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Historia IV:Los escultores en Italia

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Capítulo 4 – El Renacimiento
Los escultores en Italia

de Charles Seignobos


Miguel Angel Buonarroti, nacido en 1475, era hijo de un señor de Florencia. Fué primeramente a la escuela de latín. Como ya dibujaba muy bien, quiso ser pintor. Su padre se opuso en un principio, luego le puso de aprendiz en el taller de un artista célebre. El joven mostró pronto dotes extraordinarias para reproducir la naturaleza. Lorenzo de Médicis, que gobernaba Florencia, reunía en su palacio jóvenes para enseñarles la escultura. Miguel Angel fué enviado a esta escuela por su maestro. Vivía en el palacio, comiendo con los hijos del duque, educado por el preceptor de éstos. A los quince años hizo en mármol una cabeza de viejo fauno.

Cuando murió Lorenzo, Miguel Angel volvió a casa de su padre. Desde ese momento trató de imitar a los antiguos. Compró un bloque de mármol y con él hizo un Hércules. Hizo luego un Amor, tan bien imitado, que alguien le aconsejó venderlo como estatua antigua auténtica que acababa de descubrirse. Le llevó a un comerciante, y éste le vendió como antigüedad a un cardenal. El cardenal descubrió el engaño, pero tanto le admiró Miguel Angel que le mandó llamar a Roma.

En Roma encontró el artista protectores e hizo para el embajador francés un grupo célebre, La Pietà, que representa a la Virgen que tiene a Cristo muerto en su regazo. Al contrario de lo que era tradición, representó a la Virgen joven para que resultase más linda.

Habiéndose arruinado su padre, Miguel Angel trabajó para sostener a su familia. Volvió a Florencia y cinceló figuras para capillas. El gobierno de Florencia le mandó hacer un David que fué puesto delante del palacio.

El Papa Julio II le hizo ir a Roma para que construyera su tumba. Miguel Angel fué a Carrara a comprar bloques de mármol, pues quería hacer un monumento de dos pisos. Pero el Papa cambió de idea. Miguel Angel le oyó decir un día "que no daría un sueldo más por piedras grandes o pequeñas". Acudió varios días seguidos a pedir que le pagasen el dinero que había adelantado y no fué recibido. Desesperado, vendió todo lo que tenía y salió con dirección a Florencia. El Papa envió un mensajero para traerle. Miguel Angel respondió al principio que no volvería, que no había merecido ser arrojado como un mísero, que "si el Papa no quería tumba, estaba desligado de su compromiso".



Julio II pidió al Gobierno de Florencia que le enviase al fugitivo. Miguel Angel acabó por volver al lado del Papa y por recuperar su favor. Trabajó un año haciendo la estatua de bronce de Julio II, pero el fundidor la quebró. Miguel Angel ya no tenía dinero y volvió a Florencia. Más tarde fué de nuevo a Roma y el Papa le obligó a hacerse pintor como se ha dicho.



Habiendo muerto Julio II en 1513, el nuevo Papa León X, de la familia de los Médicis, que había sido camarada de Miguel Angel en Florencia, le nombró su arquitecto. Los herederos de Julio II hicieron un trato con él para que construyera la tumba del Papa difunto en diez años. Miguel Angel la empezó, pero adelantaba muy poco y no hizo más que una parte muy pequeña, los Cautivos y el Moisés.



El Papa Clemente VII, también de la familia de los Médicis, fué amigo de Miguel Angel y le pasó sueldo regular. Pero la tumba de Julio II no se había terminado y los herederos amenazaron con un pleito. Miguel Angel les ofreció devolverles todo el dinero que había recibido.



Roma fué entonces saqueada por las tropas de Carlos V (1527). Miguel Angel volvió a Florencia y fué nombrado "inspector de fortificaciones". Hizo reparar los fosos y los bastiones de Florencia. Cuando llegó el ejército imperial, fué desterrado de la ciudad. Volvió después de la guerra y trabajó la tumba de la familia de los Médicis. Pero, habiendo muerto Clemente VII (1534), Miguel Angel no se consideró ya seguro en Florencia; la dejó para siempre y abandonó las tumbas de los Médicis.

El nuevo Papa Paulo III le tomó a su servicio y le hizo trabajar todavía en la pintura de los frescos del Juicio Final. Miguel Angel, establecido en Roma, se hizo rico y se vió rodeado de discípulos. Terminó al fin la tumba de Julio II. Trabajó como arquitecto en la gran iglesia de San Pedro del Vaticano. Murió en 1564, a los ochenta y nueve años de edad.

Fué el único gran escultor de Italia en el siglo XVI. La mayor parte de los escultores italianos no hicieron más que imitarle. El más conocido fué un florentino, Benvenuto Cellini, orfebre y cincelador, a quien Francisco I llamó a Francia.