Elementos de economía política: 16
Apariencia
§. VII. Clasificación de las industrias.
[editar] 113. La producción de los productos materiales se reduce a tomar las primeras materias y a devolverlas en un estado en que tengan mayor valor, lo cual se efectúa por la acción de la industria.
En realidad no hay más que una industria con una multitud de artes diferentes; pero ha parecido más cómodo para estudiar la acción industrial formar grupos principales y reunir en cada grupo las profesiones que tienen entre sí alguna analogía. De esta suerte se distinguen generalmente los trabajos:
- 1.º De la industria agrícola o de la agricultura.
- 2.º De la industria fabril o de la industria propiamente hablando.
- 3.º De la industria mercantil o del comercio.
114. Así se clasifican, bajo el título de industria agrícola, todos los trabajos que tienen por objeto tomar a la naturaleza las primeras materias, aun las que no suponen el cultivo del suelo: tales son los productos del cazador, del pescador y del minero.
115. Del mismo modo se pueden comprender bajo el título de industria fabril todos los trabajos que se ejercen sobre una materia primera, aun cuando no se elaboren más que para el propio consumo. Todos los trabajos mujeriles que se hacen en el interior de las familias son, en rigor, trabajos fabriles o manufactureros.
116. Por último, se clasifican en la industria mercantil todos los trabajos que tienen por objeto revender lo que se compra, sin hacer experimentar a los productos más trasformación esencial que el trasporte y la división por partes, a fin de que el consumidor pueda proporcionarse la cantidad que necesita y en el punto en que le es cómodo hallarla. Lo mismo se comercia en las más vastas factorías, que en las más humildes tiendas: las aguadoras que van gritando por las calles ejercen un comercio.
117. Estas clasificaciones son arbitrarias, porque lo mismo en el orden moral que en el físico, más parece que la naturaleza ha querido borrar que marcar las clasificaciones. Los modos con que pueden modificarse y apropiarse a nuestro uso las cosas se funden unos en otros con imperceptibles matices. El cultivador es fabricante cuando pisa la uva para sacar vino; el hortelano es comerciante cuando lleva sus verduras a la plaza; el mismo comerciante invade las atribuciones del fabricante por poco que modifique los efectos sobre que ejerce su comercio. Cada familia tiene un caudal de tierra en su huerto y un taller en su cocina; en suma, pues que las ocupaciones de la sociedad entera no son más que una serie continua de cambios, todos somos comerciantes.
118. M. Dunoyer ha propuesto formar una cuarta división o clase, la de la industria extractiva [1], que comprenda el beneficio de las minas, de los bosques, de las pescas, y en fin, todos los que tienen por objeto una extracción, y no pueden sin alguna violencia incluirse en las tres grandes divisiones clásicas. En el actual estado del desarrollo industrial, esta adición a la nomenclatura no es inoportuna.
119. Por otra parte, Destutt de Tracy, en su Tratado de Economía política [2], después de haber sentado que todas las operaciones de la naturaleza y del arte se reducen a trasmutaciones, a mudanzas de forma y de lugar, admite solamente dos industrias: la relativa a la mudanza de forma, que es la industria fabricante, inclusa la agricultura; y la relativa a la mudanza de sitio, que es la industria mercantil, y que M. Dunoyer denomina también industria trajinera o acarreo. No es malo familiarizarse con estas divisiones, pues así se acostumbra la mente a los análisis y a las comparaciones.
120. M Dunoyer, siguiendo el orden más sencillo y según el cual obran sobre el mundo material las grandes clases de las artes, las examina en el orden siguiente:
- 1.º La industria extractiva;
- 2.º La industria trajinera;
- 3.º La industria fabril;
- 4.º La industria agrícola.
«No sé, dice, si de las artes que obran sobre las cosas la agricultura es la más importante; pero probablemente es la más difícil, pues es la última que se perfecciona.» En efecto, en las operaciones de esta clase de trabajos interviene la vida.
Vemos, pues, que M. Dunoyer separa en dos partes lo que demasiado generalmente se llama el comercio; da un nombre particular al arte de trasladar las cosas, y reserva el nombre de comercio para la operación de los cambios, que es realmente común a todas las industrias.
121. Mucho se ha disputado sobre la preeminencia de las diversas industrias. Mientras se ha creído que el oro y la plata eran las únicas riquezas, no se ha concedido la facultad de producir más que a las minas de metales preciosos, y por mucho tiempo la América se ha considerado como el país más productivo de la tierra. En sentir de los que sostienen este sistema, llamado exclusivo o de la balanza de comercio; solo el comercio, y lo que es más, solo el comercio con el extranjero puede aumentar las riquezas de un país que no tiene minas. Los fisiócratas, o sean los economistas del siglo XVIII, han querido probar que los productos de la agricultura son las únicas riquezas [3]; otros, en fin, han exagerado la importancia de las fábricas; pero en el día sabemos que el valor de un producto cualquiera es exactamente de la misma naturaleza que el que reside en el oro y la plata, puesto que puede adquirir por medio del cambio los mismos objetos que pueden adquirirse por medio de estos metales; y sabemos también que ese valor, que constituye nuestras propiedades y nuestras riquezas, puede ser el resultado de las operaciones de la industria agrícola, de la industria fabril y de la industria mercantil.
122. Justo es decir que en algunos países predomina una de esas tres industrias; así puede asegurarse que, en general, la España y la Francia son más particularmente agrícolas, la Inglaterra fabricante y la Holanda comerciante.
123. Las industrias que comprenden las artes que obran sobre las cosas no son exclusivamente de la jurisdicción de la economía política; otras ciencias hacen de ellas el objeto de sus estudios bajo otros aspectos; del mismo modo, reservando a todas las ciencias morales el oficio que les correspondo, también la economía puede, sin salirse de su terreno y bajo el punto de vista de la producción y de la distribución de los productos inmateriales, comprender en sus investigaciones las artes que obran sobre los hombres. M. Dunoyer es el economista que más a fondo ha tratado este asunto [4]. Veamos la clasificación que da:
- 1.º Las artes que tienen por objeto la conservación y mejora del hombre físico: el baile, la esgrima, la equitación, la gimnástica, la natación, el arte del médico, del cirujano, del dentista, del oculista, etc.
- 2.º Las artes que contribuyen al cultivo de la imaginación y de las facultades afectivas; la pintura, la escultura, la música, la poesía; en una palabra, las bellas artes.
- 3.º Las artes que contribuyen a la educación de nuestras facultades intelectuales: las ciencias, la literatura, la enseñanza.
- 4.º Las artes que contribuyen a la formación de los hábitos morales: el sacerdocio, el arte de gobernar.
124. El cultivo de casi todas estas artes se comprende hoy en la expresión de profesiones liberales. Podríase, pues, decir, en contraposición a las tres grandes industrias agrícolas, fabril y mercantil, la industria liberal, si este, adjetivo liberal no pareciese en verdad demasiado arrogante, atendidas las ventajas que presentan las industrias más particularmente llamadas industriales. Creemos igualmente que debe renunciarse también a decir industria intelectual, porque se necesita en agricultura, en comercio, en fábricas, tanta inteligencia como en las profesiones que suelen llamarse intelectuales. Por lo demás, es estudio todavía muy imperfecto el de la equivalencia de los ejercicios y las facultades.
- ↑ Journal... Diario de los Economistas (t. III, pág. 1), y en su obra De la libertad del trabajo (t. II, pág. 106).
- ↑ Esta obra forma la parte cuarta de su Ideología.
- ↑ Para comprender bien la teoría fisiocrática, véase lo que se dice en el cap. XI, DE LA TIERRA.
- ↑ En su excelente libro titulado De la libertad del trabajo.