Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/Capítulo XLVI

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPÍTULO XLVI.

La gran provincia Chucuytu se reduce de paz. Hacen lo mismo otras muchas.

El Inca fue recibido en el Cozco con mucha fiesta y regocijo donde paró algunos años, entendiendo en el gobierno y comun beneficio de sus vasallos. Despues le pareció vsitar todo su reyno, por el contento que los Indios recibian de ver al Inca en sus tierras, y porque los ministros so se descuidasen en sus cargos y oficios por la ausencia del rey. Acabada la visita, mandó levantar gente para llevar adelante la conquista pasada. Salió con diez mil hombres de guerra llevó capitanes escogidos, llegó á Hatun Colla y á los confines de Chucuytu, provincia famosa de mucha gente, que por ser tan principal, le dieroa al emperador en el repartimiento que los Españoles hicieron de aquella tierra, a la qual y á sus pueblos comarcanos envió los requerimientos acostumbrados, que adorasen y tuviesen por dios al sol. Los de Chucuytu aunque eran poderosos, y sus pasados habian sujetado algunos pueblos de su comarca, no quisieron resistir al Inca, antes respondieron que le obedecian con todo amor y voluntad, porque era hijo del sol; de cuya clemencia y mansedumbre estaban aficionados, y querian ser sus vasallos por gozar de sus beneficios.

El Inca los recibió con la afabilidad acostumbrada, y les hizo mercedes y regalos con dádivas que entre los Indios se estimaban en mucho; y viendo el buaen suceso que en su conquista habia tenido, envió los mismos requerimientos á los demas pueblos comarcanos hasta el desaguadero de la gran laguna Titicaca; los quales todos, con el exemplo de Hatun Colla y de Chucuytu, obedecieron llanamente al Inca y que los mas principales fueron Hillavi Chulli, Pumata, Cipita, y no contamos en particular lo que hubo en cada pueblo de demandas y respuestas, porque todas fueron á semejanza de lo que hasta aquí se ha dicho: y por no repetirlo tantas veces lo decimos en suma. Tambien quieren decir que tardó el Inca muchos años en conquistar y sujetar estos pueblos; mas en la manera del ganarlos no difieren nada: y así va poco ó nada hacer caso de lo que no importa.

Habiendo pacificado aquellos pueblos despidió su exército, dexando consigo la gente de guarda necesaria para su persona, y los ministros para la enseñanza de los Indios; quiso asistir personalmente á todas estas cosas, así por darles calor como por favorecer aquellos pueblos y provincias con su presencia, que eran principales y de importancia para lo de adelante. Los curacas y todos sus vasallos se favorecieron de que el Inca quisiese parar entre ellos un invierno, que para los Indios era el mayor favor que se les podia hacer; y el Inca les trató con mucha afabilidad y caricias, inventando cada dia nuevos favores y regalos, porque veía por experiencia, sin la doctrina de sus pasados, quánto importaba la mansedumbre, el beneficio, y el hacerse querer para atraer los estraños á su obediencia y servicio. Los Indios pregonaban por todas partes las excelencias de su príncipe, diciendo que era verdadero hijo del sol. Entretanto que el Inca estaba en el Collao, mandó apercibir para el verano siguiente diez mil hombres de guerra. Venido el tiempo y recogida la gente eligió quatro maeses de campo, y por general envió un hermano suyo, que no saben decir los Indios cómo se llamaba: al qual mandó que con parecer y consejo de aquellos capitanes procediese en la conquista que le mandaba hacer; y á todos cinco dió orden y expreso mandato, que en ninguna manera llegasen á rompimiento de batalla con los Indios que no quisiesen reducirse por bien, sino que á imitacion de sus pasados los atraxesen con caricias y beneficios, mostrándose en todo padres piadosos antes que capitanes belicosos. Mandóles que fuesen al poniente de donde estaban, á la provincia llamada Huin Pacasa, y reduxesen los Indios que por allí hallasen. El general y sus capitanes fueron como se les mandó, y con prospera fortuna reduxeron los naturales que hallaron en espacio de veinte leguas que hay hasta la falda de la cordillera y sierra Nevada, que divide la costa de la sierra. Los Indios fueron fáciles de reducir, porque eran behetrias y gente suelta sin orden, ley ni policía. Vivian á semejanaa de bestias: gobernaban los que mas podian con tirania y soberbia, por estas causas fueron faciles de sujetar; y los mas de ellos como gente simple, vinieron de suyo á la fama de las maravillas que se contaban de los Incas hijos del sol. Tardaron en esta reduccion casi tres años; porque se gastaba mas tiempo en doctrinarlos, segun eran brutos, que en sujetarlos. Acabada la conquista, dexados los ministros necesarios para el gobierno, y los capitanes y gente de guerra para presidio y defensa de lo que se habia conquistado, se volvió el general y sus quatro capitanes á dar cuenta al Inca de lo que dexaban hecho. El qual entre tanto que duró aquella conquista se habia ocupado en visitar su reyno, procurando ilustrarle de todas maneras con aumentar las tierras de labor. Mandó sacar nuevas acequias, y hacer edificios necesarios para el provecho de los Indios, como puentes y caminos para que las provincias se comunicasen unas con otras. Llegado el general y los capitanes ante el Inca, fueron muy bien recibidos y gratificados de sus trabajos; y con ellos se volvió a su corte con propósito de cesar de las conquistas, porque le pareció haber ensanchado harto su imperio, que norte sur ganó mas de quarenta leguas de tierra, y leste hueste mas de veinte, hasta el pie de la sierra y cordillera Nevada, que divide los llanos de la sierra: estos dos nombres son impuestos por los Españoles.

En el Cozco fue recibido con grande alegria de toda la ciudad, que por su afable condicion, mansedumbre y liberalidad era amado en extremo. Gastó lo que le quedó de la vida en quietud y reposo, ocupado en el beneficio de sus vasallos haciendo justicia. Envió dos veces á visitar el reyno al príncipe heredero llamado Mayta Capac, acompañado de hombres viejos y experimentados para que conociese los vasallos y se exercitase en su gobierno. Quando se sintió cercano á la muerte llamó á sus hijos, entre ellos al príncipe heredero, y en lugar de testamento les encomendó el beneficio de los vasallos, la guarda de las leyes y ordenanzas que sus pasados, por orden de su dios y padre el sol, les habia dexado: y que en todo les mandaba hiciesen como hijos del sol. A los capitanes Incas y á los demas curacas, que eran señores de vasallos, encomendó el cuidado de los pobres, la obediencia de su rey. A lo ultimo les dixo que se quedasen en paz, que su padre el sol le llamaba para que descansase de los trabajos pasados. Dichas estas cosas y otras semejantes, murió el Inca Lloque Yupanqui: dexó muchos hijos é hijas de las concubinas, aunque de su muger legítima, que se llamó Mama Cava, no dexó hijo varon mas de al príncipe heredero Mayta Capac, y dos ó tres hijas. Fue llorado Lloque Yupanqui en todo su reyno con gran dolor y sentimiento, que por sus virtudes era muy amado. Pusieronle en el número de sus dioses hijos del sol, y así le adoraron como á uno de ellos. Y porque la historia no canse tanto hablando siempre de una misma cosa, será bien entretexer en las vidas de los reyes Incas algunas de sus costumbres, que serán mas agradables de oir que no las guerras y conquistas hechas casi todas de una misma suerte: por tanto digamos algo de las ciencias que los Incas alcanzaron.