Hacia tierra baja
Apariencia
I Rejas de hierro: rosas de grana. ¿A quien esperas, con esos ojos y esa ojeras enjauladita como las fieras, tras de los hierros de tu ventana? Entre las rejas y los rosales, ¿sueñas amores de bandoleros galanteadores, fieros amores entre puñales? Rondar tu calle nunca verás ese que esperas; porque se fue toda la España de Mérimee. Por esta calle –tú elegirás- pasa un notario que va al tresillo del boticario, y un usurero a su rosario. También yo paso viejo y tristón. Dentro del pecho llevo un león. II Aunque me ves por la calle, también yo tengo mis rejas mis rejas y mis rosales. III Un mesón de mi camino. Con un gesto de vestal, tú sirves el rojo vino de una orgía de arrabal. Los borrachos de los ojos vivarachos y la lengua fanfarrona te requiebran ¡oh varona! Y otros borrachos suspiran por tus ojos de diamante, tus ojos que a nadie miran. A la altura de tus senos, la batea rebosante llega en tus brazos morenos. ¡Oh, mujer, dame también de beber! IV Una noche de verano. El tren hacia el puerto va, devorando aire marino Aún no se ve la mar. * Cuando lleguemos al puerto, niña, verás un abanico de nácar que brilla sobre la mar. * A una japonesa le dijo Sokán: con la blanca luna te abanicarás, con la blanca luna a orillas del mar. V Una noche de verano, en la playa de Sanlúcar, oí una voz que cantaba: Antes que salga la luna. Antes que salga la luna. a la vera de la mar, dos palabritas a solas contigo tengo que hablar. ¡Playa de Sanlucar, noche de verano, copla solitaria junto al mar amargo! ¡A la orillita del agua por donde nadie nos vea, antes que la luna salga!