En batalla temerosa

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LXXIV


E

n batalla temerosa

andaba el Cid castellano
con Búcar, ese rey moro,
que contra el Cid ha llegado
á le ganar á Valencia
que el buen Cid ha conquistado.
Los condes de Carrión
en ella se habían hallado,
y contra un infante de ellos

Fernán González llamado,
un moro viene corriendo
con fuerte lanza en su mano;
fuerte muestra el moro ser
según viene denodado.
El conde, que vido al moro
huyendo va por el campo.
No lo había visto ninguno
para que sea publicado,
sino fuera don Ordoño:
escudero es muy honrado
que del buen Cid es sobrino
de Pedro Bermudo hermano.
Ordoño fué contra el moro,
con su lanza lo ha encontrado,
y firiéndolo en los pechos
pasólo de lado á lado.
El pendón que va en la lanza
todo sale ensangrentado;
el moro cayera muerto,
don Ordoño se ha apeado
y el caballo que traía
con las armas le ha tomado.
Llamó á su cuñado el conde,
esto le estaba hablando:
—Cuñado Fernán González,
tomad vos este caballo,
decid que al moro matasteis
que en él venía cabalgando;
que en días que yo viviere
non diré yo lo contrario,
non faciendo vos por qué
siempre se estará encelado.—
Estando en estas razones
el buen Cid había llegado,
á un moro venía siguiendo

y muerto le ha derribado.
Don Ordoño dijo al Cid:
—Señor, este yerno honrado
que por bien os ayudar
un moro mató en el campo
de un golpe que le dió,
suyo fizo este caballo.—
Mucho le plugo al buen Cid
de lo que le había contado,
cuidando decir verdad
mucho á su yerno ha loado.
Juntos van por la batalla,
firiendo van y matando,
y en moros que los aguardan
haciendo van grande estrago.