Historia IX:La Regencia

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Luis XIII murió poco tiempo despues que Richelieu (1643). Su hijo, Luis XIV, no tenía aún cinco años, y su viuda, Ana de Austria fué tutora del joven rey y regente. Como Luis XIII no confiaba en ella, había ordenado en testamento que no resolviera nada sino después de haber oído la opinión de los miembros de un Consejo. Pero la reina se entendió con los miembros del Parlamento para desembarazarse de aquellas disposiciones del difunto rey.

Se celebró una sesión solemne en el Palacio de Justicia de París, a la que los miembros del Parlamento asistieron con togas encarnadas. En la parte de delante tomaron asiento los príncipes y los grandes señores, cubiertos con mantos forrados de armiño. Al extremo de la sala, encima de un estrado, se alzaba un trono con un dorsel de terciopelo encima. Heraldos, vestidos de terciopelo violeta, adornado con flores de lis de oro, entraron llevando un cetro, y después iba el gran Chambelán, que llevaba en brazos al niño rey, vestido de color violeta, que era el luto entre los reyes de Francia. Fué sentado en el trono; la reina se sentó a su derecha, el aya a la izquierda. Se ordenó silencio. La reina y el aya pusieron al niño rey derecho sobre el trono. Se le había enseñado a decir: «He venido aquí para decir mi voluntad a mi Parlamento; mi Canciller dirá el resto». El niño rey tuvo un capricho y se sentó de nuevo, sin querer pronunciar palabra; pero se hizo como si hubiera hablado.

La reina y el tío del rey pronunciaron un principio de discurso cada uno. El Canciller fué a arrodillarse delante del rey, como para pedirle consejo; se levantó y pronunció una arenga. Luego fué acercándose a todos los asistentes, como para recoger sus votos, y dió lectura de un decreto que se había escrito de antemano. El rey declaraba a su madre regente, con derecho a resolver todos los asuntos durante su menor edad. Ya no había en Francia más voluntad que la del rey vivo, cualquiera que fuese su edad.

Como la reina había sido siempre enemiga de Richelieu y de su política guerrera, se pensaba que iba a haber paz con España y que se iban a dar los puestos a los señores que Richelieu había perseguido. Pero se sintió incapaz de dirigir el gobierno, y se encargó de hacerlo en su lugar al cardenal Mazarino, el hombre de confianza de Richelieu.