La vuelta de Martín Fierro (1879)/32

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Un padre que dá consejos
Mas que Padre es un amigo,
Ansi como tal les digo
Que vivan con precaucion—
Naides sabe en que rincon
Se oculta el que es su enemigo.

Yo nunca tuve otra escuela
Que una vida desgraciada—
No estrañen si en la jugada
Alguna vez me equivoco—
Pues debe saber muy poco
Aquel que no aprendió nada.

Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sábios de todas menas,
Mas digo sin ser muy ducho—
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas buenas

No aprovechan los trabajos
Sino han de enseñarnos nada—
El hombre, de una mirada
Todo ha de verlo al momento—
El primer conocimiento
Es conocer cuando enfada.

Su esperanza no la cifren
Nunca en corazon alguno—
En el mayor infortunio
Pongan su confianza en Dios—
De los hombres, solo en uno,
Con gran precaucion en dos—

Las faltas no tienen límites
Como tienen los terrenos—
Se encuentran en los mas buenos,
Y es justo que les prevenga;—
Aquel que defetos tenga,
Disimule los agenos—

Al que es amigo, jamas
Lo dejen en la estacada,
Pero no le pidan nada
Ni lo aguarden todo de él—
Siempre el amigo mas fiel
Es una conduta honrada

Ni el miedo ni la codicia
Es bueno que á uno lo asalten—
Ansí no se sobresalten
Por los bienes que perezcan—
Al rico nunca le ofrezcan
Y al pobre jamás le falten.

Bien lo pasa hasta entre Pampas
El que respeta á la gente—
El hombre ha de ser prudente
Para librarse de enojos—
Cauteloso entre los flojos
Moderado entre valientes.


Martin Fierro dando consejos á sus hijos.


El trabajar es la ley
Porque es preciso alquirir—
No se espongan á sufrir
Una triste situacion—
Sangra mucho el corazon
Del que tiene que pedir.

Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria en su afan
De perseguir de mil modos—
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragan.

A ningun hombre amenacen
Porque naides se acobarda—
Poco en conocerlo tarda
Quien amenaza imprudente—
Que hay un peligro presente
Y otro peligro se aguarda

Para vencer un peligro,
Salvar de cualquier abismo,
Por esperencia lo afirmo,
Mas que el sable y que la lanza—
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en si mismo,

Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guia—
Sin ella sucumbiria,
Pero sigun mi esperencia—
Se vuelve en unos prudencia
Y en los otros picardia.

Aprovecha la ocasion
El hombre que es diligente—
Y tenganló bien presente,
Si al compararla no yerro—
La ocasion es como el fierro
Se ha de machacar caliente

Muchas cosas pierde el hombre
Que á veces las vuelve á hallar—
Pero les debo enseñar
Y es bueno que lo recuerden—
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve á encontrar.

Los hermanos sean unidos,
Porque esa es la ley primera—
Tengan union verdadera
En cualquier tiempo que sea—
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.

Respeten á los ancianos,
El burlarlos no es hazaña—
Si andan entre gente estraña
Deben ser muy precabidos—
Pues por igual es tenido
Quien con malos se acompaña.

La cigüeña cuando es vieja.
Pierde la vista,— y procuran
Cuidarla en su edá madura
Todas sus hijas pequeñas—
Apriendan de las cigüeñas
Este ejemplo de ternura.

Si les hacen una ofensa,
Aunque la echen en olvido,
Vivan siempre prevenidos;
Poes ciertamente sucede—
Que hablará muy mal de ustedes
Aquel que los ha ofendido

El que obedeciendo vive
Nunca tiene suerte blanda—
Mas con su soberbia agranda
El rigor en que padece—
Obedezca el que obedece
Y será bueno el que manda.

Procuren de no perder
Ni el tiempo, ni la vergüenza—
Como todo hombre que piensa
Procedan siempre con juicio—
Y sepan que ningun vicio
Acaba donde comienza.

Ave de pico encorvado
Le tiene al robo aficion—
Pero el hombre de razon
No roba jamás un cobre—
Pues no es vergüenza ser pobre
Y es vergüenza ser ladron,

El hombre no mate al hombre
Ni pelee por fantasia—
Tiene en la desgracia mia
Un espejo en que mirarse—
Saber el hombre guardarse
Es la gran sabiduria.

La sangre que se redama
No se olvida hasta la muerte—
La impresion es de tal suerte,
Que á mi pesar, no lo niego—
Cai como gotas de fuego
En la alma del que la vierte.

Es siempre, en toda ocasion,
El trago el pior enemigo—
Con cariño se los digo,
Recuerdenló con cuidado,—
Aquel que ofiende embriagado
Merece doble castigo—

Si se arma algun revolutis
Siempre han de ser los primeros—
No se muestren altaneros
Aunque la razon les sobre—
En la barba de los pobres
Aprienden pa ser barberos.

Si entriegan su corazon
A alguna muger querida,
No le hagan una partida
Que la ofienda á la muger—
Siempre los ha de perder
Una muger ofendida

Procuren, si son cantores,
El cantar con sentimiento—
No tiemplen el estrumento
Por solo el gusto de hablar—
Y acostumbrense á cantar
En cosas de jundamento.

Y les doy estos consejos
Que me ha costado alquirirlos,
Porque deseo dirijirlos,
Pero no alcanza mi cencia—
Hasta darles la prudencia
Que precisan pa seguirlos.

Estas cosas y otras muchas,
Medité en mis soledades—
Sepan que no hay falsedades
Ni error en estos consejos—
Es de la boca del viejo
De ande salen las verdades.