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Historia XII:Carlos I

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Carlos I, que le sucedió, no se parecía en nada a su padre. Era guapo, elegante, valeroso y buen caballero. Se admiraba su manera de jugar a la pelota y de justar. Amaba la música y era inteligente en pintura. Su continente era correcto, y hasta se ruborizaba cuando delante de él se pronunciaba una palabra malsonante. Empezó siendo respetado y era bastante popular.

Pero Carlos era altanero, desconfiado, lleno de rencores, incapaz de tener en cuenta las ideas de otro y de comprender su punto de vista. Cuando había adoptado una opinión, nada podía hacérsela variar. Como era tímido, cuando se le hablaba no encontraba respuesta y permanecía silencioso o respondía mal. Cuando quería guardar un secreto, mentía o empleaba palabras de doble sentido, No era posible fiarse de su palabra. Su mujer, Enriqueta de Francia, había permanecido católica. Ejercía influjo sobre él, y los ingleses tenían sospechas de que quería convertir a su marido y hacer del catolicismo la religión de Inglaterra.

Carlos I se dejó en un principio guiar por Buckingham, e hizo la guerra a España, luego a Francia para apoyar a los protestantes de la Rochela. Convocó todos los años el Parlamento y le pidió subsidios para sus expediciones.

La Cámara de los Comunes aprobaba la guerra con las Potencias católicas, pero no tenía ninguna confianza, en Buckingham, del cual se sospechaba que se guardaba el dinero. No quería votar tributos sino a condición de examinar el empleo de las sumas aprobadas. Carlos no quería someterse a esta vigilancia. Intentó proporcionanse una Cámara más dócil mediante nuevas elecciones, con lo que tres Parlamentos fueron elegidos y disueltos en cuatro años (1625 - 1628).

El primero (1625) pidió al rey que tomase consejeros en los que pudiera tener confianza. Era una manera indirecta de pedir que Buckingham fuese despedido.

El segundo (1626) atacó directamente a Buckingham, haciéndole objeto de acusación. Un diputado le comparó a Seyano, el favorito de Tiberio. «Si él es Seyano, dijo Carlos, es que yo soy Tiberio», y el Parlamento fué disuelto.

El tercer Parlamento (1628) intentó impedir que el Gobierno se proporcionase dinero por medios ilegales. Aprobó una declaración de los derechos de los ingleses, que Carlos aceptó, y fué llamada la petición de los derechos. En ella se dice que nadie ha de verse obligado a pagar un impuesto sin una votación del Parlamento, y que nadie puede ser detenido sino por mandamiento judicial o sentencia.

Buckingham fué asesinado (1628) por un oficial descontento. Luego Carlos se indispuso con el Parlamento con motivo de los tributos y de la organización de la Iglesia. El Parlamento fué disuelto (1629), y ya no se convocó ningún otro en Inglaterra por espacio de once años.