Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/Capítulo XXXIV

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPÍTULO XXXIV.

Cosas que sacrificaban al sol.

Los sacrificios que los Incas ofrecieron al sol fueron de muchas y diversas cosas, como animales domésticos, grandes y chicos. El sacrificio principal y el mas estimado era el de los corderos, luego el de los carneros, y luego el de las ovejas machorras. Sacrificaban conejos caseros, todas las aves que eran de comer, sebo á solas, y todas las mieses y legumbres, hasta la yerba coca y ropa de vestir de la muy fina. Todo lo qual quemaban en lugar de incienso, y lo ofrecian en hacimiento de gracias de que lo hubiese criado el sol para sustento de los hombres. Tambien ofrecian en sacrificio mucho brevage de lo que bebian, hecho de agua y maiz, y en las comidas ordinarias quando les traian de beber despues que habian comido, que mientras comian nunca bebian, á los primeros vasos mojaban la punta del dedo de enmedio, y mirando al cielo con acatamiento, despedian del dedo, como quien da papirotes, la gota del brevage que en él se les habia pegado, ofreciéndola al sol en hacimiento de gracias porque les daba de beber, y con la boca daban dos ó tres besos al ayre que, como hemos dicho, era entre aquellos Indios señal de adoracion. Hecha esta ofrenda en los primeros vasos, bebian lo que se les antojaba sin mas ceremonias.

Esta última ceremonia ó idolatría yo la ví hacer á los Indios no bautizados, que en mi tiempo aun habia muchos viejos por bautizar, y á necesidad yo bauticé algunos. De manera que en los sacrificios fueron los Incas casi ó del todo semejantes á los Indios de la primera edad, solo se diferenciaron en que no sacrificaron carne, ni sangre humana con muerte, antes lo abominaron y prohibieron, como el comerla; y si algunos historiadores lo han escrito, fue porque los relatores los engañaron, por no dividir las edades y las provincias, donde y quando se hacian los semejantes sacrificios de hombres, mugeres y niños, y asi un historiador dice, hablando de los Incas, que sacrificaban hombres; y nombra dos provincias, donde dice que se hacian los sacrificios. La una está poco menos de cien leguas del Cozco, que aquella ciudad era donde los Incas hacian sus sacrificios; y la otra es una de dos provincias de un mismo nombre, la una de las quales esta doscientas leguas al sur del Cozco, y la otra mas de quatrocientas al norte. De donde consta claro, que por no dividir los tiempos y los lugares, atribuyen muchas veces a los Incas muchas cosas de las que ellos prohibieron a los que sujetaron á su imperio, que las usaban en aquella primera edad antes de los reyes Incas.

Yo soy testigo de haber oido mas de una vez á mi padre y á sus contemporaneos, cotejando las dos repúblicas México y Perú, hablando en este particular de los sacrificios de hombres y del comer came humana, que loaban tanto á los Incas del Perú, porque no los tuvieron ni consintieron, quanto abominaban á los de México, porque lo uno y lo otro se hizo dentro y fuera de aquella ciudad, tan diabólicamente como lo cuenta la historia de su conquista, la qual es fama cierta aunque secreta que la escribió el mismo que la conquistó y ganó dos veces, lo qual yo creo para mí, porque en mi tierra y en España lo he oído á caballeros fidedignos que lo han hablado con mucha certificacion; y la misma obra lo muestra á quien la mira con atencion, y fue lastima que no se publicase en su nombre para que la obra tuviera mas autoridad, y el autor imitára en todo al gran Julio César. Volviendo á los sacrificios, decimos que los Incas no los tuviéron, ni los consintieron hacer de hombres ó niños, aunque fuese en enfermedades de sus reyes, como lo dice otro historiador, porque no las tenian por enfermedades como las de la gente comun: teníanlas por mensageros como ellos decian de su padre el sol, que venian á llamar á su hijo para que fuese á descansar con él al cielo, y asi eran palabras ordinarias que las decian aquellos reyes Incas quando se querian morir: mi padre me llama que me vaya á descansar con él, y por esta vanidad que predicaban, porque los Indios no dudasen de ella, y de las demás cosas que á esta semejanza decian del sol, haciéndose hijos suyos, no consentian contradecir su voluntad con sacrificios por su salud, pues ellos mismos confesaban que los llamaba para que descansasen con él. Y esto baste para que se crea que no sacrificaban hombres, niños, ni mugeres; y adelante contarémos mas largamente los sacrificios comunes y particulares que ofrecian, y las fiestas solemnes que hacian al sol.

Al entrar de los templos ó estando ya dentro, el mas principal de los que entraban echaba mano de sus cejas, como arrancando los pelos de ellas, y que los arrancase ó no, los soplaba hacia el ídolo en señal de adoracion y ofrenda; y esta adoracion no la hacian al rey sino á los ídolos ó árboles, ó otras cosas donde entraba el demonio á hablarles. Tambien hacian lo mismo los sacerdotes y las hechiceras quando entraban en los rincones y lugares secretos a hablar con el diablo, como obligando aquella deidad, que ellos imaginaban, á que los oyese y respondiese, pues en aquella demonstracion le ofrecian sus personas. Digo que tambien les vi hacer esta idolatría.