Ir al contenido

Escenas matritenses/Introducción

De Wikisource, la biblioteca libre.
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

INTRODUCCION.



Cuando por enero de 1832 empecé á publicar en el único periódico literario de aquella época estos festivos bosquejos de nuestras costumbres contemporáneas, estaba muy lejos de pensar que llegaria un dia en que por tercera vez hubiera de presentarlos á un público indulgente, que desde su primera aparicion los recibió con singular bondad.

Las razones que entonces me movieron á emprender aquella agradable tarea, fueron ya espuestas en la introduccion que precedió á la anterior edicion de esta obrita bajo el titulo de PANORAMA MATRITENSE; el pensamiento movil que me dirijió, no fue otro, que el de hacer frente a las menguadas pinturas que de nuestro caracter y costumbres trazan los novelistas estrangeros, y ensayar al mismo tiempo un nuevo género literario, género ligero, propio de este siglo inconstante, y que á tan alto punto habian elevado Adisson y Jouy en Inglaterra y Francia. Aquella sana intencion debió servirme de disculpa para escusar tamaño atrevimiento, y á ella sin duda más que á otros méritos, debo atribuir la simpatia con que estos débiles ensayos fueron acogidos del público español.

He dicho que este género de literatura era nuevo en nuestra patria, no porque fuese desconocido de nuestros novelistas y poetas dramáticos, sino porque unos y otros, por desgracia, habian enmudecido desde principios del siglo actual, y con muy ligera escepcion, apenas podia hallarse cuadro alguno referente á nuestra sociedad contemporánea. Los brillantes ensayos escénicos de algunos. poetas cuyas frentes se ostentan ya engalanadas con merecido laurel, eran los únicos destellos de vitalidad que daba en este punto nuestra abandonada literatura.

Faltaba, pues, y falta todavia cultivar entre nosotros la novela moderna, género el mas propio para pintar holgadamente los caracteres, la acción y el idioma vital de la sociedad; género que ha penetrado en el recinto de la historia; ha substituido á la poesia épica; ha luchado ventajosamente con el drama; y ha llegado á hacer populares hasta los recónditos misterios de las artes, avasallando de este modo la imaginacion, y todos los medios de que se puede valer la filosofía para pintar al corazon humano. Pero esta aplicacion del ingenio, esta obra concienzuda de la razon, requiere cierta calma en el escritor, cierta tranquilidad en el pueblo, que desgraciadamente no hemos podido aun disfrutar en lo que va de siglo; y á esta causa puede atribuirse la singularidad de que nuestra nacion, contando entre sus escritores antiguos á los autores del Quijote, del Guzman de Alfarache, del Gran Tacaño, del Diablo cojuelo, y aun debiéramos añadir, del Gil Blas, no haya producido en el siglo actual, ni el mas lijero ensayo de un género en que tiene tan superiores modelos propios que imitar.

La prensa periódica, dominante hoy día por su influencia política y literaria, y el teatro, espectáculo movil y halagüeño, que mas como pasatiempo que como objeto de estudio, goza siempre del favor popular, eran, pues, los únicos recursos que quedaban al escritor de costumbres, en medio de una sociedad agitada é inconstante, que ni puede interesarse sino rápidamente por los caracteres y acciones fingidas; ni quiere fijar sus miradas sino en publicaciones periódicas, que nacen hoy para morir mañana; ó en los juegos de la escena que entretienen el ánimo sin fatiga del espectador.

Pero las nuevas doctrinas literarias, y la influencia de la moda europea, parecian cerrar tambien por algunos años hasta el mismo teatro á la pintura clásica de las costumbres contemporáneas, y afectarle particularmente á la de una sociedad antigua y misteriosa, que por su exageracion y estravagancia mas bien que histórica pudiéramos llamar novelesca é ideal; y los caracteres privados, los ridículos de la vida comun, no lograban escitar el interes del auditorio, subyugado ya diariamente con grandes y trágicas sensaciones, con ruidoso aparato, con magnífica entonacion.

La pintura festiva, modesta y natural de los usos y costumbres del pueblo, tuvo, pues, que abandonar por un tiempo determinado, el libro y la escena; tuvo que refugiarse al periódico, y subdividirse en minimas partes para hallar todavia auditorio. Cervantes mismo escribiendo en época semejante, hubiérase visto precisado á reducir sus cuadros á esas pequeñas proporciones; su inmortal novela, arrojada en medio de nuestra turbulenta sociedad, apenas habria conseguido lectores, sino es dispensándoles sus capítulos á guisa de folletin.

Todos los géneros literarios tienen sin embargo sus ventajas respectivas, y el de los artículos sueltos de costumbres, á mas de la rápida popularidad, tiene la de poder encerrar en cortos límites todas las condiciones de un drama ó una novela; y acaso conseguir interesar mas la mente del lector por lo incisivo del pensamiento y por su marcha desembarazada de episodios; asi como suele acontecer al ligero epigrama puesto en parangon con la cansada sátira ó con el filosófico discurso.

Sin embargo, como estas ligeras obrillas suelen ser hijas de las influencias del momento en que se publican; como por lo general el autor que á ellas se dedica no puede subordinarlas todas á un pensamiento comun, y por muy independiente que sea de las circunstancias pùblicas, escribiendo en diversas épocas, bajo distintas impresiones, ha de revelar forzosamente la marcha de los sucesos, y hasta la de su propia edad; por eso es preciso que los lectores tomen en cuenta la fecha de cada cuadro, y se trasladen, si es posible, con la mente, al punto de vista en que les colocó el pintor.

El autor de estas ESCENAS faltaria á la verdad si negara que su pensamiento primitivo fue el de escribir una obra de costumbres contemporáneas; pero sujetándola á una sola accion, dándola la estension conveniente, y desplegando en ella segun creyera oportuno los caracteres respectivos. Sentadas quedan las razones que tuvo para renunciar á su propósito, y para reducir á simples bocetos los varios episodios del cuadro que tenia imaginado, renunciando á la ventaja de presentarlos reunidos en un solo grupo y subordinados á una accion simultánea; aunque adquiriendo por otra parte la de ofrecerlos vestidos con los colores de cada dia, y tambien que su aparicion fuese tan rápida que no diese lugar á una gran atencion ni á una despiadada censura.

El largo periodo de diez años transcurridos desde el primer articulo de esta coleccion hasta el último, ha sido tan fecundo en contrastes y en peripecias, ha modificado en tanto grado la fisonomía de nuestro pueblo, sus gustos é inclinaciones, y hasta el lente mismo del observador, que seria injusticia juzgar los primeros ensayos de este bajo el punto de vista del dia. Y cualquier lector por poco que medite, echará de ver en la primera série de estos artículos (que se refiere principalmente á los años 32 y 33) una notable diferencia con la otra que abraza desde 1836 hasta el dia. En aquella, al paso que el reflejo de una sociedad reposada en su estado normal, ó si se quiere en la indiferencia política, observará tambien la timidez del escritor delante de la censura, su falta de práctica en el estilo, y hasta la espontaneidad incorrecta y los risueños colores de una imaginacion juvenil: y en la segunda acaso llegará á descubrir mas intencion filosófica, mas madurez en la razon, mas soltura en el estilo: asi como en la sociedad descrita, mas movimiento político, mayor energia y vitalidad.

Si el autor de estos articulos hubiera consultado solo á su propia voluntad, quizás habria suprimido por entero la primera parte como infinitamente mas débil; pero ha debido sacrificar el amor propio à la razon, y no solo conservarla, sino privarse de toda alteracion sustancial en ella, por parecerle que de este modo ofrece mas sensible su primitivo colorido, y hace resaltar mas el contraste de aquella época y la que describe despues.

Espuestas francamente las razones que tuvo presentes para dedicarse á cultivar este ramo de la literatura moderna, queda á cargo del lector el apreciar los reducidos medios intelectuales de que para desempeñar esta tarea le fue dado disponer. Entre ellos sin duda sobresaldrá la voluntad y buena fé, asi como la constancia en el propósito, llevado á cabo al través de épocas borrascosas en que los sucesos públicos absorvian todas las atenciones. Quizás hubiera podido dar mayor interes á este trabajo, realzándole con el barniz político que tan apreciado es por los lectores del dia; pero entonces hubiera perdido su caracter inofensivo y permanente, en gracia de una momentánea popularidad. El autor de esta obrita no aspira á tan ruidosos triunfos. Satisfecho con la simpatia que haya podido escitar en el sencillo lector, renuncia desde luego á la arrogante aprobacion de los sabios, ó al alto patrocinio del poder; y solo alega como único mérito y disculpa de su insuficiencia, la circunstancia de no haber suscitado con sus escritos el menor agravio; ni convertido su pluma en instrumento de venganzas, de interes ageno, ni de propio engrandecimiento.