El profeta/La Religión
La Religión
Y un viejo sacerdote dijo: Háblanos de la Religión.
Y él respondió:
¿Acaso he hablado hoy de otra cosa?
¿No son todos los actos y todas las reflexiones, religión? ¿Y aún aquello que no es acto ni pensamiento, sino un milagro y una sorpresa brotando siempre en el alma, aun cuando las manos pican la piedra o atienden el telar?
¿Quién puede separar su fe de sus acciones o sus creencias de sus ocupaciones?
¿Quién puede desplegar sus horas ante sí mismo diciendo: "Esto para Dios y esto para mí; esto para mi alma y esto para mi cuerpo?"
Todas nuestras horas son alas que baten a través del espacio de persona a persona.
El que usa su moralidad como su más bella vestidura mejor estaría desnudo.
El sol y el viento no desgarrarían su piel.
Y aquel que define su conducta por medio de normas, apresará su pájaro cantor en una jaula.
El canto más libre no sale detrás de alambres ni barrotes.
Y aquél para quien la adoración es una ventana que puede abrirse pero también cerrarse, no ha visitado aún la mansión de su espíritu cuyas ventanas se extienden desde el alba hasta el alba.
Vuestra vida de todos los días es vuestro templo y vuestra religión.
Cada vez que en él entréis llevad con vosotros todo lo que tenéis.
Llevad el arado y la fragua, el martillo y el laúd.
Las cosas que habéis hecho por gusto o por necesidad. Porque en recuerdos, no podéis elevaros por encima de vuestras obras ni caer más bajo que vuestros fracasos.
Y llevad con vosotros a todos los hombres.
-Porque, en la adoración, no podéis volar más álto que sus esperanzas ni humillaros más bajo que su desesperación.
Y si llegáis a conocer a Dios, no os convirtáis en aclaradores de enigmas.
Mirad más bien alrededor de vosotros y lo veréis jugando con vuestros hijos.
Y mirad hacia el espacio; lo veréis caminando en la nube, desplegando sus brazos en el rayo y descendiendo en la lluvia. Lo veréis sonriendo en las flores y elevándose luego para agitar sus manos en los árboles.