Fragilidades
Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.
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Es este picaro mundo,
tan abundante en rarezas,
que se vén cada minuto
si no cien, más de noventa,
vénse viejas relamidas
que las echan de doncellas,
y entre carmín y albayalde
su vetusta cara entierran.
Se ven viejos ochentones
que, cual un niño, pollean,
y hacen el amor a niñas
que pudieran ser sus nietas.
Militares retirados
que dó quiera que se sientan,
están liablando seis horas
de sus pasadas proezas.
Horterillas presumidos
que parecen tras la mesa
liguras de medio cuerpo
á quienes han dado cuerda.
Gentes que llevan peluca
tan bien arreglada y puesta,
que al levantarse el sombrero
se les vá detrás aquella.
Cantantes muy decantados,
a pesar de que berrean,
y que cantan en la mano
de tanto como solfean.
Personas que gastan gafas
por no distinguir de cerca,
y cuando quieren leer
las dejan sobre la mesa.
Hombres-mómias (jue se creen
los Adonis de las bellas,
sin reparar que en el mundo
son abadejos con piernas.
Periodistas embusteros
que andan a caza de nuevas,
y pollos que hacen el oso
rebajando las aceras.
Hombres que montan, sin ver
que ser montados debieran;
señores que llevan frac
debiendo llevar chaqueta;
chiquillos que fuman pipa
y quien se los fuma es ella;
cesantes con corbatín
de Dios guarde a usted, etcétera.
Sirvientas con miriñaque,
modistillas con pamela
usureros muy devotos,
amas de cría solteras...
Y, en fin, se vén tantas cosa»
que nos dan risa y revientan,
que a referíroslas todas
cuento de no acabar íuera.
Muchas más os contaría,
pero ya el sueño me aprieta
y se me clava en el pecho
esta maldecida mesa;
y se me cansa la pluma,
y se me vá la cabeza,
y se me agota la tinta,
y se me apaga la vela.