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Historia IX:Lucha contra los grandes

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Antes de haber acabado la guerra contra los protestantes, Richelieu había empezado la lucha con los señores. Mandó derribar todos los castillos que no servían para la defensa del país (1626). Los gobernadores de provincia hicieron volar con pólvora varios castillos.

Hizo que se prohibiera a los nobles batirse en duelo, bajo pena de muerte. Dos jóvenes señores fueron expresamente a batirse, en pleno día y en París, a la plaza Real, para mostrar que no querían obedecer. Uno de ellos, el conde de Bouteville, había tenido ya veintidós desafíos. Richeliey mandó prender y ejecutar a los dos; pero los duelos no cesaron (1627).

Richelieu luchó principalmente con los señores de la Corte. Siempre estuvo en situación peligrosa. Tenía en contra a toda la familia del rey: su madre, María de Médicis, a mal con Richelieu desde que hacía la guerra a España; su mujer, María de Austria, hija del rey de España; su hermano, Gastón de Orleans, descontento por no participar del gobierno. Ahora bien, Luis XIII no tuvo un hijo hasta 1638, y de haber muerto sin sucesión, su hermano hubiera sido rey de Francia.

El mismo Luis XIII no era un apoyo seguro. Se dejaba dirigir por Richelieu porque conocía su habilidad y porque le gustaba la guerra, que sólo Richelieu quería hacer. Pero quería poco a su ministro y siempre tenía favoritos que le ayudaban a divertirse. Richelieu estaba en constante riesgo de ser suplantado por un favorito del rey.

Estaba, pues, obligado, en tanto trabajaba en el gobierno, a vigilar a las gentes de la Corte. Sus enemigos tenían gran interés en desembarazarse de él. Siempre corría el riesgo de caer a manos de un asesino. Tenía espías en todas partes, para avisarle de las intrigas que se tramaran contra él. Como era desconfiado, veía en todas partes complots y asesinos. Hizo ejecutar a cerca de cincuenta individuos, acusados de haber querido matarle. Creyó descubrir más de diez complots.

En cuanto hubo ocupado el poder, Richelieu mandó prender al joven conde de Chalais, gran maestre del guardarropa, favorito de Luis XIII, por haber formado una «cábala» con los favoritos de Gastón de Orleans. Se le acusó de haber querido dar de puñaladas a Richelieu, y fué decapitado (1626).

El año 1630, habiendo estado Luis XIII muy enfermo, su madre le hizo prometer, durante su convalecencia, que despediría a Richelieu. Un día se encerró con el rey en su gabinete. Cuando Richelieu fué a llamar a la puerta, no obtuvo respuesta. Entró por una puertecita que conocía, la reina tuvo con él una escena violenta en francés mezclado de italiano, y echó en cara a Luis XIII que «prefiriera un lacayo a su madre». Para calmarla, el rey mandó decir a Richelieu que se retirara unos días. Se creyó que Richelieu había caído en desgracia, y todas las gentes de la Corte fueron en multitud a felicitar a la reina. Richelieu, creyéndose perdido, se preparaba a juir de Francia. Se decidió, no obstante, a intentar una última gestión. Fué a Versalles, donde el rey se había retirado a un pabellón de caza. Le encontró en el lecho y le habló largo tiempo. Luis XIII le prometió ayudarle. Richelieu conservó el poder fué María de Médicis la que salió de Francia. A esto se apellidó la jornada de las intrigas. Richelieu se vengó de los partidarios de la reina, algunos de los cuales fueron enviados a sus tierras o encerrados en la Bastilla. El mariscal de Marillac fué acusado de haber distraído fondos. Richelieu obligó a los jueces a que le condenaran a muerte, y le hizo ejecutar (1632).

Gastón de Orleans huyó a Bélgica. Se entendió con la Corte de España y con un gran señor, el duque de Montmorency, gobernador de Languedoc. Con una tropa de 1.500 jinetes extranjeros atravesó Francia y llegó al Languedoc, donde se le unió Montmorency. Los sublevados atacaron al ejército del rey delante de Castelnaudary, pero Montmorency fué herido y hecho prisionero, y sus hombres se desbandaron. Montmorency se confesó culpable y fué decapitado en Toulouse (1632). El duque de Orleans fué perdonado, a condición de que declarase todas las negociaciones que había tenido con los extranjeros.

En 1641, el conde de Soissons partió de Sedán y entró en Francia con un ejército. Murió combatiendo.

El último complot fué el de Cinq-Mars, un joven favorito de Luis XIII. Había hecho un tratado secreto con la Corte de España. Richelieu le descubrió. Cinq-Mars fue decapitado en Lyón (1642).

Richelieu no podía sufrir que nadie se le resistiera. Cuando había hecho prender a una persona, quería que fuera condenada. No dejaba que juzgase el tribunal ordinario. Elegía él mismo los jueces y los obligaba a condenar a muerte. Decía: «Hay delitos en que precisa empezar castigando, y luego informar». Decía también: «Es preferible excederse a quedar corto. Aun cuando se hiciese algo excesivo, es decir, si se condena a un inocente, no resulta incoveniente de ello, porque no hay nada que disipe las cábalas como el terror». Uno de los jueces que estaban a su servicio, Laubardemont, ha logrado fama. Se supone que decía: «Dadme dos líneas escritas por un hombre, y le hago ahorcar».

Los sublevados se negaban a obedecer a Richelieu, no al rey. Pero Richelieu no quería que se hiciera distinción entre sus órdenes y las del rey. Para mantener su autoridad, utilizaba los procesos y las ejecuciones. Quería aterrorizar a sus adversarios. Gobernaba como dueño absoluto , sin consultar a nadie. No quería dejar que se exteriorizase una opinión, ni una queja. Mandaba prender a los particulares que hablaban del gobierno. Se negaba a admitir las observaciones de los Parlamentos. No tenía para nada en cuenta los deseos de la nación y de la opinión pública. «Los reyes, decía, no están obligados a decir las causas de las resoluciones que adoptan». Decía: «La fuerza de la razón deber ser el único guía». A esto se llamó la razón de Estado, Richelieu se mantuvo en el poder hasta su muerte, odiado por los nobles, temido por el pueblo.