Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes (Tomo I): Libro Segundo. Capitulo IV

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Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes (Tomo I)
de Roselly de Lorgues
Libro Segundo. Capitulo IV



CAPITULO IV.


I.


A fin de seguir con mas facilidad los primeros pasos de los castellanos, y las operaciones del almirante en la Española, indicaremos en pocas palabras su posicion política y territorial.

Cinco reyes, ó grandes caciques, teniendo cada uno bajo sus ordenes á cierto número de señores, ó caciques subalternos, gobernaban la isla de Haiti, bautizada por el almirante con el nombre de Española. Estos cinco magnates se llamaban Guarionex, Caonabo, Behechio, Guacanagari y Gualfacoa.

Guarionex, de la familia mas ilustre, tenia toda la parte NE. de la isla, que comprendía la magnífica llanura llamada Vega Real, y fué en su territorio donde, sin pedirle permiso, se construyó la Isabel.

Guacanagari reinaba al NE. desde Artibonite hasta mas allá de Monte-Cristo.

Gualfacoa ocupaba la parte oriental mas espuesta á los ataques de los caribes, y sus vasallos, mejor armados que el resto de los indíjenas, sabían pelear con denuedo.

Behechio poseía la mayor porción de la isla, la que del Artibonite se estiende al O. hasta el cabo Tiburon, y encierra en sus límites el lago salobre de Jaragua, por tanto tiempo asunto de misteriosas relaciones.

Caonabo, el señor de la casa de oro, dominaba en la parte montañosa, desde las alturas de Cibao hasta el Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/425 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/426 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/427 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/428 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/429 formaba un recodo inmenso, dirijiéndose al N. Una tem- pestad, horrorosa los puso en gran peligro de perecer, y cuando se disipó, se encontraron en medio de mul- titud de escollos á flor de agua, de islotes y bancos, en- tre los cuales hicieron una legua, visiblemente guiados por la divina providencia; pues un numero infinito de ellos, unos bajos y arenosos, y otros altos y verdes y de risue- ño aspecto, formaban como un laberinto. No pudiendo dar á cada uno un nombre particular, los llamo Colon colectivamente los Jardines de la Reyna. Sus oficiales le suplicaban abandonase aquellos parajes, en que retroce- der no era menos dificil que avanzar, y en que se corria el riesgo de estrellarse á cada instante, á causa de los chubascos que venian de diversos puntos, haciendo ne- cesarias las maniobras continuas, tanto mas temibles, en razón de los peñascos que amenazaban las quillas, y del fondo cenagoso que no aguantaba á las anclas. Fenómenos singulares llamaron la atención del almi- rante. Los caprichos de la atmósfera presentaban una regularidad periódica, propia para sorprender al grande observador. Por la mañana venia el viento del E. y por la tarde del O., y á la entrada de la noche pardos nu- barrones llegaban del occidente y se estendian en el Cé- nit, lanzando relámpagos y truenos; pero desde que la luna asomaba en el horizonte aquel aspecto amenazador desaparecia como por encantamiento.¹ Esta particulari- dad atmosférica, y el número considerable de islas lo inclinaban á creer que se encontraba en el archipiélago de los cinco mil islotes, situado á la estremidad de la India, y de que hablan Marco-Polo y Mandeville; y á pe- sar de que las carabelas hubiesen tocado el fondo mas de una vez, no obstante las precauciones de los pilotos, no queria abandonar el pais sin haberlo reconocido per- fectamente. Prosiguió pues, á través de incesantes peligros é in- 1. Fernando Colon. Historia del almirante, cap. LV. Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/431 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/432 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/433 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/434 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/435 sufriera considerablemente, pues impelida por él se rasgaba con los masteleros y arboladura, dejando la cubierta sembrada de contusos, de heridos y de muertos. Sucedíanse los bandos unos á otros sin interrupción, y por la tarde, chubascos del O. los ahuyentaban por completo.

 Continuando su camino entró por las aguas porque habia pasado antes de llegar á la altura de la Evanjelista, y que tanto inquietaron á sus marineros. Las olas pesadas y sedimentosas eran de un blanco tan puro que deslumhraban[1], y no podia irse á toda vela, ni dejar de repetir á cada instante las sondaduras. A este fenómeno local se unió pronto otro no menos alarmante para la tripulación; pero notable para un hombre investigador: la mar negra como la tinta, y en la cual la vista se perdia. Cualquier otro que no hubiera sido el almirante habría retrocedido en presencia de tan formidable transición. Al movimiento regular del mar se anadia en las inmediaciones de la costa ajitaciones periódicas todas las tardes, á consecuencia de la lluvia matutina, cuya abundancia henchia los ríos en su embocadura. Al fin, el 6 de Julio se tomó tierra á la estremidad del golfo que forma el saliente del cabo de Santa Cruz, donde las tripulaciones desembarcaron para solazarse un tanto. Los indios del pais se apresuraban á llevarles víveres, de que tenían gran necesidad.

 Para dar gracias á Dios de su protección á través de peligros tan continuados. Colon hizo erijir un altar en un bosquecillo inmediato, y celebrar allí el santo sacrificio de la misa.

 Durante la ceremonia, un cacique, anciano venerable a pesar de su desnudez, se acercó, observando con atención lo que se hacia. Comprendió que se trataba de una ceremonia relijiosa, y después que Colon hubo concluido de orar, el patriarca lo saludó, y ofreciéndole un Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/437 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/438 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/439 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/440 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/441


IV.


Dos meses antes de salir Colon para su segundo via- je, había dirijido Portugal á Castilla una protesta con- tra las bulas fechas 3 y 4 de Mayo de 1493, que según decia, atentaban á los derechos con que su corona esta- ba investida precedentemente. ^ La corte de Castilla, temerosa de ver alterarse las buenas relaciones con su aliada, quiso examinar atenta- mente su reclamación, y el 30 de Julio de 1494 encargó Isabel á don Gutierre de Toledo, primo del rey y cate- drático de la universidad de Salamanca, le enviase sin tardanza á Segovia los maestros de astronomia y jeogra- fia que juzgara mas capaces, para conferenciar con los pilotos que ella habia convocado.^ Y el gran cardenal de España escribió el 26 de Agosto siguiente al sabio lapi- dario de Burgos Jaime Ferrer, hombre de fe sincera, na- turalista, viajero y jeógrafo, para que viniese inmediata- mente con sus mapas é instrumentos, para una rectifica - cion de medidas.3 Sin embargo de dirijirse á Castilla, Portugal se aji< taba entre los miembros influyentes de la corte pontificia, 1. Ferreras.Historia jeneral de España, XI. parte, t. VIII. p 150, en 4. 2. "E los mas suficientes destos que os pareciere nos enviéis aquí lo mas presto que ser pudiere," — Suplemento primero á la colección diplomática, número XVII. 3. "Por ende rogamosvos que vista esta letra nuestra partáis y vengáis aqui 4 Barcelona y traed con vos el mapamundi y otros ins- trumentos, etc".... — Colección diplomática, contmuacion del número LXVIII. Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/443 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/444 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/445 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/446 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/447 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/448

  1. "Erat aqua lactea spissaque ac si farinam toto illo pelago sparsissent." —Petri Martyris Anglerii, Oceanece Decadis primee, lib. III. jol. 9.