
por supuesto... pa el bolsiyo...
miles vacas y noviyos
y yeguas por tracaladas
pastean por las quebradas,
con su marca en el codiyo.

Hoy ya precisa sociego
poniendo el bulto en remojo,
por eso se ha güelto flojo
pa andar metido en el juego;
a más está cuasi ciego
pero no ha sido en pelea,
sino una noche muy fea
que rastriaba un ganadito,
por poco, un rayo bendito
los dos ojos le tapéa.

Conociendo su vivesa,
nunca le faltan amigos
que en él, encuentran abrigo
para apadrinar sus presas,
ansí es, que pa cosas gruesas
le piden su parecer,
pues los sabe proteger
si le promete el negocio,
sin decir, que como socio
es prenda de gran valer.

Cuando salió a visitar
los pueblos de la Campaña,
un compinche de sus mañas
lo embitó pa merendar;
se hizo algo de rogar
y almitió con condición
que pasará embitación
a los vecinos del pago,
para ofertarles un trago
y asigurar la Elición.

Jue en lo de un Viejo bozal
paisano del tal canario,
que hoy es alcalde ordenario,
conocido por Marcial.
¡Ah día que echó su pial!
A Borges le menudiaba,
ese sí lo levantaba
dende el cielo hasta el infierno,
pucha con el mozo tierno,
¡como macho relinchaba!