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Revisión del 20:35 7 feb 2021
170 éste no lo estrangulara, en lo que anduvieron desacerta- dos, el confiado jefe de la marineria amaneció, pocos dias después, con tamaña boca abierta en el mismísimo corazón. Como lógico y natural era, todas las sospechas cayeron sobre él; pero como no hubiese pruebas ni semipruebas y él aseguraba, á pies juntillas, jurando y perjurando su inocencia «por la maresita santa,» asegurando que tal vez aquel «desaborio» se había «suicidao, para hacerle ese flaco servicio, se le engrilló y encerró en la cantina para que las autoridades letradas de tierra lo juzgaran. Y al llegar el buque mercante à Montevideo, como se trataba de un bicho peligroso por sus antecedentes, y previendo las precedentes, las autoridades inilitares lo enviaron al presidio del cerro, mientras le llegaba la hora de que lo ahorcasen. Pero, Palomino, aunque algo retaco y no muy corpulento, tenla las fuerzas de un toro y era tan håbil, ieso si!, que de la noche à la mañana desapareció de su celda, a pesar de la remachada barra de grillos con que alli lo tenían en conserva, encontrándose rotas las rejas de la prisión y, lo que es más asombroso aún, dos centinelas muertos y con el cráneo despedazado, valiéndose, sin duda, para ello de los mismos grillos, no sabiéndose nunca cómo rompiera el remache ni cómo biciera lo mismo con la reja. Es claro que al verse en libertad el monte se le volveria orégano. Noticias hay de que muy luego torno á su anti. guo «oficio» de contrabandista, asociándose a otros «nenes» de su calaña, hasta que, cansado probablemente de esa vida tan agitada y perseguida resolvió, por bien, levan- tarse con sus ganancias y las de sus socios y, no lograndolo, se levantó, por mal, asesivándolos cuando dormían y él se hallaba de guardia. Establecióse entonces con un garito en la frontera, y una noche, en que se hallaba descuidado, lo que acontecia rara vez, los tahures que allí había le robaron las ganan- cias y el capital que ocultaba en un arcón. Lo sospecho y más tardó en cerciorarse de la verdad que en emprenderla á trabucazos con los tahures.