Historia IX:La Fronda

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Historia IX:Resistencia del Parlamento


La reina se enfureció tanto que pronto salió de París, llevándose al rey. Así comenzó una sublevación que había de durar cuatro años. Se la llamó la Fronda, porque se comparaba a los parlamentarios con los muchachos que tiraban con honda en los fosos de París, y escapaban en cuanto veían llegar a los guardias.

La Corte volvió primeramente a París, y prometió conceder al Parlamento lo que deseaba. Esperaba Mazarino el invierno (no se hacían entonces operaciones militares en dicha estación) para hacer venir las tropas a París y emplearlas contra los sublevados.

El Parlamento y los burgueses de París no habrían tenido energías para resistir. Pero casi todos los grandes señores y las damas de la Corte los ayudaron contra Mazarino.

Había entonces dos familias de príncipes de la sangre: 1º, Gastón de Orleans, hermano de Luis XIII, y su hija, apellidada la Grande Mademoiselle, que moraba en el Luxemburgo; 2º, el príncipe de Condé y su hermano el príncipe de Conti, que tenían sus palacios en París.

Quedaban cuatro familias de príncipes descendientes de los Guisas, y una familia de príncipes extranjeros protestantes, el más conocido de los cuales, Enrique de Turena, acababa de hacerse en Alemania reputación de gran general.

Quedaban tres familias de descendientes naturales de Enrique IV. Uno de ellos, el duque de Beaufort, famoso por su belleza y su tontería, era muy querido del pueblo de París, y se le había apellidado «rey de los Mercados». Otro, el duque de Longueville, era gobernador de Normandía.

Casi todos aquellos señores se entendieron con el Parlamento para hacer la guerra a Mazarino. Nadie quería sublevarse contra el rey, se quería solamente desembarazarse de su ministro [1].

Una noche de invierno (6 de enero de 1649), a las tres de la mañana, la reina, el niño rey y la Corte salieron secretamente de París y fueron al castillo de Saint-Germain. Según costumbre de aquel tiempo, estaba desmantelado cuando no le habitaba la Corte, Los parisienses no quisieron dejar salir las camas, y el rey y la Corte empezaron por acostarse en colchones en habitaciones sin cristales. Para pagar sus gastos, la reina hubo de empeñar las piedras preciosas de la Corona.

Comenzó la guerra. Algunos grandes señores habían ido a París a alentar la rebelión, y fueron los directores de la lucha. El duque de Orleans envió, dícese, una carta dirigida «A Madame la condesa mariscala del campamento en el ejército de mi hija contra Mazarino». El duque de la Rochefoucauld, el autor de las Máximas, se batía por amor a la bella duquesa de Longueville, la hermana de Condé, que tenía ojos de «azul turquesa» y cabellos rubios plateados. Para agradar a madama de Longueville, Turena, que tenía mando en Alemania, intentó que su ejército se sublevase contra el rey.

Condé, que se había quedado con Mazarino, mandaba el ejército que bloqueaba París. El general en jefe del ejército del Parlamento era us hermano Conti, un hombrecito jorobado y cobarde. Un día, dícese, su hermano Condé, al pasar por delante de un mono, le saludó diciendo: «¡Servidor del generalísimo de la Fronda!» Los burgueses de País dieron dinero, se alistaron soldados que formaron el «ejército para el servicio del rey y de la ciudad». En todas las salidas los soldados del Parlamento fueron rechazados, y se hizo burla de ellos.



La guerra se paralizó pronto, por ambas partes había miedo. Mazarino le tenía a un ejército español que llegaba por el lado del Oise; el Parlamento a un ejército alemán que llegaba de Alemania. Se hizo la paz de Rueil (marzo de 1649). El rey prometió volver a París y disminuir los impuestos, el Parlamento prometió no reunirse durante un año. Se siguió luchando en Normandía, donde el duque de Longueville era gobernador -en Aix en Provenza-; en Burdeos, donde el Parlamento luchaba contra el gobernador.


  1. En la misma época se imprimió en París una cantidad enorme de libelos contra Mazarino. Eran llamados Mazarinadas.