Gotas de ajenjo/XXVIII

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XXVIII

Como una águila fúnebre, fantástica y deforme,

la sombra de una nube se arrastra sobre el mar,

y el mar, eternamente palpitante y enorme,

no acierta a saber cómo

puede en su azul y gigantesco lomo

una mísera nube su silueta arrastrar.


Mas de pronto esa nube se ennegrece y se agita

y su sombra se agranda sobre el azul temblor;

ya es nubarrón obscuro, ya es noche que vomita

del abismo en el seno,

con el fragor terrible del huracán y el trueno,

es formidable boa del rayo asolador.


Y entonces el gran trémulo que su furor quebranta

contra las mudas rocas que intentan atajar sus cóleras siniestras, retuércese y se espanta,

porque se explica cómo

puede en su azul y gigantesco lomo

una mísera nube su silueta arrastrar.