Fantasmas del bosque
Esta interesante leyenda, india en su origen, y modificada despues en la época de la dominación jesuítica, es exclusiva de los Yerbales Paraguayos, y sus protagonistas son los mineros[1]
Gran parte de ella la debo á la amabilidad de mi particular amigo don Eloy Rodríguez, yerbatero de Tacurú-Pucú (costa paraguaya del Alto Paraná), y su complemento lo he recogido en los yerbales, de boca de los mineros, los que tienen, por esta leyenda, un gran respeto supersticioso; de modo que no ha sido poco el trabajo que me ha costado el poder reunirla á fuerza de trozos dispersos, usando de mucha paciencia y hasta fingiendo credulidad.
Dios, acompañado por san Juan y san Pedro, bajó á la tierra y se puso á viajar. Un día, despues de una jornada penosa, llegaron á casa de un viejito, padre de una hija jóven y bella, á quien queria tanto que, para que se conservara siempre inocente, fué á vivir con ella y su mujer en medio de un bosque espeso, en donde aún no habia penetrado hombre alguno.
El viejito era sumamente pobre; pero, á pesar de eso, tratándose de forasteros, los hospedó lo mejor que pudo y mato en su obsequio la única gallina que tenia, y se la sirvió de cena.
Al ver esta acción, y cuando quedaron solos, Dios preguntó a san Pedro y a san Juan qué harían ellos en su lugar, á lo que contestaron ambos que premiarían largamente al viejito.
Dios, entonces, lo hizo llamar, y le dijo estas palabras:
Y Dios la transformó en la planta de la yerba mate, y desde entonces la yerba existe, y, aunque se corte, vuelve á brotar.
Pero los mineros dicen que, en vez de transformarla en yerba, la hizo dueña de la yerba, y que existe aún en los yerbales, ayudando á los que hacen pacto con ella.
El minero que quiere hacer pacto con la Caá- Yarí, espera la Semana Santa, y si está cerca de un pueblo, entra á la iglesia y promete formalmente que vivirá siempre en los montes, se amigará con ella, jurando al mismo tiempo no tener trato alguno con otra mujer.
Hecho este voto, se encamina al monte, depositando en una mata de yerba un papel con su nombre y la hora en que volverá para encontrarse con ella.
El día de la cita el minero debe tener gran presencia de animo, pues la Caá-Yarí, para probar su valor, antes de presentarse, lanzara sobre él víboras, sapos, fieras y otros animales propios del monte, sin otro objeto que el de probarlo
En recompensa de su serenidad, se aparece la Caá-Yarí joven, hermosa y rubia. Entonces el minero renueva sus juramentos de fidelidad y desde aquel día, cuando va á cortar yerba, cae en un dulce sueño, durante el cual la Caá-Yarí le prepara el rairo[2] con diez y ocho á veinte arrobas de peso, acompañandole al despertar, y ayudándole á sostenerlo por detrás, hasta llegar á la balanza. Como la Caá-Yarí es invisible para todos, menos para él, se sube sobre el rairo, aumentando así su peso, al entregarlo. De esta manera la ganancia del minero es mayor, pues trabaja á tanto la arroba.
Pero, pobre del minero que le sea infiel con otra mujer! La Caá-Yarí despechada no perdona, mata.
Y cuando algun minero guapo muere en los yerbales de cualquier enfermedad, si él ha sido de carácter taciturno, por compañeros se susurran al oido: Traicionó á la Caá-Yarír La Caá-Yarí se ha vengado[3]!
Esta leyenda, mezcla de profano y de sagrado, salta á la vista que, en su origen, no debió ser así, pues la primera parte ha de haber sido agregada posteriormente.
El bosque se presta para las leyendaş, y raros son los países en que abunda, que no posean algunas, y hasta una misma se modifica muchas veces de provincia en provincia, como, por ejemplo, esta de la Caá-Yarí, que en el Brasil toma el nombre de Caá-Pora, que sin variar el nombre, sufre modificaciones considerables, según las distintas regiones.
- ↑ Minero: es un término yerbatero, empleado en el Paraguay, que sirve para indicar los peones que van directamente al monte á desgajar las plantas de yerba mate, y á esta operación se llama: trabajo de mina.
- ↑ Rairo es otro término yerbatero que sirve para indicar el paquete de hojas de yerba colocadas en una especie de red de cuero, de forma cuadrada y que el minero lleva á la espalda, sujetándola con dos asas debajo de los brazos. Generalmente pesa de 8 á 10 arrobas, ó sea 80 á 100 kilos.
- ↑ Inútil es decir que el que tiene pacto con la Caá-Yarí, guarda el más profundo secreto.