Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/El editor

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

EL EDITOR.




La inalterable verdad, y la escrupulosa é imparcial sinceridad en la historia son qualidades tan esenciales, que faltando qualquiera de ellas se confunde con estas composiciones, fruto de una imaginacion fecunda, llamadas novelas, que solo sirven para llenar de nulidades la juventud, ó para mutil ó acaso perjudicial recreo del bello sexô. Pero si con estas qualidades llegan á unirse la amenidad, el método, la concision, el juicio, la claridad y quanto se requiere para merecer dignamente el nombre de historia, será la que se presente con tales adornos, que le son tan propios, digna de la pluma de un Tucydides, de un Tito Livio, y probará la alma en su lectura la mas dulce complacencia.

La del Inca Garcilaso, que tengo la satisfaccion de presentar al publico, reune todos estos preciosos é indispensables requisitos, y quántos puede exigir el crítico mas inexôrable. El aprecio y estimacion que han merecido á los sabios y literatos juiciosos de dos siglos sus Comentarios Reales, facilmente se podria justificar; pero como semejante defensa seria ociosa estando en quieta y pacífica posesion de quanto puede apetecer, y gozando un lugar tan distinguido en la república de las letras, basta afirmar que el laborioso y erudito D. Nicolás Antonio gradúa esta historia de copiosa, elegante, curiosa, verdadera y segura: y que el Ilustrísimo Feyjoó, cuya crítica nada vulgar y poco indulgente lo pone á cubierto de toda impugnacion, reconoce su mérito en muchas partes del Teatro, principalmente en la ultima carta del tomo quinto.

Confieso que no puede menos de causarme mucha admiracion que obras de esta naturaleza, buscadas por los sabios de la nacion, apetecidas de todo curioso, elogiadas, traducidas y publicadas diferentes veces por los estrangeros, enemigos jurados de las glorias de España, lleguen á escasearse, y escasearse en unos ttempos en que vemos repetidas y multiplicadas ediciones de otras que es imposible sean de tanto interes para nuestra nacion, ni tan acreedoras á la inmortalidad; pero á pesar de esta admiracion, el pobre Inca casi desde su nacimiento ha sufrido esta fatalidad, no solo antes de la reimpresion publicada el año 22 del siglo que va a espirar, sino tambien despues de esta fecha. Antes andaban tan escasos sus Comentarios Reales que, segun el testimonio del Señor Don Gabriel de Cárdenas, su editor, y autor del Ensayo Cronológico á la Historia de la Florida del Inca, aun adquirirlos para copiarlos era dificultoso, Despues se ha experimentado la misma falta, y desde el año de 50 ya la estan lamentando todos los curiosos, con vivos deseos de que se verifique su reimpresion.

A vista de esto me resolví despues de varios combates, y no á persuasion de amigos, que es la cantinela de todos, a una empresa acaso superior a mis fuerzas, persuadido firmemente que haria en ello un senalado servicio al publico; y consultando el gusto dominante del dia, preferí dar mi edicion en dozavo, gusto que no dexa de tener sus comodidades y ventajas, y que facilmente se puede defender y aun justificar con el exemplo de otras naciones entre quienes los libros no se miran como muebles inutiles, y que han adoptado y dado la preferencia a este tamaño.

La obra, así en su origen como en la edicion de 1722, tiene por título Comentarios Reales de los Incas, divididos en dos partes. La primera, que comprehende nueve libros, trata del origen de los Incas, reyes que fueron del Perú, de su sabio gobierno en paz y en guerra, provincias que conquistó cada rey, dioses, idolatría, ciencias, artes, usos y costumbres de cada provincia en particular, así antes de Manco Capac, fundador de aquel vasto imperio, y el primero que con su raro talento y con sus astutas aunque groseras revelaciones supo reunir en sociedad aquellas bestiales gentes, enseñándoles al mismo tiempo las artes y á cultivar la tierra, como en tiempos posteriores, y hasta que los Españoles las fueron conquistando sucesivamente: riquezas de oro y plata que éstos hallaron: animales, plantas, frutas que habia en el pais, y las que despues se han ido llevando, con quanto pudo averiguar su autor, tanto por medio de la tradicion verbal que entre otros le suministraron sus dos tios Cusi Huallpa y D. Fernando Huallpa Tupac, hombres bastante racionales y testigos del trastorno de su imperio, quanto por los quipos puestos a cargo de los contadores, la unica escritura que alcanzaron para trasmitir sus memorias á la posteridad. En la segunda, dividida en ocho libros, se dá una cuenta exacta y circunstanciada de la conquista que concibió y emprendió el intrépido corazon de D. Francisco Pizarro, Marqués de las Charcas y Atavillos, de aquella dilatada y aguerrida monarquía, descubierta por el mismo pocos años antes, sin mas auxilios que los que le pudieron suministrar D. Diego de Almagro, y el Presbítero Hernando de Luque, acompañado del valor de trece compañeros tan solos: guerras civiles que introduxo la discordia entre Pizarristas y Almagristas: sublebacion de algunos tiranos y su castigo: hechos ya heroycos, ya temerarios de algunos Españoles é Indios: embaxadas, ardides de guerra de unos y otros: obstinacion en los combates, y acciones decisivas de ambos partidos: fundacion de algunas cuidades célebres y de otros pueblos de menor nombre: paz general de casi todo el imperio devida á la cordura y madurez de ua hombre de talento: renuncia solemne que hizo en Lima D. Diego Sayri-Tupac Inca en manos de D. Andres Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, Virey del Perú, de todos sus derechos á aquel imperio en la persona de Felipe II, Rey de España, de gloriosa memoria, reservándose por su vida la soberanía de las provincias de Villca-pampa, Tarma, Muyupampa, y Chunchos: con otras cosas dignas de saberse, y de que no es posible dar un analisis por diminuto que sea.

He aquí la division del autor. Vamos á la que yo me tomo la libertad de darle, asi por hacerse preciso á causa de la diversidad del tamaño, como por parecerme mas regular, sin qué altere su sustancia en la cosa mas minima.

Ante todas cosas, aunque se contenta Garcilaso con dar á su luminosa obra el humilde título de Comentarios Reales de los Incas, á mí me ha parecido, y no sin fundamento, quadrarle mas bien el de Historia general del Perú, dexandole tambien el otro en segundo lugar. Digo que no sin fundamento, porque si se dá el nombre de historia á una relacion verdadera de sucesos y acciones célebres escrita con método y discernmiento y por qué no se le ha de dar á la que publicamos, reuniendo en si quantas circunstancias se exigen?

Esto supuesto, los cinco primeros tomitos de esta edicion, titulada nuevamente Historia del Perú, comprehenderán lo que el autor llama primera parte, y los restantes la segunda. La division de primera y segunda parte, la subdivision de cada parte en libros, y la cansada recopilacion de los capítulos que comprehende cada libro, puestos al principio de todos ellos, he tenido por convenience suprimir, porque siendo formalidades arbitrarias é insustanciales, y solo autorizadas por la moda dominante de aquel tiempo, de ninguna otra cosa sirve sino de llenar papel de letras que no se leen; y en la edicion que presento era preciso causase desorden y confusion, ó que los tomos saliesen unos éticos, y otros demasiado rollizos: pues hay libro que comprehende 44 capítulos bastante extensos, al paso que otros solo incluyen 22, y muy cortos.

Tambien he sacado del lugar que ocupa en la edicion citada la vida del rebelde Inca Inti Cusi Titu Yupanqui, aumentada por el Señor Cárdenas, reservándola para el ultimo tomo, pues siendo el postrero de los Incas, soberano ya destronado, y solo reconocido por algunos pocos Indios montaraces, revoltosos y sanguinarios, parece que naturalmente deberá ocupar un lugar posterior en orden á su rebelde antecesor y tio Tupac Amaru con quien concluye su historia Garcilaso.

En quanto a la ortografia he procurado cuidadosamente observar las sabias leyes que juiciosamente nos prescribe la Real Academia de la Lengua Castellana; y puedo asegurar sin amor propio que en esta parte lleva mi edicion mucha ventaja á las anteriores, como puede convencerse el curioso que teniéndolas todas se quiera tomar el molesto trabajo de cotejarlas.

Tambien me he tomado la licencia de suavizar algunas voces poco conformes á nuestra prosodia actual, y por consiguiente muy asperas y desagradables á nuestros oidos; pero esto ha sido con mucho tiento y economía, haciéndome cargo que el mayor mérito de una pintura es representarnos el original con aquel mismo trage que entonces se usaba, por ridículo, extravagante y desaliñado que se figure á nuestros ojos. Esta consideration ni por un momento debe perderse de vista en la historia, pues es preciso sea verdadera en un todo, hasta en darnos á conocer perfectamente el lenguage propio de los tiempos en que escribia el historiador.

Ya que he insinuado de paso el mérito de la obra y su escasez, y dado una sucinta idea de ella y de esta edicion, no me parece será fuera del caso decir algo de su autor; porque aunque casi todas las noticias, que no haré mas que apuntar, se hallan en su historia, ó en el prólogo que el Señor Cárdenas colocó al frente de la Florida del Inca, estan tan exparcidas, que para reunirlas baxo un punto de vista es preciso sacar engorrosas apuntaciones, y es raro el lector que quiera á cada instance cortar el hilo de una narracion que tiene puesta su alma en una dulce sorpresa para apuntar lo que halla. Dare pues un sucinto extracto.

Este hombre grande á todas luces, digno de perpetua memoria y de mejor fortuna nació el año de 1539 en la imperial ciudad del Cuzco, ó Cozco como él y todos los Indios de aquel tiempo le llamaron. Si con razon se reputa por uno de los mayores bienes que puede traer el hombre en su nacimiento deber su existencia a padres esclarecidos, puede gloriarse nuestro autor de esta ventaja, pues el suyo, Garcilaso de la Vega, natural de Badajoz, varon de gran prudencia, esforzado soldado y uno de los conquistadores del Perú, fue nieto del famoso Gomez Suarez de Figueroa, primer Conde de Feria, segundo nieto del esclarecido Iñigo Lopez de Mondoza, tronco de la casa de los Duques del Infantado, y descendiente del ínclito Garcia Perez de Vargas, el mismo que gano á los Arabes la Ciudad de Sevilla. Su madre fue Doña Isabel Coya, hija de Huallpa Tapac, hermana de Huascar Inca, ultimo soberano de aquel imperio, á quien despojó de él y juntamente de la vida su alevoso hermano el usurpador Atahuallpa, todos tres hijos de Huayna Capac, gran guerrero y hombre de mucho talento, á pesar de haber cometido el error de dividir el reyno entre sus dos hijos, que fue la principal causa de su ruina.

Hijo de tan ilustres padres, y firmemente persuadido de que la virtud heredada sirve de muy poco quando no se halla acrisolada con la adquirida, se empeñó en imitar las de sus mayores, purificadas ya con la sublime moral evangélica; y desde su mas tierna infancia la carrera militar fixó su esforzado corazon. El lamentable descuido de aquellos tiempos nos oculta las expediciones militares de este jóven. Sabemos que á los veinte años de edad, y veinte y ocho despues de la conquista de aquella tierra vino a España abandonando todos sus intereses para justificar la conducta de su padre, infamada injustamente por sus émulos: sabemos que muy luego la piedad de Felipe II. le concedió una compañia, en la que sirvió con mucha distincion durante su glorioso reynado, y tambien en el de su succesor Felipe III.: y sabemos finalmente que en la misma clase de Capitan se hallo comandando su compañia en la revelion del reyno de Granada y en otras acciones brillantes que á cada paso se ofrecian en un tiempo en que no cesaba la trompeta de llamar al combate.

Pero no se piense que arrastrado el jóven Garcilaso del brillante resplandor del escudo de Marte mirase con desprecio el humilde vestido de Minerva (permítaseme dar á la buena Diosa el que me acomode sin respetar la fábula). Aunque las ciencias en aquel tiempo mereciesen poco aprecio en el Perú, pues aun resonaba el ruido de las armas homicidas, con todo desde las primeras letras manifesto un ardiente deseo de aventajarse á sus condiscípulos, y la ansia con que devoraba el libro que podia haber á las manos, era un feliz anuncio de lo que con el tiempo llegaria á ser este ilustre mestizo. Vino á España, como se ha dicho, á los veinte años de edad, y su inclinacion á la lectura era preciso fuese en aumento. Su primer estudio lo consagró á la perfeccion de la Lengua Castellana por principios, pues la quechua ó de los Incas, dividida en muchos dialectos, aunque procuró cuidadosamente no echarla al olvido, como lo acredita en muchos pasages de su obra, declarando la verdadera y genuina significacion de algunas palabras indianas dudosas ó equivocas, con todo le podia ya servir de poco. No se contento con saber perfectamente la lengua de su patria; la italiana, por su dulzura y por ser entonces la dominante en Europa fue la que mereció su preferencia. De ella traduxo al castellano los Diálogos de filosofia entre Philon y Sofia, obra escrita por Philon hebreo, cuya traducion dedicó á la magestad de Felipe II, quien la aprecio de tal modo, que al tiempo de entregársela á su guarda-joyas le encargó la conservase con cuidado, y que no se le olvidase recordársela luego que llegase al Escorial.

Dueño de ambos idiomas, se entregó todo con la mayor constancia á la historia de su pais, y despues de haber leido con una crítica imparcial y superior á la de aquel siglo todo lo que tenia relacion con el descubrimiento y conquista de las Indias occidentales, tomó á su cargo la empresa de darnos la Historia de la Florida, la que fue impresa por primera vez en Lisboa el año de 1609. Su asunto lo desempeñó con tal primor que, segun testimonio del Señor Cárdenas, ninguna cosa ha dexado que desear en materia tan escabrosa a otras plumas mas delicadas.

La historia de su imperio era la que por ultimo deseaba transmitirnos; y aunque este empeño amedrentaria por muchas razones á qualquiera otro que no fuese Garcilaso, despues de haber tomado quantos informes le sugerió su insaciable sed de saber, despues de haber leido con reflexion y una crítica imparcial, á Zarate, Herrera, Cieza, Gomara, Ercilla, los Padres Balera y Acosta, y á quantos se ocuparon en referir los hechos de los castellanos en aquella parte del nuevo mundo, con no pequeñas equivocaciones, se resolvió á poner en execucion su premeditado pensamiento, consagrando á su feliz éxito la mayor parte de su vida, sin perdonar fatiga alguna para que la verdad fuese el sencillo aunque principal adorno de cada linea. En quanto á su contenido y mérito ya se ha dado una sucinta idea; solo resta añadir que esta obra fue impresa igualmente en Lisboa la primera vez el año de 1617, esto es, uno despues de la muerte de Garcilaso: que en ella se nos dan las vidas y hechos memorables de diez y siete Incas con inclusion de Sayri Tupac, quienes se succedieron por el espacio de casi 600 años, bien que algunos de los últimos solo conservaron una sombra de soberania, y aun ésta precaria: que el autor dá al imperio del Perú 1300 leguas de largo, cuya extension no es la misma en el dia, como se puede ver en todas las geografias modernas que tratan del continente de la América: y que lo que unicamente echamos menos en ella es la cronologia de los reynados y de los sucesos memorables.

Cargado finalmente de virtudes, de años y de méritos literarios y militares, murió este respetable escritor á los setenta y siete de su edad en Córdoba, en donde habia fixado su residencia casi desde su venida á España. Su cuerpo fue sepultado en la Santa Iglesia Catedral de aquella ciudad en la Capilla llamada de Garcilaso, y en su sepulcro se colocaron dos lápidas negras con el siguiente epitafio: epitafio que breve y completamente comprueba quanto queda dicho.

"El Inca Garcilaso de la Vega, varon insigne, digno de perpetua memoria, ilustre en sangre, períto en letras, valiente en armas, hijo de Garcilaso de la Vega, de las casas de los Duques de Feria é Infantado, y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de Indias, comentó la Florida, traduxo á Leon Hebreo y compuso los Comentarios Reales. Vivió en Córdoba con mucha religion. Murió exemplar. Dotó esta Capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las animas del Purgatorio. Son Patronos perpetuos los Señores Dean y Cabildo de esta Santa Iglesia. Falleció a XXII de Abril de M.DC.XVI."


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