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Historia X:Sublevación de Bohemia

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Capítulo 10 – Restauración católica en Austria
Sublevación de Bohemia

de Charles Seignobos


En el reino de Bohemia, donde la población era checa, los señores protestantes, después de la rebelión de 1608, tenían el derecho de ordenar la religión cada uno en sus tierras. Los habitantes de las ciudades podían edificar iglesias y en ellas celebrar el culto luterano. Los señores, los nobles y los burgueses nombraban veinticuatro defensores que tenían derecho a sacar dinero y tropas para defender su religión.

Pero el rey nombraba lugartenientes para gobernar en su lugar, y nunca elegía más que católicos. Aquellos gobernadores, establecidos en Praga, tenían la facultad de nombrar los miembros de los municipios y elegían con preferencias católicos. De esta suerte la gran mayoría de la población era protestante, pero era gobernada por católicos. Fernando II fué reconocido rey de Bohemia sin resistencia.

Los protestantes estaban ya en desacuerdo con los lugartenientes católicos, y reclamaban iglesias que se habían quitado a los luteranos. El más enérgico de los defensores era un señor alemán, el condé de Thurn, estatablecido desde hacía poco en Bohemia y que conocía mal el checo. Mandó convocar una asamblea y remitir una queja a los diez lugartenientes. El emperador respondió prohibiendo celebrar la asamblea y amenazando con perseguir a los agitadores. La asamblea se reunió en Praga a pesar de la prohibición, y decidió desembarazarse de los lugartenientes, a los que acusaba de haber redactado la respuesta del emperador.

Al día siguiente por la mañana (23 de mayo de 1618), un centenar de nobles armados, seguidos de criados armados también, subieron al castillo de Praga. Allí encontraron a cuatro lugartenientes con un secretario, y los obligaron a decir si habían ayudado a redactar la respuesta del emperador. Los lugartenientes pidieron que se les dejase deliberar acerca de lo que habían de responder. Se les dejó reunirse aparte, junto a una ventana, y hablaron en voz baja. Uno de ellos manifestó a renglón seguido que no podían responder, porque habían prometido al emperador guardar secreto acerca de sus asuntos. Para ganar tiempo, pidieron entrevistarse con sus colegas ausentes. Algunos de los nobles, furiosos, comenzaron a insultarlos, a dos sobre todo, Slawata y Martinitz, los más odiados. Se les decía: «¡Canallas, jesuitas. Desde que ocupáis el cargo, todo anda enredado!» Intentaron replicar. Pero, pasado un momento, alguien preguntó si no debían ser declarados ambos enemigos públicos. Los que allí estaban respondieron con aclamaciones. Se mandó salir a los otros dos, a los que no se quería mal, y se arrastró hacia una ventana a Slawata y a Martinitz, que gritaban y pedían un confesor, y se les arrojó abajo, tras de lo cual el secretario fué también arrojado por la ventana. Cayeron desde muy alto, sobre un montón de basura que amortiguó la caída, y ninguno quedó muerto. Desde arriba les fueron disparado tiros de arcabuz, pero sus criados acudieron y se los llevaron. A esto se llamó «la desfenestración de Praga».

Los protestantes crearon inmediatamente un gobierno de 30 directores, que expulsó a los jesuítas y alistó un ejército. Casi toda Bohemia se sublevó. El emperador no tenía tropas ni dinero, y los sublevados de Bohemia se entendieron con los nobles descontentos de sus otros Estados.

El jefe de los rebeldes, Thurn, llegó bruscamente delante de Viena con una tropa de caballería. En aquel momento, los diputados y los nobles protestantes de Austria penetraban armados en el castillo y pasaban a la cámara de Fernando para demandar el derecho de celebración del culto protestante. Fernando se negó, y fué salvado por la llegada de 400 coraceros (junio de 1618).

El emperador Marías murió (1619) y Fernando II fué emperador. Pero la asamblea de los Estados de Bohemia declaró a Fernando depuesto. Luego eligió rey de Bohemia al jefe de la liga de los príncipes protestantes de Alemania, el Elector Federico, conde palatino del Rin. Federico fué a Praga, y allí le coronaron rey. Se entendió con el príncipe de Transilvania, Betlen Gabor, que era calvinista. Betlen llevó un ejército de jinetes húngaros que llegaron delante de Viena al mismo tiempo que los sublevados de Bohemia. Fernando huyó.