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Historia IX:Recursos financieros

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Richelieu luchaba contra las dos grandes potencias católicas, España y el Emperador. En esta guerra tuvo enfrente a todos los de la Corte, partidarios de España, y sobre todo a la reina, que era española. Le fué asimismo contrario casi todo el pueblo de Francia, que habría preferido la paz. No se comprendía entonces la utilidad de la guerra, y se veía con escándalo que un Cardenal se aliara con príncipes herejes contra soberanos católicos. Luis XIII, que tenía aficiones guerreras, apoyó a Richelieu y le permitió ejecutar sus proyectos.

Pero la guerra costó muy cara, y al rey no le quedaban casi ingresos regulares. Richelieu no sabía como proporcionarse dinero. Al ocupar el poder, había reunido una asamblea y había manifestado «que quería aumentar los ingresos, no mediante nuevas imposiciones que los pueblos no podían soportar, sino por medios inocentes». Les pedía «que buscasen los medios más inocentes». Pero ni la asamblea ni Richelieu dieron con ellos.

Richelieu dejó de ocuparse directamente de cosas de Hacienda. Permitió que los «superintendentes de Hacienda» encontrasen el dinero como pudieran, no sin censurarlos cuando sus procedimientos habían dado lugar a revueltas. Se conservaron todos los antiguos impuestos y fueron aumentados.

La talla que pagaban los aldeanos, fué más que duplicada. Aun cuando hubiera sido establecida en el siglo XV para pagar a los soldados, se añadieron nuevos impuestos con el mismo fin. Se impusieron las etapas y subsistencias para dar de comer al ejército en camino, los cuarteles de invierno para alimentarlos en la mala estación. La talla, que era en 1610 de diecisiete millones de libras, subió en 1639 a cuarenta y tres millones y medio, y los impuestos a veinticinco millones.

Se conservaron también, aumentándoles, los impuestos indirectos, las ayudas, la gabela de la sal. Hasta se intentó crear un impuesto nuevo de una vigésima sobre el precio de las ventas. Pero el pueblo se sublevó en varias provincias y se renunció a él.

Estos impuestos no bastaron. Se tomó dinero a préstamo vendiendo rentas sobre el Municipio de París. De dos millones en 1624, la suma de intereses que había que pagar al año subió a veintiún millones en 1642. pero no se pagaron regularmente los intereses a los rentistas, en 1639 les fué quitado un «cuarto» de la suma que se les debía. Como ya no se encontraba quien diera dinero, se obligó a las gentes acomodadas a comprar rentas.

El principal recurso de Richelieu fué vender cargos, que se creaban con esa intención. Se crearon jueces, recaudadores de tributos, tesoreros, aun cuando ya hubiera más de los que podían tener ocupación. Se dividía el año en dos partes, y el poseedor del cargo no permanecía en funciones más que la mitad de él. Se crearon 50.000 comisarios de las tallas. Se crearon cargos nuevos, inspectores de papel, medidores de tela, vendedores de pescado, visitadores y registradores de la lengua de los cerdos. Se vendieron cargos por valor de cerca de 500 millones.

Se vendían a tratantes que los compraban en conjunto con una rebaja del 25 por 100 y los revendían al pormenor de burgueses que disponían de dinero contante. Los que compraban cargos venían a ser funcionarios reales, y se les prometía un sueldo calculado de modo que el cargo les produjera un interés del 10 por 100. De esta suerte, para ingresar 350 millones aproximadamente, el Estado había abandonado 150 a los tratantes, se había obligado a pagar cada año 50 millones de sueldos y había creado funcionarios perpetuos que vivían a expensas del común.

Cuando Richelieu murió (1642), se había comprometido de antemano la renta de varios años, y los gastos superaban a los ingresos en mas de 50 millones. Los aldeanos estaban tan pobres que no era posible cobrar los impuestos más que enviando tropas a las aldeas. En diez provincias el pueblo se sublevó. En Gascuña, los campesinos, apellidados Bigardos, se armaron y tomaron Bergerac, siendo preciso hacer una verdadera guerra. En Normandía, los Descalzos, que se negaban a pagar la talla, se defendieron en la villa de Avranches contra un ejército.

Francia parecía arruinada. Richelieu murió odiado. Más tarde solamente su admiró su política extranjera y se le denominó el Gran Cardenal.