La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XI
(1), encontrarás, sin necesidad de hojear muchas pȧginas, que el arte humano sigue cuanto puede á la Naturaleza, como el discípulo á su maestro; de modo que aquel es casi nieto de Dios (2). Partiendo, pues, de estos principios, sabrás, si recuerdas bien el Génesis, que es conveniente sacar de la vida la mayor utilidad, y multiplicar el género humano. El usurero sigue otra via; desprecia á la naturaleza y al arte, y coloca su esperanza en otra parte.—Ahora sígueme; que me place avanzar. Los Peces suben ya por el horizonte; el Carro se ve hácia aquel punto donde expira Coro (3), y lejos de aqui el alto promontorio parece que disminuye (4).
CANTO XI.
El sitio por donde hubimos de bajar era un paraje alpestre (5), y tal, á causa del que allí se hallaba (6), que todas
(1) La de Aristóteles.
(2) La naturaleza procede de Dios, el arte de la naturaleza; por eso dice, valiéndose de una semejanza, que el arte es nieto de Dios.
(3) Coro: nombre que se daba antiguamente al viento Nordeste. Quiere decir, que amanece.
(4) El promontorio que vieron al principio del canto.
(5) Alpestre, lo mismo que áspero y montuoso. Nos permitimos este neologismo, que nos parece admisible, derivándolo de Alpes, lo mismo que, de Pirineos, decimos pirenáico.
(6) El Minotauro. las miradas se apartarian de él con horror. Como aquellas ruinas, cuyo flanco azota el rio Adige, más acá de Trento, producidas por un terremoto ó por falta de base (1), que desde la cima del monte de donde cayeron hasta la llanura, presentan la roca tan hendida, que ningun paso hallaria el que estuviese sobre ellas, así era la bajada de aquel precipicio; y en el borde de la entreabierta sima, estaba tendido el mónstruo, oprobio de Creta, que fué concebido por una falsa vaca (2).
Cuando nos vió, se mordió á sí mismo, como aquel á quien abrasa la ira. Gritóle entonces mi Sabio:—¿Por ventura, crees que esté aquí el rey de Atenas (3), que allá arríba, en el mundo, te dió la muerte? Aléjate, mónstruo; que este no viene amaestrado por tu hermana (4), sino con el objeto de contemplar vuestras penas.—Como el toro que rompe las ligaduras en el momento de recibir el golpe mortal, que huir no puede, pero salta de un lado á otro, lo mismo hizo el Minotauro; y mi prudente Maestro me gritó:—Corre hácia el borde; mientras esté furioso, bueno es que te pongas en salvo.
Nos encaminamos por aquel derrumbamiento de piedras, que oscilaban por primera vez bajo el peso de mi cuerpo. Iba yo pensativo, por lo cual me dijo:—Acaso piensas en estas ruinas, defendidas por aquella ira bestial, que he disipado. Quiero, pues, que sepas, que la otra vez que bajé al profundo Infierno, aun no se habian desprendido estas piedras
(1) Los desprendimientos del Monte Barco, entre Verona y Trento. Creen otros que se refiere á los del Chiusa, cerca de Rívoli. Debe advertirse que dice mas acá de Trento.
(2) El Minotauro, que, segun la Fábula, fué engendrado por un toro, al cual Pasifae, mujer del rey de Creta, se sometió encerrada en una vaca de madera.
(3) Teseo.
(4) Ariadna, hija de Minos y de Pasifae, que enseñó á Teseo el modo de matar al Monotauro.
- pero un poco antes (si no estoy equivocado) de que
viniese Aquel que arrebató á Dite la gran presa (1) del primer círculo, retembló el impuro valle tan profundamente por todos sus ámbitos, que creí ver al universo sintiendo aquel amor, por el cual otros creyeron que el mundo ha vuelto más de una vez á sumirse en el caos (2); y entonces fué cuando esa antigua roca se destrozó por tan diversas partes.
Pero fija tus miradas en el valle; pues ya estamos cerca del rio de sangre, en el cual hierve todo el que por medio de la violencia ha hecho daño á los demás.
¡Oh ciega pasion! ¡oh ira desatentada, que nos aguijonea de tal modo en nuestra corta vida, y así nos sumerge en sangre hirviente por toda una eternidad!
Ví un ancho foso en forma circular, como la montaña que rodea toda la llanura, segun me habia dicho mi Guia, y entre el pié de la roca y este foso, corrian en fila muchos centauros armados de saetas, del mismo modo que solian ir á cazar por el mundo (3). Al vernos descender, se detuvieron, y tres de ellos se separaron de la banda, preparando sus arcos y escogiendo antes sus flechas. Uno de ellos gritó desde lejos:—¿Qué tormento os está reservado á vosotros los que bajais por esa cuesta? Decidlo desde donde estais, porque si no, disparo mi arco.—Mi Maestro respondió:—
(1) Jesucristo, cuando sacó las almas de los santos padres del Limbo, colocado por Dante en el primer círculo.
(2) Empédocles opinó que el mundo tuvo su origen en la discordia de los elementos, y por el contrario, que por su concordia ó sea por la union de las partículas con sus semejantes, se disolvió en el caos; por eso dice aquí Virgilio que se le figuró que el universo sentía amor; esto es, que los elementos volviesen á su concordia, al caos.
(3) Los Centauros, en general, eran hijos de Ixion y de la Niebla, á la cual dió Júpiter las aparentes formas de Juno: simbolizan la vida feroz y sin ley. Por eso están aquí guardando á los violentos. —Contestaremos á Quiron (1), cuando estemos cerca. Tus deseos fueron siempre por desgracia muy impetuosos—Despues me tocó y me dijo:—Ese es Neso (2), el que murió por la hermosa Deyanira, y vengó por sí mismo su muerte; el de en medio, que inclina la cabeza sobre el pecho, es el gran Quiron, que educó á Aquiles; el otro es el irascible Foló (3). Al rededor del foso van á millares, atravesando con sus flechas á toda alma que sale de la sangre más de lo que le permiten sus culpas.
Nos fuimos aproximando á aquellos ágiles mónstruos: Quiron cogió una flecha, y con el regaton apartó las barbas hácia detrás de sus quijadas. Cuando se descubrió la enorme boca, dijo á sus compañeros:—«¿Habeis observado que el de detrás mueve cuanto toca? Los piés de los muertos no suelen hacer eso.»—Y mi buen Maestro, que estaba ya junto á él, y le llegaba al pecho, donde las dos naturalezas se unen (4), repuso:—Está en efecto vivo, y yo solo debo enseñarle el sombrío valle: viene a él por necesidad, y no por distraccion. La que me ha encomendado este nuevo
(1) Uno de los Centauros, hijo de Saturno y de la ninfa Filira, que, como los demás, era mitad hombre y mitad caballo. El centauro Quiron fué uno de los mayores sábios de su tiempo. Dante le coloca en el Infierno, aunque no podia ignorar que la Mitologia le pone entre las constelaciones del cielo. Quiron es el Sagitario, uno de los doce signos del Zodíaco.
(2) Enamorado el centauro Neso de Deyanira, mujer de Hércules, intentó robarla mientras la ayudaba á pasar un rio; pero viéndolo Hércules, hirió al raptor con sus flechas, que estaban teñidas en la venenosa sangre de la hidra de Lerna. El moribundo Neso entregó su ensangrentada túnica á Deyanira, asegurándole que, si la vestia Hércules, desdeñaria el amor de cualquiera otra mujer, y la crédula esposa hizo lo que le aconsejó el Centauro, muriendo al poco rato Hércules, enfurecido por los dolores que le causara la emponzoñada túnica.
(3) Hijo de Sileno y de Melia, que en las bodas de Piritóo fué el primero en lanzarse contra los Lapitas.
(4) Donde se reune la forma del hombre con la del caballo. Dice que la cabeza de Virgilio no alcanzaba más arriba del pecho de Quiron. oficio, ha cesado por un momento de cantar aleluya (1). No es él un ladron, ni yo un alma criminal. Pero por aquella Virtud que dirige mis pasos en un camino tan salvaje, cédeme uno de los tuyos para que nos acompañe, que nos indique un punto vadeable y lleve á este sobre sus ancas, pues no es espíritu que vaya por el aire.
Quiron se volvió hácia la derecha, y dijo á Neso:—Vé, guíales; y si tropiezan con algun grupo de los nuestros, haz que les abran paso.
Nos pusimos en marcha, tan fielmente escoltados, hácia lo largo de las orillas de aquella roja espuma, donde lanzaban horribles gritos los ahogados. Los ví sumergidos hasta las cejas, por lo que el gran Centauro dijo:—Esos son los tiranos, que vivieron de sangre y de rapiña. Aquí se lloran las desapiadadas culpas: aquí está Alejandro (2), y el feroz Dionisio (3), que tantos años de dolor hizo sufrir á la Sicilia. Aquella frente que tiene el cabello tan negro es la de Azzolino (4), y la otra que lo tiene rubio es la de Obezzo de Este (5), que verdaderamente fué asesinado en el mundo por su hijastro.—Entonces me volví hácia el Poeta, el cual me dijo:—Sea este ahora tu primer guia; yo seré el segundo. —Algo más lejos se detuvo el Centauro sobre unos condenados, que parecian sacar fuera de aquel hervidero su
(1) Es decir: Beatriz ha cesado por un momento de entonar alabanzas á Dios para recomendarme á Dante.
(2) Segun la mayor parte de los comentadores, Alejandro de Feres, tirano de Tesalia, de quien habla extensamente Justino.
(3) Dionisio, tirano de Siracusa. Hubo dos tiranos de este nombre en aquella isla.
(4) Ezzelino ó Azzolino de Romano, tirano de Pádua. Fué hecho prisionero por los príncipes de Lombardia, y conducido herido á Soncino, donde no quiso que fuesen curadas sus heridas, y se negó á tomar aliento, muriendo de hambre y de desesperacion en 1260.
(5) Obezzo de Este, marqués de Ferrara y de la Marca de Ancona, hombre cruel, que en 1293 fué ahogado por su hijo Azzo VIII, á quien el poeta da el nombre de hijastro, por su parricidio. Dice verdaderamente, porque el hecho habia sido puesto en duda. cabeza hasta la garganta, y nos mostró una sombra que estaba separada de las demás, diciendo:—Aquel hirió, en recinto sagrado, á un corazon, que aun se ve honrado en las orillas del Támesis (1).—Despues ví otras sombras que sacaban la cabeza fuera del rio, y algunas todo el pecho, y reconocí á muchos de ellos. Como la sangre iba disminuyendo poco á poco, hasta no cubrir más que el pié, vadeamos el foso.—Quiero que sepas, me dijo el Centauro, que así como ves disminuir la corriente por esta parte, por la otra es su fondo cada vez mayor, hasta que llega á reunirse en aquel punto donde la tiranía está condenada á gemir. Allí es donde la justicia divina ha arrojado á Atila, que fué su azote en la tierra; á Pirro; á Sexto (2), el cual eternamente arranca lágrimas, con el hervor de esa sangre; á Renato de Corneto y á Renato Pazzo (3), que tanto daño causaron en los caminos.—Dicho esto, se volvió y repasó el vado.
(1) Guido de Montfort. Para vengar la muerte de Simon, su padre, muerto en Inglaterra por Eduardo, asesinó en 1271, en una iglesia de Viterbo, á Enrique, hermano de aquel, mientras el sacerdote elevaba la hostia. El corazon del asesinado fué llevado en una copa á Londres, y colocado sobre una columna en el puente del Támesis, para recordar á los ingleses la ofensa que se les habia hecho.
(2) Pirro, hijo de Aquiles, que asesinó á Príamo é inmoló á Polixena sobre la tumba de su padre. Otros entienden que es Pirro, rey de Epiro.—Sexto, hijo de Tarquino el soberbio; ó tal vez Sexto Pompeyo, hijo del Magno.
(3) Renato Corneto, famoso ladron de las playas romanas.—Renato Pazzo, noble, de la antigua familia de los Pazzi de Florencia, asesino famoso y salteador de caminos.