Ir al contenido

Historia VI:Lucha contra la Reforma en España

De Wikisource, la biblioteca libre.
← Historia VI:Felipe II
Capítulo 6 – Política de Felipe II
Lucha contra la Reforma en España

de Charles Seignobos


Felipe II era buen católico, a diario oía misa y mandaba distribuir regularmente limosnas. Como sus súbditos de Castilla, tenía horror a la herejía. «Preferiría, eran sus palabras, no tener súbditos a reinar sobre herejes.»

Cuando fué a establecerse a España se descubrieron -en Sevilla, el gran puerto comercial de Castilla, y el Valladolid, donde estaba la Corte- caballeros y ciudadanos acomodados que se reunían en secreto para leer los libros de los reformadores alemanes. El tribunal de la Inquisición, que hasta entonces no había actuado sino contra los judíos conversos, los mandó prender. El Papa ordenó entregar al «brazo secular» a todos los herejes, incluso a los que abjuraban por temor a la muerte.

Según costumbre española, la ejecución fué una ceremonia religiosa. Se hicieron sucesivamente dos autos de fe en Valladolid, en presencia de toda la Corte. En el primero se quemaron catorce condenados. Otros dieciséis, después de haber figurado en la ceremonia, fueron encerrados en prisión.

Felipe II asistió al segundo auto de fe, ante una multitud enorme. Había entre los condenados ocho religiosos. Fueron conducidos ante el cadalso. El Gran Inquisidor, volviéndose hacia el rey, le dijo en latín: «¡Señor, ayúdanos!» Felipe se puso en pie y desenvainó la espada. El Gran Inquisidor leyó el juramento por el que el rey se comprometía a exterminar a los herejes. Felipe dijo «Lo juro». Uno de los condenados a muerte era un caballero italiano, capitán del ejército español, que estaba casado con una princesa real. Al pasar delante del rey, le dijo: «¿No os avergüenza dejar que frailes quemen a un caballero como yo?» Felipe respondió: «Si mi hijo fuera tan perverso como vos, yo mismo arrimaría la leña para quemarle» (1559).



Todos los protestantes de España fueron exterminados y no quedaron más que católicos. España conservó «la unidad de fe». Para impedir que sus súbditos conocieran las doctrinas heréticas, Felipe prohibió a los españoles ir a estudiar a ninguna escuela extranjera.