El loco por la pena es cuerdo
— ¡Quién vive! gritó un centinela al observar en una oscura noche que un bulto se aproximaba con lentitud al cuerpo de guardia.
— Jesús Nazareno, contestó una voz llena de robustez y majestad.
Sin saber qué hacer el inesperto militar, llamó al cabo de guardia, que avanzó con dos números hacia el objeto indicado.
—¿Quién es? preguntó á su vez.
— ¡Jesús Nazareno! repitieron por toda contestación.
Amostazado el cabo, se acercó y descargó sobre el infeliz que así contestaba tantos palos, que lo dejó medio derrengado; luego, aproximando la luz de la linterna, reconoció en el apaleado á un caballero célebre por sus escentricidades ó mas bien locuras.
—¿Por qué no se ha anunciado V. por su nombre y nos hubiéramos ahorrado este disgusto? le dijo el cabo.
— Líbreme Dios de tal disparate, repuso con calma el desgraciado demente. Si diciendo que soy Jesús Nazareno me han tratado Vds. de tal modo, ¿qué no hubieran hecho conmigo diciéndoles quién era?