Historia X:Fernando II
No obstante, los príncipes de Austria conservaban el derecho de ordenar la religión en sus dominios y de obligar a los súbditos a hacerce católicos. Un príncipe joven austriaco de la rama menor, Fernando, que había asumido el gobierno de los dominios de su padre en 1597, comenzó a restablecer la religión católica en Austria.
Fernando, educado por un jesuíta, siguió siendo siempre pre príncipe piadoso y conservó toda su vida los hábitos de devoción adquiridos en la infancia. Al levantarse pasaba una hora en oración, luego oía dos misas, todas las noches hacía examen de conciencia y rezaba media hora. Los domingos asistía a dos sermones. Comulgaba una vez a la semana y acompañaba todas las procesiones. Llevaba cilicio y se disciplinaba. Había leído seis veces la Vida de los Santos y repasaba con preferencia los relatos de misiones. En todos los asuntos que interesaban a la Iglesia, tomaba consejo de su confesor. Conservó durante treinta y ochos años el mismo confesor, un jesuíta, el Padre Lamormain.
Cuando Fernando empezó a gobernar, no había casi católicos en Gratz, su capital. Juró restablecer la religión católica. Expulsó primeramente a los pastores luteranos de todas las ciudades de su provincia. Luego ordenó a todos los burguses que volvieran a hacerse católicos o emigrasen. La asamblea de los Estados de la provincia le presentó quejas, a las que respondió que el príncipe tenía el derecho de arrglar la religión como quisiera en sus dominios.
Fernando había reunido una tropa de lansquenetes para hacer ejecutar sus órdenes. Nadie se atrevió a resistirle. Sólo los nobles siguieron siendo protestantes, y todavía no pudieron en lo sucesivo celebrar su culto en la provincia. Les era preciso ir a otro país para casarse, o para bautizar a sus hijos.
Los otros príncipes de la familia de Austria, que no tenían herederos, resolvieron todos que su herencia pasase a Fernando. Fué emperador (1618) y reunió todos los Estados de la casa de Austria.