Julieta y Romeo/Acto 1/Escena 7

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Julieta y Romeo: Tragedia en tres actos (1849)
de Víctor Balaguer
Acto 1, Escena 7

ESCENA VII.
JULIETA, ROMEO en desorden y sin espada.
JULIETA.

Ah! no le han muerto, no! Gracias, Dios mio!

ROMEO (en la puerta y á sí mismo.)

Siempre ingrata conmigo la fortuna!

JULIETA.

Cielo santo! Romeo! di, qué es eso?
quién te conduce aquí?

ROMEO.

quién te conduce aquí? Mi desventura.

JULIETA.

Ay! habla por piedad!… ese desórden…
que ha sucedido, dí?

ROMEO.

que ha sucedido, dí? Julieta, escucha,
pero aguarda…

(Se acerca á la puerta y presta el oido, despues de una pausa.)

pero aguarda… Mis huellas han perdido,
la oscuridad, mi amor, vino en mi ayuda.

JULIETA.

Te persiguen?

ROMEO.

Te persiguen? Los tuyos.

JULIETA.

Te persiguen? Los tuyos. Qué pretenden?

ROMEO.

Mi muerte.

JULIETA.

Mi muerte. Ah! fatal, aciaga lucha!

ROMEO.

Ya del jardin cruzaba yo las calles,
protejido, mi bien, por las oscuras
sombras de la alameda, cuando encuentro
de alegres camaradas una turba.
Uno de ellos al verme se adelanta…
Huyo, me sigue… ocultóme, me busca,
y conmigo al hallarse cara á cara,
«ó es un cobarde,—dice,—el que se oculta,
ó es un Montecho, que á ser hombre honrado
á un Capuleto no evitára nunca.»
Enciéndeme la ira al escucharle,
y en mi mano la espada ya desnuda
la punta le presento por respuesta;
brilla su acero, con el mio cruza,
ambos á dos peleamos como buenos
los ojos rayos y las lenguas mudas,
yo acudo a la defensa, él al ataque,
yo soy la reflexion si él la locura,
y no fué por mi culpa, Dios testigo,
si con su muerte terminó la lucha.
Acuden sus amigos en el acto,
veinte espadas me atacan todas juntas,
y entonces…

JULIETA (oyendo ruido).

y entonces… Callate!

ROMEO.

y entonces… Callate! Cundió la alarma,
ya llegan, si! sus voces ya se escuchan.
Perdido soy!

JULIETA.

Perdido soy! Me perderé, contigo.

ROMEO.

Que vengan pues; mi corazon te escuda:
muriendo como mártír á tus ojos,
debo al martirio del amor mi tumba!

JULIETA.

Mi aposento, Romeo, es un santuario,
apresúrate, pues; en él te oculta…
Yo creo en Dios, y el Dios omnipotente
oh! no lo dudes, no, vendrá en mi ayuda!

(Penetra Romeo en los aposentos de Julieta.)