El héroe/Primor XIV

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Primor XIV

Del natural imperio


Empéñase este primor en una prenda tan sutil, que corriera riesgo por lo metafísico si no la afianzaran la curiosidad y el reparo.

Brilla en algunos un señorío innato, una secreta fuerza de imperio que se hace obedecer sin exterioridad de preceptos, sin arte de persuasión.

Cautivo César de los isleños piratas, era más señor de ellos; mandábales vencido y servíanle ellos vencedores. Era cautivo por ceremonia y señor por realidad de soberanía.

Ejecuta más un varón de estos con un amago que otros con toda su diligencia. Tienen sus razones un secreto vigor, que recaban más por simpatía que por luz.

Sujétaseles la más orgullosamente sin advertir el cómo, y ríndeseles el juicio más esento.

Tienen estos andado mucho para leones en humanidad, pues participan lo principal, que es señorío.

Reconocen al león las demás fieras en presagio de naturaleza y, sin haberle examinado el valor, le previenen zalemas.

Así a estos héroes, reyes por naturaleza, les adelantan respeto los demás, sin aguardar la tentativa del caudal.

Realce es este de corona y, si le corresponden la eminencia del entendimiento y la grandeza del corazón, no le falta cosa para construir un primer móvil político.

Viose entronizada esta señoril prenda en don Hernando Álvarez de Toledo, señor más por naturaleza que por merced. Fue grande y nació para mayor, que aun en el hablar no pudo violentar este natural imperio.

Dista mucho de una mentida gravedad, de un afectado entono, quintaesencia de lo aborrecible, no tanto si es nativa, pero que está muy al canto del enfado.

Pero la mayor oposición mantiene con el recelo de sí, con la sospecha del propio valor, y más cuando se abate a desconfianza, que es del todo rendirse al desprecio.

Fue aviso de Catón y propio parto de su severidad, que debe un varón respetarse a sí mismo y aun temerse.

En que se pierde a sí propio, el miedo da licencia a los demás, y con la permisión suya facilita la ajena.