Fantasía al Sr. Muriel: 1
Fantasía
[editar]DON BARTOLOMÉ MURIEL
EN PRENDA DE AMISTAD.
FANTASIA.
Bruselas, 21 de febrero de 1852.
I
[editar]¿Imaginas que son, Muriel amigo,
Barreras para mi tiempo y distancia?
¿Piensas que porque Flandes me dá abrigo
Mientras tu habitas en la inquieta Francia
Mi voz no puede platicar contigo,
Mi pié no puede visitar tu estancia?
¡Error! por tí los imposibles puedo
Y aunque de Francia parto en Francia quedo.
¿No sabes que el poder de los poetas
es inmenso, Muriel: que cuanto tocan
Hechizan con su mágia: que, sujetas
A su poder, las almas se convocan
A oirles: que con prácticas secretas
Hablan con el ausente, al muerto evocan,
Redifican de un soplo las ciudades
y hacen retroceder á las edades?
Sus órdenes no sabes que obedecen
Ejércitos de genos que á millares
Amigos por dó quier les favorecen,
Haciendoles los montes y los mares
Trasponer: que dó quiera se aparecen
Sin respetar ni tiempos ni lugares:
Para quienes no hay diques, ni barresa,
Policias, aduanas, ni fronteras?
¡Mísero amigo mio! ese medroso
Són que á los pies de tu callado lecho
Pecibes con pavor, que tu reposo
Turba agitando tu apenado pecho,
No es del chisporroteo bullicioso
Que alza tu lamparilla, en el estrecho
Círculo ahogada del cubierto vaso:
Es el rumor de mi imprevisto paso.
Soy yo que, los espacios transponiendo,
De mi secreta mágia con el arte
En alcázar fantástico pretendo
Te cairelado lecho transformarte.
Soy yo, Muriel, que, ante tu fáz abriendo
Su dorado cancel, voy á guiarte
A través de una esplendida morada
Por misteriosos seres habitada.
Sí, yo soy quien asalto tu aposento.
Despierta, pues; la inspiracion aora
En mis entrañas inflamarse siento
Con fuego creador que las devora.
Incapáz de guardar mi pensamiento
El tropel de delirios que atesora,
Va á romper impetuoso sus barreras
Y á lanzar en la sombra sus quimeras.
Yo, poeta que al mundo fui evocado
Del fondo de una abierta sepultura,
Camino de fantasmas rodeado,
Sueños de mi creencia y mi locura.
Manes que sus sepulcros han dejado
Para seguirme por la tierra oscura,
Conmigo van y con mi aliento aspiran,
Dó quier me cercan y dó quier me inspiran.
Sobre sus alas con errante vuelo
Los antros mas recónditos visito,
De la pasada edad levanto el velo,
En sus viejos alcázares habito,
El sueño de sus héroes desvelo,
Sus caballeros á la lid concito,
Y al éco audaz de mi inspirado acento
Acuden cabalgando sobre el viento.
A veces á la luz de las estrellas,
Por una soledad no conocida
Ni habitada jamás, sigo sus huellas
Escuchando el relato de su vida
En una lengua cuyas frases bellas
Una armonía ecsalan nunca oida,
Y sin ausilio de palabra ó letra
En mi encantado corazon penetra.
En aquellas fantásticas regiones
El tesoro riquísimo se encierra
De aquellas misteriosas tradiciones
Que la historia veráz de sí destierra,
Mas que de sus recónditos rincones
Tenaz la poesía desentierra,
Y que, al amparo de la fé y del arte,
Forma en su region un mundo aparte.
Allí estan las trastísimas bellezas
Que lloraron incógnitos amores:
Los héroes sin préz cuyas proezas
No ensalzaron jamás los trovadores:
Armado el paladin de todas piezas,
Coronadas las vírgenes de flores,
Tendidos los de oriente sobre chales
Ornados con moriscos almaizales,
Allí estan las purísimas mujeres
Que, encerradas en santos monasterios,
Conversaron del cielo con los seres
De la virtud sondando los misterios:
Que oyeron en sus místicos placeres
De los santos Querubes los salterios
Y cuyo corazon, libre de amores,
Se espigó y se secó como las flores.
En medio de estos seres ideales,
Que no estan amasados con la escoria
De que fuimos formados los mortales,
La vanidad de la mundana gloria
Desprecio y hallo bálsamo á los males
De nuestra frágil vida transitoria,
Tegido espeso de miserias largas,
De dias de pesar y horas amargas.
Allí és donde, á la luz de las creencias
De nuestra infancia, quemo á las memorias
De nuestra hermosa patria las esencias
De la fragante poesía. Historias
Cuyo relato embarga las potencias
Son las de estas visiones ilusorias,
Campañeras alegres de mis cuitas,
De edad mejor imágenes benditas.
Espíritus que entorno de mi lecho
Velan y por mi bien se multiplican,
La pesadilla auyentan de mi pecho,
Mis penosos ensueños dulcifican,
Del corazon en la impureza hecho
Los malignos intentos purifican,
Y transforman el campo de mi mente
En un florido Eden resplandeciente.
Ellos en mis vigilias solitarias
Me distraen con dulcísimas memorias,
Me hechizan con sus himnos y plegarias
Y á que escriba me incitan sus historias:
Por sus regiones vago imaginarias,
Abrazo sus visiones ilusorias,
Y entre creacion, con otros seres
Paso mi vida, parto mis placeres.
Por eso elijo las nocturnas horas
Para hacer el relato de mis cuentos,
Labrando en las tinieblas incoloras
Las torres de mis locos pensamientos.
Por eso de sus sombras protectoras,
Asaltando á favor tus aposentos,
Vengo á hacerte, Muriel, la pobre ofrenda
De esta loca y fantástica leyenda.
Tú que, amigo sincero, mis pesares
Cariñoso y leal has consolado:
Tu que del infortunio en los azares
Apoyo generoso me has prestado:
Tú que con honda fé de mis cantares
El poder misterioso has invocado
Del duelo y el afán como anatema
Escucharás benigno mi poema.
Tú que sabes del mundo retirarte,
Sin que pueda el turbion de sus insanos
Delirios en su vértigo arrastrarte:
Que de una noble sociedad de hermanos
Has sabido en tu cámara cercarte
Para escuchar mis cuentos africanos[1],
Quiero que dés tu nombre á la portada
De mi oriental leyenda de Granada.
¡Y ojalá dure la memoria mia
Cuanto duren los siglos venideros,
Y corra este papel, famoso un dia,
De la tierra los ambitos enteros:
Para que desde norte à mediodia
Vayan nuestros dos nombres compañeros,
Y el tuyo brille en la futura historia
Al resplandor de mi futura gloria!
Oyeme pues, Muriel antes que vuelen
Las horas de los sueños y visiones:
Antes de que los genios se desvelen
Contrarios de mis vagas creaciones,
Y las parleras áuras les revelen
El oculto poder de mis canciones:
Antes, en fin, que el Sol con rayos puros
Disipe mis poéticos conjuros.
Oyeme lejos del tumulto loco
De la revuelta sociedad, y fía
Que no nos faltará si yo la evoco
Para escuchar mis versos compañía.
Yo, que á mi voz animo cuanto toco,
Voy á poblar la atmósfera vacía
De multitud de espíritus atentos
Que contigo á la par oigan mis cuentos.
Al soplo de mi aliento poderoso,
Vá a circundarnos y á prestarme oido
Ese mundo de sombras vagaroso
Por tus preciosos lienzos repartido.
Ese mundo fantástico en reposo
Mantenido hasta hoy, va desprendido
Del muro à hacer de mi velada parte:
Porque; ¿qué hay imposible para el arte!
Yo amo, Muriel, los lienzos y esculturas
Que tu curiosa cámara guarnecen;
Sus soñadas ó históricas figuras
Amigos de mi infancia me parecen:
De otra vida anterior memorias puras,
Recuerdos que mi sér rejuvenecen,
Genios tal vez de mi ecsistencia guías,
Que la conducen á mejores dias.
La causa ignoro, mi razon no alcanza
Por qué ha unido, Muriel, mi loca ida
A un porvenir de luz y de bonanza
Cuanto el lugar de tu mansion rodea:
Mas cuanto en mis delirios de esperanza
Mi corazon, supersticioso, créa,
Lo veo de tus cuartos y pinturas
Ornado con los muebles y figuras.
Ellos han escuchado los primeros
De mi laüd morisco la armonía,
Y, á crëer en fanáticos agüeros
Padrinos son de la fortuna mia.
En brazos de esas damas y guerreros
Salen mis versos á la luz del dia
Y yo de su presencia no renuncio,
Crédulo en mi favor, al fáusto anuncio.
Yo, en el campo del arte peregrino,
Do quier del arte adorador profundo,
Que presentado á ser voy imagino
En brazos de las artes en el mundo:
Y pues me trajo entre ellas mi destino
A desplegar las hojas en que fundo
Mi esperanza á la gloria que ambiciono,
A ilusion tan dichosa me abandono.
Murillo, Rafaël, Salvator Rosa,
Piombo, Teniers, Tiziano, Stein, Morales,
Cuyas firmas de mano vigorosa
Leo sobre esos lienzos inmortales,
Aunque, viles, no logren otra cosa,
Para mis pobres cantos orientales
Yo de vuestra presencia los auspicios
Acepto con afan como propicios.
Y tú dulce y amante Garcilaso[2],
Cortesano cantor de los pastores,
Que cuenco pastoril el áureo vaso
Hiciste dó libaste tus amores:
Tú que entre miel y ámbar á tu paso
Sembraste versos que brotaron flores,
Vé si á los mios tu dulzura inspiras
Desde ese marco en que tenáz me miras.
Y vosotros bizarros personages,
Seres faltos de sér, á quien del caos
Para adornar sus fondos y paisages
Sacó el génio vivifico, animaos.
A mis Cristianos himnos y salvajes
Sonatas africanas despertaos:
La poesía en las pasadas eras
Movió los montes y domó las fieras.
Vivificaos, pues, y en torno mio
Agrupaos, ¡oh imágenes hermosas
Del amor, el pesar, la fé y el brio!
Venid ceñidas de fragantes rosas,
o devorado el corazon de hastío.
Visiones del desierto pavorosas,
Diana impura, llorosa Magdalena,
Vigorosa Judit, robada Elena[3].
Alba Severo, incógnitos señores
De plegados buelillos y valonas,
Apáticos flamencos fumadores,
Zagales cuyas cabras juguetonas
Pasto buscan de céspedes mejores,
Del marco desprended vuestras personas,
Formad una callada fantasía
Que auditorio idëal preste á la mia.
Revivid á mi acento, yo os conjuro,
Creaciones que estais en el dominio
De la imaginacion: congreso impuro
De Dioses ya sin cielo[4], del triclinio
Baja á mi voz, y aunque te sea duro
Renunciar del parnaso al patrocinio,
Ven á adorar en mis severos cantos
La gloria de otros númenes mas santos.
Venid lúbrica Vénus, rúbia Céres,
Diosas en otros tiempos inmortales,
Otros genios á ver y otras mugeres
Hollando vuestro altar y pedestales.
Nuevas Divinidades, nuevos seres
De prez y de virtud mas celestiales,
Dan hoy á una mejor mitología
Con mas íntima fé mas poesía.
¡Gracias, bellas quimeras! ya os percibo
Dejar de mis conjuros al acento
La vil materia en que creó cautivo
Vuestro ficticio sér un pensamiento.
Apréstate, Muriel: al soplo vivo
De mi fecundo é inspirado aliento,
Voy á abrir á tu atónita mirada
El recinto de la Arabe Granada.
- ↑ Habiéndome algunos amigos manifestado en París deseos de conocer mi poema de Granada, antes de su publicacion, se reunieron una noche en casa del Sr. Muriel para oirme leer algunos de sus libros ó cantos, á pesar de mi propósito de no manifestar su manuscrito. La circunstancia de hallarse presentes á esta lectura D. Fernando de la Vera y D. Cayo Quiñones de Léon, cuyos antepasados tomaron en la conquista de Granada no poca parte, y á cuyas hazañas consagro en mis versos no pocos recuerdos, me obligaron á continuar en siguientes noches la lectura de mi obra, á cuyo objeto reunió el Sr. Muriel una corta sociedad de amigos en su elegante casa. La amistad cordial que al Sr. Muriel me une y las agradables horas pasadas en sus aposentos, cubiertos de préciosos cuadros y llenos de artísticas curiosidades, me inspiraron esta fantasía: procurándome la ocasion de darle con ella un público testimonio de mi amistad, y de lo caras que son á mi corazon las memorias de la suya.
- ↑ Retrato del famoso poeta Garcilaso de la Vega: obra del Marone, discípulo del Tiziano, exstente en casa del Sr. Muriel.
- ↑ Bella copia del famoso cuadro de Allori (1535) existente en Florencia, y representando á Judith, la espada en una mano y la cabeza de Holofernes en la otra
- ↑ Lienzo de Cornelio Poclenbourg, representando la cena de los Dioses, y en el cual Júpites, Venus, Minerva, Neptuno y otras divinidades del paganismo aguardan los frutos que va á servirles Céres. Los demas nombres própios citados en estas octavas hacen alusion á diferentes cuadros, bustos ó esculturas que existen en casa del Sr.Muriel: como el retrato de Diana de Poitiers, por Bernadino Lucini; el del Mariscal de Biron, por Mignard; la estatueta en bronce del duque de Alba, paisajes, bodegones, batallas y marinas de Tierry Van-Bergen, Brawer, Palamedes, Morales, Stein, Salvator Rosa, David Teniers, etc.