El justo por el pecador
Cometió un delito de pena capital el herrero de un pueblo, en aquella época en que los alcaldes juzgaban, sentenciaban y hacian ejecutar las sentencias, sin mas consulta y sin mas aprobación.
Los vecinos, que eran en su mayor parte labradores, se juntaron cuando supieron la sentencia, y se presentaron ante el alcalde pidiendo el indulto del reo.
— Conozco, señores, que tienen Vds. razón, dijo el alcalde; pero la ley es ley, y la justicia justicia; tenemos una cuenta con ella, y es necesario pagarla.
— Vecinos y hombres buenos, dijo el secretario (que se propasaba á tomar la palabra porque su opinion era escuchada con gusto), por un lado veo que el herrero hace mucha falta, porque no hay otro; al mismo tiempo la justicia exige que muera un hombre: la cuestion es difícil, pero yo encuentro una salida. Solo tenemos un herrero, pero tenemos dos tejedores que no tienen trabajo; ahorquemos á uno de ellos, y llevemos el herrero á su fragua.
Esta proposicion fue recibida con entusiasmo.