Historia IV:Arquitectura francesa

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Historia IV:Los artistas en Francia
Capítulo 4 – El Renacimiento
Arquitectura francesa​
 de Charles Seignobos


Los arquitectos franceses siguieron durante mucho tiempo edificando castillos en el estilo francés (apellidado gótico), e imitando solamente algunos pormenores de los monumentos antiguos. Los hermosos castillos del Loire, el de Amboise, el de Chenonceaux, el hotel de Cluny, en París, son castillos franceses. Tienen techos altos, grandes chimeneas adornadas, ventanas cruzadas. En el piso superior torrecillas y lucernas con adornos. El Palacio de Justicia de Rouen y la Torre Saint-Jacques, de París, son también monumentos góticos.

Los reyes de Francia, en sus expediciones, admiraron los monumentos de Italia y tomaron a su servicio arquitectos italianos. Francisco I mandó edificar el castillo de Fontainebleau con techos altos y chimeneas a la moda francesa; pero, para decorar el interior, mandó llamar italianos que no pintaron más que escenas antiguas (Alejandro y César, Venus y Marte), y su gusto vino a ser, poco a poco, el de los señores franceses.

Las construcciones siguieron siendo durante mucho tiempo medio francesas. El castillo de Chambord, empezado en 1519, terminado con posterioridad a 1554, tiene todavía torres, fosos, techos y chimeneas del estilo francés; sólo hay de antiguo algunos adornos, los capiteles y los medallones. La casa Ayuntamiento de París, empezada en 1533, tiene también ventanas, chimeneas y techos franceses. Fué, sin embargo, construída bajo la dirección de un arquitecto italiano que hacía mucho tiempo vivía en Francia.

En la segunda mitad del siglo XVI, los arquitectos franceses adoptaron los principios de los monumentos romanos. Ya no construyeron castillos, sino palacios, con frontones que adornaban columnas. Imitaron las columnas antiguas y sus distintas clases de capiteles. Admiraron la cúpula de San Pedro y no hicieron ya más que iglesias coronadas por una cúpula. Un italiano, Primatice, fué el arquitecto de Catalina de Médicis, luego superintendente de los edificios reales.



Sin embargo, a un francés, Pedro Lescot, hijo de un rico magistrado de París, se le encargó de dirigir las obras del Louvre. Mandó demoler el antiguo castillo de Carlos V y levantó en su lugar un palacio formado por tres edificios alrededor de un patio cuadrado. Estos edificios tenían aún techos franceses, pero adornaban la fachada columnas pegadas al muro, según las reglas de la arquitectura antigua, y coronadas por arquerías de medio punto a la manera romana.