Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/Capítulo XII

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPÍTULO XII.

Vivienda y gobierno de los antiguos: cosas que comian.


En la manera de sus habitaciones y pueblos tenian aquellos gentiles, la misma barbariedad que en sus dioses y sacrificios. Los mas políticos tenian sus pueblos poblados sin plaza ni orden de calles, ni de casas, sino como un recogedero de bestias. Otros por causa de las guerras que unos a otros se hacian, poblaban en riscos y peñas altas a manera de fortaleza donde fuesen menos ofendidos de sus enemigos. Otros en chozas derramadas por los campos, valles y quebradas: cada uno como acertaba á tener la comodidad de su comida y morada. Otros vivian en cuevas debaxo de tierra, en resquicios de peñas, en huecos de árboles; cada uno como acertaba a hallar hecha la casa, porque ellos no fueron para hacerlas y de éstos hay todavia algunos, como son los del cabo de Pasau y los Chiriuanas, y otras naciones que conquistaron los Reyes Incas, los quales se estan hoy en aquella rusticidad antigua; y éstos tales son los peores de reducir así al servicio de los Españoles como a la religion christiana: que como jamas tuvieron doctrina son irracionales, y apenas tienen lengua para entenderse unos con otros dentro en su misma nacion; y asi viven como animales de diferentes especies, sin juntarse, ni comunicarse, ni tratarse sino á sus solas. En aquellos pueblos y habitaciones gobernaba el que se atrevia y tenia animo para mandar a los demas; y luego que señoreaba, trataba a los vasallos con tirania y crueldad, sirviéndose de ellos como de esclavos, usando de sus mugeres é hijas a toda su voluntad, haciéndose guerra unos a otros. En unas provincias desollaban los cautivos, y con los pellejos cubrian sus caxas de atambor para amedrentar sus enemigos; porque decian que en oyendo los pellejos de sus parientes luego huian. Vivian en latrocinios, robos, muertes, incendios de pueblos, y de esta manera se fueron haciendo muchos Señores y Reyecillos, entre los quales hubo algunos buenos que trataban bien á los suyos, y los mantenian en paz y justicia: á estos tales por su bondad y nobleza, los Indios con simplicidad los adoraron por dioses, viendo que eran diferentes y contrarios de la otra multitud de tiranos. En otras partes vivian sin señores que los mandasen ni gobernasen, ni el los supieron hacer república de suyo para dar orden y concierto en su vivir: vivian como ovejas en toda simplicidad, sin hacerse mal ni bien: y esto era mas por ignorancia y falta de malicia que por sobra de virtud.

En la manera del vestirse y cubrir sus carnes, fueron en muchas provincias los Indios tan simples y torpes que causa risa el trage de ellos. En otras fueron en su comer y manjares tan fieros y bárbaros que pone admiracion tanta fiereza, y en otras muchas regiones muy largas, tuvieron lo uno y lo otro juntamente. En las tierras calientes, por ser mas fértiles, sembraban poco ó nada: mantenianse de yerbas y raices, fruta silvestre y otras legumbres que la tierra daba de suyo, ó con poco beneficio de los naturales; que como todos ellos no pretendian mas que el sustento de la vida natural, se contentaban con poco. En muchas provincias fueron amicisimos de carne humana, y tan golosos que antes que acabase de morir el Indio que mataban, le bebian la sangre por la herida que le habian dado, y lo mismo hacian quando lo iban desquartizando, que chupaban la sangre, y se lamian las manos, porque no se perdiese gota de ella. Tuvieron carnicerias públicas de carne humanas: de las tripas hacian morcillas y longanizas, hinchéndolas de carne por no perderlas. Pedro de Cieza, capítulo veinte y seis, dice lo mismo, y lo vio por sus ojos. Creció tanto esta pasion, que llegó a no perdonar: los hijos propios habidos con mugeres estrangeras de los que cautivaban y prendian en las guerras, las quales tomaban por mancebas, y los hijos que en ellas habian los criaban con mucho regalo hasta los doce ó trece años, luego se los comian, y á las madres tras ellos quando ya no eran para parir. Hacian mas, que a muchos Indios de los que cautivaban les reservaban la vida, y les daban mugeres de su nacion, quiero decir de la nacion de los vencedores, y los hijos que habian, los criaban como a los suyos, y viéndoles ya mozuelos se los comian, de manera que hacian seminario de muchachos para comérselos; y no los perdonaban ni por el parentesco, ni por la crianza que aun en diversos y contrarios animales suelen causar amor; como podriamos decir de algunos que hemos visto, y de otros que hemos oido. Pues en aquellos bárbaros no bastaba lo uno ni lo otro, sino que mataban los hijos que habian engendrado, los parientes que habian criado á trueque de comérselos, y lo mismo hacian de los padres quando ya no estaban para engendrar, que tampoco les valia el parentesco de afinidad. Hubo nacion tan estraña en esta golosina de comer carne humana, que enterraba sus difuntos en sus estomagos, que luego que espiraba el difunto se juntaba la parentela, y se lo comian cocido ó asado, segun le habian quedado las carnes, muchas ó pocas: si pocas, cocido, si muchas asado. Despues juntaban las huesos por sus coyunturas, y les hacian las exéquias con gran llanto: enterrábanles en resquicios de peñas, y en huecos de árboles: no tuvieron dioses, ni supieron qué cosa era adorar, y hoy se estan en lo mismo. Esto de comer carne humana lo usaron los Indios de tierras calientes que los de tierras frias.

En las tierras estériles y frias, donde no daba la tierra de suyo frutas, raices ni yerbas, sembraban el maiz y otras legumbres, forzados de la necesidad, y esto hacian sin tiempo ni sazon. Aprovechábanse de la caza y de la pesca con la misma rusticidad que en las demas cosas tenian.