Historia breve y compendiosa
Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.
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Román, pintor paisajista, amaba ciegamente a Pilar, una muchacha hechicera, y además de hechicera, sensible.
Pilar era la inspiración del artista.
Éste pasaba feliz la vida al lado de aquella paloma de los valles, como él la llamaba en ciertos versos que tuvo la desfachatez de escribirle.
Un día... ¡aciago día!
Se presentó en escena un señor gordo, encarnado, y lo que es peor, muy rico.
Aquel pequeño fenómeno venía a ser la serpiente del paraíso en donde Román era por entonces el primer hombre.
Pilar.. . ¡se olvidó de Adán!
El señor gordo se la llevó consigo.
Román, desesperado, quiso matarse, pero no se mató.
Pilar se casó con el señor gordo.
El marido de Pilar quiso hacer a ésta un regalo el día de su santo.
Su mujer deseaba un abanico de haute nouveauté.
Entran en una tienda, miran y remiran abanicos en número infinito... ¡Este! dice por fin Pilar, y toma uno.
Pero ¿cuál no sería su sorpresa al verse retratada por la mano de Román en el país del abanico, acariciando al marido monstruo, y con el corazón descubierto y en forma de moneda de cinco duros?
¡Ah! ¡Qué país! —murmura la joven.
Momento supremo. Pilar palidece...
Ya han adivinado ustedes el fin de la historia?
Ya dicen ustedes: —¡Se desmayó! ¡Conoció su falta! ¡Volvió a amar a Román! ¡Lloró su desvío!...
Pues no es eso.
Pilar tomó el abanico... y se hizo aire.