Historia IX:Mazarino

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Julio Mazarino era un italiano del reino de Nápoles, de familia modesta. Había ido a buscar fortuna a la Corte del Papa. Tomó entonces el hábito eclesiástico, sin llegar a ser sacerdote. El Papa le envió a Francia para un asunto diplomático. A Richelieu le pareció hábil, le tomó a su servicio, le hizo nombrar Cardenal y le dió entrada en el Consejo.

Mazarino era todo lo contrario de Richelieu, tenía aspecto humilde y no trataba de hacer ostentación de su poder. Hablaba con suavidad, sin encolerizarse. No intentaba vengarse de sus enemigos y no fué causa de la muerte de nadie. Trabajaba mucho y siguió abnegadamente la obra de Richelieu.

Pero no tenía condición alguna para imponer respeto. Hablaba el francés muy mal, con pronunciado acento italiano que le hacía ridículo. Mentía sin escrúpulo y se le juzgaba trapacero. Trataba de amontonar dinero por todos los medios y no le daba a nadie. Le gastaba en el juego, porque era muy jugador, o en la compra de cuadros, objetos de arte y libros, porque era coleccionista.

Los cortesanos que Richelieu había perseguido en calidad de amigos de la reina salieron de la prisión o volvieron del destierro. Contaban con ser dueños del gobierno. Se les apellidó los importantes, a causa del orgullo de que hacían gala.

Lograron que la reina les diera pensiones por varios millones de cuantía. Luego intentaron desembarazarse de Mazarino haciéndole matar. Pero Mazarino decidió a la reina a que prendiera a su jefe y expulsara a los demás. La reina le dejó desde entonces la dirección de todos los asuntos, y fué llamado primer ministro. Fué a alojarse cerca del Palacio Real, y luego la reina le dió habitaciones dentro del Palacio.