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El labrador y la linterna

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El labrador y la linterna.

Durante el sitio de Amiens se dio por orden general que nadie pudiese salir de casa de noche sin linterna. En la misma de aquel dia se presentó un labrador con la suya en la mano.

— Tu linterna, gritó el centinela.

— Héla aquí.

— Sí; pero no tiene vela.

— En la orden no se dice que la tenga.

En la mañana del dia siguiente se dio nueva orden mandando que nadie saliese sin una linterna con su vela.

En aquella tarde, al anochecer, se presentó el mismo hombre con su linterna y su vela.

— ¿En dónde está tu linterna?

— Hela aquí.

—¿Y la vela?

— Hela aquí. — Pero no está encendida.

— En la orden no se ha mandado que lo esté, ¡qué diablo! esplicaos claro si queréis que os entiendan.

Fué necesario publicar una tercera orden, en que se prohibía salir sin una linterna en la que se llevase una vela encendida.