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Historia XVI:Los impuestos

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Luis XIV conservó todos los impuestos establecidos con anterioridad a él. El principal era la talla, satisfecha por todos los habitantes que no gozaban de privilegio. Se recaudaba con arreglo a dos sistemas diferentes.

En la mayor parte de Francia, el Gobierno fijaba la suma que debía pagar cada provincia. Enviaba al intendente orden de recaudarla. —El intendente y los recaudadores determinaban luego la parte que había de pagar cada parroquia, y a esto se decía «repartir la talla».

En cada parroquia, se elegían dos o tres vecinos, que no tenían derecho a resignar, y se les nombraba recaudadores. Su obligación era hacer la lista de todas las familias y fijar lo que cada una había de satisfacer, según sus medios. El contribuyente, por tanto, nunca sabía de antemano lo que tenía que pagar. Los recaudadores eran responsables de la suma impuesta a su parroquia. Si no lograban su ingreso en caja, ellos debían pagarla. Tal era el sistema de la mayor parte de las regiones de Francia.

Algunas provincias denominadas países de Estados tenían aún una asamblea de Estados que conservaba el derecho de votar el impuesto de la provincia. El gobernador pedía todos los años una suma en nombre del rey. La asamblea discutía con él, votaba una cantidad menor y la repartía luego entre los habitantes o entre las tierras. Estas regiones pagaban menos impuesto que las otras, y el impuesto se distribuía con menos desigualdad entre los habitantes.

Había varias clases de contribuciones indirectas. Las ayudas, como en la Edad Media, gravitaban principalmente sobre las bebidas, el vino, la sidra, la cerveza. —Sobre las mercancías que pasaban de una provincia a otra, se cobraban derechos llamados extracciones.— El impuesto sobre la sal, llamado gabela, estaba establecido por medio de almacenes, los graneros de sal, únicos que tenían derecho a vender este producto. El precio de él era muy distinto, según las provincias. En las regiones próximas a las salinas, donde hubiera sido fácil proporcionarse sal de contrabando, se vendía barata. En las más alejadas, se hacía pagar un precio exhorbitante. El que hacía entrar en Francia sal del extranjero, o pasar sal de una provincia a otra, era condenado como contrabandista de sal y mandado a galeras.

El Gobierno no recaudaba ninguno de los impuestos indirectos, ayudas, sacas, gabélas, sino que los arrendaba a compañías. La compañía se comprometía a pagar al rey determinada suma, y el rey la cedía su facultad de percibir el impuesto.

Colbert habría querido disminuir la talla, que pesaba principalmente sobre los pobres. De 44 millones la redujo a 36 en 1669. Consiguió repartirla de una manera más justa, haciendo perseguir a los ricos burgueses y a los falsos nobles que debiendo pagarla no lo hacían.

Habría querido abolir todos los derechos de paso en el interior de Francia y no conservar aduanas más que en la frontera. Logró solamente reunir una docena de provincias del centro de Francia (las cinco grandes granjas). Las mercancías pudieron pasar de una a otra sin pagar. El producto de las contribuciones indirectas se elevó poco a poco de 37 millones de libras a 66 en 1683.