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Historia Verdadera del México Profundo/8

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Historia Verdadera del México Profundo
de Guillermo Marín Ruiz
El Desarrollo del Conocimiento

8. EL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO.

El conocimiento que desarrollaron estas seis Civilizaciones Madre, desde hace aproximadamente 10 mil años, ha sido el cimiento de toda la sabiduría humana. El hombre en la Luna y las computadoras, son tan solo su continuidad y su fruto. Los Viejos Abuelos, sin ayuda de ningún pueblo y a partir de la observación metódica y sistemática de la naturaleza y de la bóveda celeste, lograron "tejer" una inconmensurable red de conocimientos, que a través de los siglos y de generación en generación, se conformaron como el Patrimonio Cultural de nuestra civilización.

“La astronomía era bien conocida entre los pueblos mesoamericanos, destacándose en ello los toltecas. <Los toltecas eran sabios, sus obras todas eran buenas, todas rectas, todas bien planeadas, todas maravillosas... Conocían su influjo, sabían bien cómo marcha el cielo, cómo da vueltas... La observación de fenómenos naturales que se repetían en forma invariable, entre las que estaban las cifras 4, 7 y 13, sobre todo. Así, de la combinación de éstas se obtenía una gran cantidad de ciclos.” (María Elena Romero Murguía. 1988)[1]

Los Viejos Abuelos tenían dos vertientes del conocimiento, una era masculina la otra femenina. Una era exacta, fría y distante: la mecánica celeste. La otra era bondadosa, generosa y caprichosa: la naturaleza. A partir de la observación del firmamento, la naturaleza y la esencia del ser humano, los Viejos Abuelos construyeron todo su conocimiento.

“Si tomamos cuatro ciclos de 13, obtenemos el cómputo de 52; siete periodos de 52 días hacen un total de 364... Con relación al 13, tenemos que suceden 13 lunaciones en un año. Si tomamos las cifras redondeadas de 28 días: 28 x 13 = 364. Trece son los llamados cielos de la cosmogonía náhuatl, según se describe en el Códice Latino o Códice Ríos; 13 años conforman un tlalpilli y al multiplicar 7 por 13, obtenemos 91 <número de elementos de un Nepoualtzizin>, lo que representa el número de días de una estación, de equinoccio a solsticio y de solsticio a equinoccio. Si duplicamos el valor de 91, tendremos 182, que simboliza el número de días del ciclo del maíz; si lo triplicamos, el resultado es 273, es decir, el número de días necesarios para una gestación, o bien una cuenta ritual de 260 días, más una trecena; si lo cuadruplicamos, obtenemos 364; así, 91 x 4 = 364, o bien, 91 meses, que forman siete años <2,548 días>, 91 años <33,124 días> o 91 ciclos de cuatro años, 364 x 364, haciendo un total de 132,496 días. Así pues, destacamos los principales cómputos del cálculo prehispánico: cuatro, siete y 13.” (María Elena Romero Murguía. 1988)

La Agricultura.

La invención del maíz, tal vez sea, uno de sus mayores logros, pues de ser un pasto silvestre, los Viejos Abuelos, produjeron la espléndida planta de maíz a través de lo que hoy llamamos ingeniería biogenética. El desarrollo de la ingeniería hidráulica en la agricultura, la invención de la milpa y la Chinampa. El desarrollo de eficientes sistemas de salud, alimentación, educación y organización social, representan los grandes logros de los Viejos Abuelos en esta primera etapa.

“En las chinampas se encuentran las formas más desarrolladas de rotación de cultivos y de cultivos mixtos, así como el empleo más intensivo de almácigos y semilleros. Este tipo de cultivo se halla en producción durante todo el periodo anual, año tras año; seguramente se trata de uno de los sistemas de cultivo más permanentes, intensivos y productivos del mundo.” (A. Palerm 1990)

La ingeniería hidráulica llegó en el Anáhuac a niveles muy adelantados, no sólo por el uso extenso del regadío, sino que el concepto de la “Chinampa” resulta aun en nuestros días muy adelantado. Definitivamente no podemos imaginar las maravillas de Teotihuacán o Chichén Itzá, sin la base de un sistema alimentario eficiente, que haya podido impulsar el desafío que representa la construcción de los muchos centros de conocimiento que existieron en todo el Cem Anáhuac. La ciudad de México-Tenochtitlán que conocieron los españoles en 1519 construida en el período decadente del Postclásico, era un ejemplo de uso y aplicación de la ingeniería y la arquitectura.

“En España, y en toda Europa, no existían entonces conglomerados urbanos siquiera comparables con México, que, aunque hay quien le asigne hasta millón y medio de habitantes, lo más probable es que anduviera por el medio millón (Londres no pasaba de 40 mil y París, la ciudad más grande, apenas llegaba a 65 mil), y eso sin contar las demás poblaciones del Valle, que no iban muy a la zaga, como Texcoco, Azcapotzalco, Iztapalapa, Tacuba, etc.” (José Luis Guerrero. 1990)

La obra de ingeniería hidráulica para dividir, contener y regular los lagos del Valle del Anáhuac, representaba un adelanto desconocido para los europeos; lo mismo que el concepto reticular de calles, avenidas, calzadas, canales. Esta ciudad, en el Postclásico decadente, contaba con agua potable, plazas, escuelas, mercados, centros culturales, tribunales, bibliotecas, zoológico, templos, canchas deportivas, museos, graneros comunitarios, todo lo que para la gente de nuestro tiempo implica una ciudad “moderna”.


“Tiene esta ciudad muchas plazas, donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas...Hay en esta gran plaza una gran casa como de audiencia, donde están siempre sentadas diez o doce personas, que son jueces...Hay en esta gran ciudad muchas mezquitas o casas de sus ídolos de muy hermosos edificios, por las colaciones y barrios de ella... entre estas mezquitas hay una que es la principal, que no hay lengua humana que sepa explicar la grandeza y particularidades de ella... Hay bien cuarenta torres muy altas y bien obradas, que la mayor tiene cincuenta escalones para subir al cuerpo de la torre; la más principal es más alta que la torre de la iglesia mayor de Sevilla... Hay en esta gran ciudad muchas casas buenas y muy grandes.... Por la una calzada que a esta gran ciudad entra vienen dos caños de argamasa, tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos como un estado, y por el uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor del cuerpo de hombre, que va a dar al cuerpo de la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro, que va vacío, es para cuando quieren limpiar el otro caño.” (Hernán Cortés, 1519)[2]

Las matemáticas y la cuenta del tiempo.

Las matemáticas fueron un campo fundamental del conocimiento de los Viejos Abuelos. Necesarias no solo en la construcción de los monumentales y exquisitos centros de conocimiento, sino en el campo de los calendarios y la medición del tiempo. Efectivamente, los mayas inventan el cero matemático y en sus mediciones calendáricas, las cifras que manejan resultan a la vez que increíbles y perfectas. Los Viejos Abuelos tenían tres calendarios diferentes pero, los tres se ensamblaban a la perfección en uno solo. El primero era de 260 días y estaba en relación con las lunaciones. El segundo era de 365 y cuarto, estando en relación con el movimiento de translación de la Tierra en torno al Sol. El tercero era de 52 años y estaba perfectamente sincronizado con el movimiento de traslación que realiza la Tierra en torno al conjunto de estrellas llamadas “Las Pléyades”. Sin dejar de mencionar el ciclo de Venus.

“Sabemos también la relación que existe entre la disposición arquitectónica de Teotihuacán y el paso por el cenit de las Pléyades cada 52 años, como un gran año de la constelación del Toro, Este gran año es el tiempo justo en el cual se unen ambas cuentas: la ritual de 260 días que relaciona las órbitas de Venus y la Tierra, y la agrícola solar de 365.25 días, el cual se cumple cada 18,980 días, es decir, un Xiuhmolpilli.” (María Elena Romero Murguía. 1988) El calendario fue tan perfecto que, cuando llegaron los europeos y lo conocieron, se dieron cuenta que el de ellos, llamado Juliano,[3] estaba equivocado y ajustaron su calendario al nuestro y le llamaron Gregoriano[4], pues fue el Papa Gregorio XIII quien ordenó la reforma al calendario Juliano en 1582.

“El origen del cómputo prehispánico ha sido rastreado desde sus raíces olmecas. Recordemos que la palabra olmeca se forma de los vocablos ollin: movimiento y mecatl: mecate, en referencia a la medida con el mecate; es decir, la medida del movimiento o bien el movimiento de la medida. Esto significa que los olmecas eran conocidos muy probablemente como los medidores del movimiento cósmico y su expresión en las formas geométricas...” (Ma. Elena Romero M. 1988)

México poseía el 75 % de la biodiversidad del planeta. Los Viejos Abuelos conocían los usos medicinales, alimentarios y utilitarios, asombrosamente de casi todas las plantas, minerales y animales; lo que entre otras cosas les permitió desarrollar una de las medicinas más antiguas y perfectas del mundo y que hasta nuestros días ha sobrevivido. El Códice de la Cruz Badiano[5] (1552), las asombrosas trepanaciones encontradas en osamentas, los sobadores, yerberos y curanderos, es un testimonio de la permanencia de esta sabiduría milenaria que se ha resistido a desaparecer. Podemos afirmar que la farmacología[6] mundial ha sido creada en sus cimientos por los aportes de tres civilizaciones: China, India y Anáhuac. Para poder apreciar el complejo y sofisticado conocimiento que tenían los antiguos mexicanos del cuerpo humano citaremos de la monumental obra “Cuerpo Humano e Ideología”, los nombres en náhuatl de las partes del ojo y con ello inferir el grado de conocimiento sobre la medicina humana:

   
IXTELOLOTLI.
1. Ceja (conjunto de piloso) Ixcuamolli.
2. Pestañas, Cochiatl.
3. Pupila, Ixneneuh. Ixttouh. Teouh, Yoyolca.
4. Párpado, Ixquimiliuhcayotl.
5. Esclerótica, Iztacauh.
6. Iris, Tlilticauh.
7. Ceja (parte prominente sin pelo) Ixcuatolli.
8. Hueco circular que se forma entre la órbita y el ojo, Ixcomol. Ixtecocomol. Ixtecocoyoctli.
9. Cuenca, orbita, Ixcallocantli.
10. Cara palpebral interna, Ixquempalli.
11. Borde libre del párpado, Ixtentli.
12. Lágrima Ixayotl.
13. Lagrimal, Ixcuichilli, Ixtencuilchilli, Ixomoljuhcantli?
14. Conjuntiva, Ixtocatzahuallo? (Alfredo López Austin. 1980)[7]

La ingeniería llegó con nuestros Viejos Abuelos a niveles inimaginables. En nuestra civilización se amalgamó muy bien la ingeniería con la astronomía y la religión. En efecto, más allá del desafío a las leyes de la física, las matemáticas y la perfección de la naturaleza; las construcciones monumentales del Anáhuac tenían el fin de unir armoniosamente al ser humano con la Tierra, los planetas y las estrellas, en una maravillosa y extraordinaria aproximación con lo divino y lo sagrado del universo. Porque nuestros Viejos Abuelos vivieron por milenios con un sentido espiritual y de armonía con el universo.

“No cabía duda para él[8] que los mayas habían sido consumados matemáticos, astrónomos y navegantes, y que estaban familiarizados con la trigonometría plana y esférica que los ponía en posición de poder computar el tamaño del mundo, calcular la distancia de polo a polo, y hacer la estimación del largo de un meridiano. Creía que, al igual que los egipcios, los mayas habían incorporado sus concepciones cosmogónicas y religiosas a sus edificios sagrados, particularmente a las pirámides.” (Peter Tompkins. 1981) [9]

Los tres círculos de conocimiento.

Existen tres círculos de conocimiento en las milenarias civilizaciones del mundo. Tres niveles en donde se expresa y trasmite la sabiduría. En el primero círculo se encuentra la “Palabra”.

“Los maestros de la palabra, los tlatolmatinime, como se les llamó en su lengua, eran sacerdotes, poetas y sabios, autores de discursos, empeñados en dominar el difícil arte de expresar el pensamiento con el matiz adecuado y la metáfora que abre el camino a la comprensión. Eran, como se lee en un texto indígena, “artistas del labio y la boca, dueños del lenguaje noble y la expresión cuidadosa”. Muchos de ellos, eran también maestros en centros prehispánicos de educación, donde, junto con lo mejor de la herencia cultural prehispánica, se enseñaba también el tecpillatolli, o sea el lenguaje noble y cuidadoso. Esos mismos maestros de la palabra habían creado las que se llamaban icniúhyotl, fraternidades de sabios y poetas...” (Miguel León Portilla. 2001)


En efecto, desde los mismos orígenes de la sabiduría humana, ésta se ha guardado transmitido en la lengua de los pueblos. Como ejemplo diremos que la Biblia, el libro impreso más antiguo del mundo, fue guardado transmitido a lo largo de siglos enteros por el pueblo hebreo.

“Los mesoamericanos habían desarrollado una oralidad que se manifestaba, en diversas circunstancias, en forma de cantos, discursos y recordaciones de acontecimientos importantes, divinos o humanos. Dicha oralidad puede describirse como una forma de tradición oral que se aprendía sistemáticamente en las escuelas y templos.
Para transmitirla, los sacerdotes y sabios utilizaban sus libros o códices. Los mayas leían en sentido estricto las secuencias logosilábicas de sus libros. Los nahuas y mixtecas amoxohtoca, “seguían” el camino de las secuencias de las pinturas y glifos incluidos también en sus códices.” (Miguel León Portilla. 1996)

En la palabra, el conocimiento se transmite directamente. En el idioma náhuatl los Viejos Abuelos atesoran valiosos conceptos como: “topial in tlahtolli” el legado de nuestra palabra, “to-pializ” lo que nos compete preservar, “yuhcatiliztli” la acción que lleva a existir de un modo determinado, “Toltecáyotl” el conjunto de instituciones y creaciones de los toltecas.

“Eran nuestros abuelos, nuestras abuelas,
nuestros bisabuelos, nuestras bisabuelas,
nuestras tatarabuelas, nuestros antepasados.
Se repitió como un discurso su relato,
nos lo dejaron y vinieron a legarlo
a quienes ahora vivimos,
a los que salimos de ellos.
Nunca se perderá,
nunca se olvidará,
lo que vinieron a hacer,
lo que vinieron a asentar,
su tinta negra, su tinta roja,
su renombre, su historia, su recuerdo.
Así en el porvenir
jamás perecerá, jamás se olvidará,
siempre lo guardaremos
nosotros, hijos de ellos.”

(Fernando Alva Ixtlilxóchitl) [10]

La civilización del Anáhuac tenía en su lengua franca, el náhuatl, palabras que nos revelan la profundidad de su pensamiento y su sabiduría sistematizada.

Por ejemplo: “amoxcalli” biblioteca, “tonalámatl” libro de la cuenta de los días y los destinos, “xiuhámatl y tlacamecayoámatl” libro de los años y los linajes, “teoámatl” libro acerca de las cosas divinas, “cuicaámatl” libro de los cantares, “lemic-ámatl” libro de los sueños, “amoxohtoca” seguir el camino del libro, “altehuehuehtkahtolli” antigua palabra del pueblo, “huehuehtlahtolli” testimonio de la antigua palabra.

De este último tomaremos un fragmento de las palabras que le dirige una madre a su hija:

“Ahora mi niñita, tortolita, mujercita, tienes vida, has nacido, has salido, has caído de mi seno, de mi pecho. Porque te ha forjado, porque te ha moldeado, te hizo, te formó menudita tu padre, tu señor. Ojalá no andes sufriendo en la tierra. ¿Cómo vivirás al lado de la gente, junto a las personas? Porque en lugres peligrosos, en lugares espantosos, con gran dificultad se vive. Así, un poquito concede a las personas, las haces merecer su fama, su honra, su calor, su tibieza, su dulzura, su sabrosura, el Señor Nuestro.” (Miguel León Portilla. 1991)

En el segundo círculo excéntrico, el conocimiento se ha guardado-transmitido en piedras y libros. En efecto, la sabiduría se trasmitió a través de “escritos y dibujos en piedras, piel, papel o en imponentes construcciones”. Esta forma de conocimiento ha sido casi eterna y universal a todas las civilizaciones, pero el conocimiento hay que leerlo-interpretarlo, y ya no es directo y “puro”, pues se tiene que descifrar o decodificar. Como ejemplo podemos mencionar las pirámides y estelas, y los códices y frescos. En los trescientos años de colonia, toda esta sabiduría y ciencia, fue perseguida por los españoles por representar al mismo demonio. En el Siglo XIX fueron, para algunos visitantes ilustres, “Antigüedades, primitivas y curiosas” que saquearon y destruyeron impunemente. En el Siglo XX apenas se empezaron a considerar con un valor “estético y artístico”, instrumento tan solo para generar divisas a partir del turismo, especialmente en la segunda mitad del Siglo XX.

“El interés del estudio de las orientaciones de sitios arqueológicos consiste, precisamente, en el hecho de que constituyen un principio calendárico diferente aquél representado en las estelas y los códices. Se trata, sin duda, de un principio ajeno al pensamiento occidental. La “escritura” con la cual se escribe es, en este caso, la arquitectura y la coordinación de ésta con el medio ambiente natural. Un sistema de códigos se plasma en el paisaje: con cerros y otros elementos naturales, o también con marcadores artificiales en forma de símbolos o de edificios construidos en estos lugares.” (Johanna Borda. 1991)[11]

Sin embargo, todos los grabados, esculturas, relieves, frescos, pinturas en códices, vasijas, textiles, contienen un alto valor filosófico. En efecto, la iconografía de nuestros Viejos Abuelos sigue presente en nuestros días, sin que nosotros, los hijos de sus hijos podamos reencontrarla y no sólo conocer el significado de los símbolos, sino lo que resulta fundamental ¡encarnarlos!, para construir un México mejor. Estos símbolos siguen ahí: en la artesanía, en la decoración y en algunos símbolos, que por tenerlos siempre entre nosotros jamás nos han interesado o no les ponemos la atención debida. El ejemplo más sobresaliente es el propio escudo nacional, que representa el símbolo esotérico de la Toltecáyotl y que la Maestra Laurette Séjourné en su maravillosa obra “Pensamiento y Religión en el México Antiguo” nos lo presenta de una manera clara y deslumbrante.[12] El tercer círculo de conocimiento, los pueblos lo han guardado-transmitido en las “religiones”. El conocimiento más importante de un pueblo, se estructura en una religión, para que de manera accesible y sencilla las masas puedan regir su vida con los principios éticos y morales fundamentados en la sabiduría que les permitan además de vivir con armonía, orientar su existencia hacia los niveles superiores de conciencia y con ello lograr la trascendencia espiritual.

Para aproximarse a la religión del México antiguo, primero se necesita conocer la sabiduría del primer círculo de conocimiento, para después, tratar de armar el rompecabezas que hicieron, tanto los aztecas en el Postclásico a través de los cambios y las transgresiones que realizó Tlacaelel[13] al legado tolteca. Así como la que hicieron los españoles en la colonia a través de sus prejuiciados escritos. Y recientemente, los investigadores extranjeros a través de su visión eurocéntrica y marxista, en la que con cuatro tepalcates y “la lucha de clases”, pretenden descifrar un legado ancestral de carácter espiritual, que versa sobre el portentoso misterio de la existencia humana.

La religión del periodo Clásico de los toltecas, que fue la creación más decantada que surgió con los olmecas y que los toltecas la refinaron y extendieron por todo el Cem Anáhuac, produciendo mil años de armonía en donde no existieron guerras, ni sacrificios humanos, ni Señoríos[14]. Mucho de la espiritualidad y misticismo de los pueblos indígenas y campesinos del México contemporáneo, encuentran sus más profundas raíces en los conceptos de lo sagrado y lo divino, con la que los toltecas enseñaron a vivir en equilibrio y armonía a los pueblos del México antiguo.

El pensamiento filosófico.

El conocimiento filosófico del México antiguo, es hasta la fecha el más negado de todos los conocimientos. Los conquistadores y colonizadores del Siglo XVI afirmaban que los Viejos Abuelos no eran seres humanos, sino que eran animales con lo que justificaban su deshumanizado trato. Hasta la fecha la cultura dominante no acepta que los indígenas piensen y sean capaces, por ellos mismos, de iniciar un movimiento social como el del EZLN. Aceptar que existió un elevado y sofisticado conocimiento del ser humano, del mundo y del universo, es reconocer por los colonizadores de ayer y de hoy, que se ha cometido una de las mayores injusticias humanas, pues se ha negado y tratado de destruir una de las seis civilizaciones más importantes y antiguas de la humanidad.

“Después de 1519 una inmensa mayoría de nuevas influencias pasaron sobre la vida indígena. El imperialismo de los Habsburgo extrajo su incentivo de las tradiciones peninsulares y descuidó las adaptaciones regionales. El valle no fue nunca una “sede” para los españoles, salvo de la manera más circunstancial. Los españoles establecieron su capital colonial en el valle, pero resueltamente lo conectaron por carretera con Veracruz y luego por mar a Sevilla. Casi nunca adoptaron los estilos indígenas en la ropa ni en el diseño o la construcción de casas. En vez de ello, exageraron sus propios estilos españoles, como para negar su situación provinciana. La “cultura” de la civilización indígena tenía para ellos, en el mejor de los casos, un atractivo exótico. Los españoles consumían los productos de las chinampas, pero ignoraron los métodos agrícolas de las chinampas hasta el siglo XVIII.” (Charles Gibson. 1967) [15]

El investigador examina la actitud del colonizador español, de no reconocer ningún valor en la sabiduría y el conocimiento milenario de la civilización vencida. La cultura colonizadora ha erosionado la punta del iceberg de conocimiento de la civilización del Anáhuac y sobre ella ha construido su endeble estructura ciega y depredadora. Sin embargo, quien sostiene a la sociedad mexicana contemporánea, indiscutiblemente que es el conocimiento generado a lo largo de ocho mil años, que representa la inmensa base del iceberg que está bajo el

agua. No podemos negar que en los últimos quinientos años se ha sumado, no sólo el conocimiento de Europa, sino del mundo entero. Pero de la misma manera, no se puede seguir negado la existencia de la sabiduría heredada por los Viejos Abuelos y su indiscutible continuidad. En el “banco genético de información cultural” que existe en cada célula de los mexicanos, están atesorados ocho milenios de experiencia y sabiduría humana.

Querer negar el milenario y complejo andamiaje del pensamiento filosófico del México antiguo, es como pensar que un mamífero pudiera vivir sin un sistema óseo. Reducir a una mal interpretada religión, a un puñado de leyendas y mitos inconexos y a un montón de deidades incomprendidas, llamadas equivocadamente “dioses prehispánicos”, el pensamiento decantado y sofisticado de la Toltecáyotl, es el mayor crimen cultural de la historia de la humanidad, pues se ha tratado de una manera maliciosa de hacer creer que el Cem Anáhuac no poseyó un decantado y sofisticado conocimiento del universo, el ser humano, la vida y su trascendencia espiritual. De igual magnitud y valor, que las civilizaciones coetáneas como la de la China y la de la India.


  1. María Elena Romero Murguía. Nepoualtzitzin Matematicas contemporáneas Nahua. DGCP/CNCA. México. 1988
  2. Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano (Medellín (Badajoz), 1485 – Castilleja de la Cuesta, (Sevilla), 2 de diciembre de 1547), conquistador español del imperio azteca (hoy el centro de México). I Marqués del Valle de Oaxaca, Gobernador y Capitán General de la Nueva España. Fue hijo único de un hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés y de Catalina Pizarro Altamirano. Por vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro, quien posteriormente conquistó el imperio inca (no confundir con otro Francisco Pizarro, quien se unió a Cortés en la conquista de los aztecas). Como otros hidalgos, su padre lo envió a los catorce años a estudiar leyes a Salamanca, ciudad que abandonó dos años más tarde, movido por su afán de aventuras. Tras varios intentos fallidos, por una parte, de embarcar para las Indias, y, por otra, de participar en las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia, finalmente, en la primavera de 1504, zarpó hacia la isla de La Española, donde se instaló como plantador y funcionario colonial.
  3. El calendario juliano es el antecesor del calendario gregoriano y se basa en el movimiento del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 a. C., se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias.
  4. El calendario gregoriano es un calendario originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en casi todo el mundo. Así denominado por ser su promotor el Papa Gregorio XIII, vino a sustituir en 1582 al calendario juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 a. C. El Papa promulgó el uso de este calendario por medio de la bula Inter Gravissimas.
  5. El Códice Badiano —conocido también como Códice De la Cruz-Badiano, o por su título en latín Libellus de medicinalibus indorum herbis (Libro de las hierbas medicinales de los indios) — es un escrito sobre la herbolaria mexica, escrito originalmente en náhuatl por el Xochimilca Martín de la Cruz —alumno del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco— hacia 1552. El original en náhuatl ha desaparecido. Posteriormente fue traducido al latín por Juan Badiano, también Xochimilca y estudiante del Colegio de la Santa Cruz. Otro nombre con que se conoce este códice es 'Barberini, debido a que Francesco Barberini lo poseía durante los primeros años del siglo XVII.
  6. Farmacología. Parte de la materia médica, que trata del compuesto de los medicamentos.
  7. Alfredo López Austin (Ciudad Juárez, Chihuahua; 1936). Es un historiador mexicano, doctor en Historia. Es uno de los estudiosos del México precolombino más connotados, experto en religión mesoamericana y pueblos indígenas de México. Es investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesor del México Antiguo en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad. Sus tesis más conocidas son la de zuyuá o zuyuano y la de la concepción de las entidades anímicas (idea que sugiere la inexistencia de un "alma" única, explica que el cuerpo se compone de distintos elementos que hacen vivir al hombre). En sí, sus trabajos reflejan un interés de entender la cultura desde la propia visión indígena, más que verlos con ojos occidentales prejuiciosos, busca ponerse en sus "propios zapatos".
  8. Augustus Le Plongeon. Archaeological Comminication in Yucatán. Worcester: Press of Charles Hamilton, 1879. Arqueólogo norteamericano de origen francés que descubrió el Chac Mol.
  9. Peter Tompkins (Nació el 19 de abril de 1919 en Athens, Georgia – murió el 23 de enero de 2007) fue un periodista estadounidense, espía de la Oficina de la Segunda Guerra Mundial de servicios estratégicos (OSS) en Roma y escritor de lo oculto.
  10. Fernando de Alva Cortés Ixtlilxóchitl (Texcoco, ¿1568? — Ciudad de México, 1648), fue un historiador mexicano, descendiente en línea directa de la casa gobernante en el señorío acolhua de Texcoco. Nacido mestizo entre los años 1568 y 1580, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl fue llamado así en memoria del conquistador de Tenochtitlan, Hernán Cortés (también llamado Fernando Cortés). Hijo de Juan de Navas Pérez de Peraleda y de Ana Cortés Ixtlilxóchitl, fue descendiente directo, de los reyes de Acolhuacan y de Tenochtitlan (su bisabuelo fue Hernando Ixtlilxóchitl), último tlatoani de Texcoco, también llamado Ixtlilxóchitl II, (hijo de Yacotzin ; por lo tanto tataranieto de Nezahualcoyotl), y de Beatriz Papatzin, hija ésta de Cuitláhuac, antiguo Señor de Iztapalapa y último tlatoani de los mexicas en la época de la invasión española, período en que expulsó a los conquistadores en el episodio conocido como la Noche Triste, Aparte descendiente de Hernán Cortés. Por mediado del Arzobispo de México Fray García Guerra, fue nombrada su familia, noble, y se les dio un pequeño señorío hereditario.
  11. Borda, Johanna. Arqueo-astronomía y Etno-astronomía en Mesoamérica. UNAM. Méx. 1991.
  12. Ver en la página 112 del libro citado.
  13. El Cihuacoátl azteca que realizó la reforma filosófica y religiosa del pensamiento tolteca y creó una nueva ideología místico-materialista-guerrera.
  14. Forma de gobierno en la que un “Señor o Señora” poseían dominio político, económico y religioso sobre un pueblo y un territorio determinado. Pero que no tenía las características de un reino.
  15. Charles Gibson (Búfalo, Nueva York, 2 de agosto de 1920 - Plattsburgh, Nueva York, 22 de agosto de 1985) fue un historiador estadounidense que escribió sobre la historia colonial de México y de Hispanoamérica. Realizó sus estudios en la Universidad de Texas (maestría, 1947) y la Universidad Yale (doctorado, 1950). Fue discípulo de George Kubler, quien dirigió su tesis. Fue profesor en la Universidad de Iowa (1949-1965) y Universidad de Michigan (1965-1985).