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Historia VI:Conquista de Portugal

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Capítulo 6 – Política de Felipe II
Conquista de Portugal

de Charles Seignobos


Por espacio de veinte años Felipe II había seguido una política de paz. Se había ocupado bastante en la defensa de sus Estados contra los corsarios turcos de África y en combatir a sus súbditos de los Países Bajos. No tenía dinero y sus ministros favoritos le inducían a evitar la guerra. En 1579 empezó a cambiar de política.

El rey de Portugal, D. Sebastián, había muerto peleando con los musulmanes en África (1578) y había tenido por sucesor a su tío Enrique, un cardenal viejo y enfermo que no iba a tardar en morir. Portugal era el único país ibero que había permanecido independiente. Poseía un gran imperio colonial, en África, en la India, en las islas de la Sonda, en el Brasil. Felipe decidió reclamar el reino de Portugal como heredero de su madre, una princesa portuguesa. Pero había otros herederos, una sobrina del último rey, Catalina de Braganza; un sobrino, D. Antonio. Felipe mandó entonces llamar al viejo cardenal Granvela y le nombró su primer ministro para preparar la conquista de Portugal (1579).



Cuando murió el rey Enrique (enero de 1580), Felipe II mandó que su ejército entrase en Portugal; pero obró con tanta lentitud que dió a los portugueses tiempo para resistir. Proclamaron rey a D. Antonio, que fué sostenido por el pueblo de Lisboa y por los frailes, no atreviéndose los señores a resistir. El ejército español dispersó a los portugueses mal armados que custodiaban el puente de Alcántara. Entró a Lisboa, saqueo todos los arrabales y robó hasta las iglesias. El duque de Alba mandó ahorcar a muchos de sus soldados. «He colgado tantos merodeadores, escribía, que va a faltarme cuerda». Mandaba ahorcar a sus prisioneros portugueses, considerándolos rebeldes contra su rey legítimo. Había cogido italianos e ingleses, y escribió a Felipe: «Son demasiados para ahorcar», y proponía enviarlos a remar a las galeras. Felipe respondió: «Las galeras no son castigo suficiente. Se ha dicho ya que los súbditos de Su Majestad deben ser todos condenados a muerte, portugueses lo mismo que italianos». Felipe fué a Lisboa. Reunió las Cortes, ante las que apareció vestido a la portuguesa, e hizo que le prestaran juramento sus nuevos súbditos.

La conquista de Portugal hacía a Felipe II dueño de toda la península ibérica y reunía en un solo imperio colonial todas las colonias europeas de aquella época.