Acabada con esto la porfía,
y Leucotón quedando vitorioso,
Orompello a una parte se desvía,
del caso algo corrido y vergonzoso;
mas como sabio mozo lo encubría,
de verse en ocasiones deseoso
por do con Leucotón y causa nueva
venir pudiese a más estrecha prueba.
Era Orompello mozo asaz valido,
que desde su niñez fue muy brioso,
manso, tratable, fácil, corregido,
y en ocasión metido, valeroso;
de muchos en asiento preferido
por su esfuerzo y linaje generoso,
hijo del venerable Mauropande,
primo de Tucapel y amigo grande.
Puesto nuevo silencio, y despejado
el campo do la prueba se hacía,
el diestro Cayeguán, mozo esforzado,
a mantener la lucha se metía;
no pasó mucho, cuando de otro lado
con gran disposición Torquín salía
de haber en él pujanza y ligereza,
ambos en el luchar de gran destreza.
Dada señal, con pasos ordenados,
los dos gallardos bárbaros se mueven;
ya los viérades juntos, ya apartados,
ora tienden el cuerpo, ora le embeben;
por un lado y por otro recatados
se inquieren, cercan, buscan y remueven,
tientan, vuelven, revuelven y se apuntan,
y al cabo con gran ímpetu se juntan.
Hechas las presas y ellos recogidos,
en su fuerza procuran conocerse;
pero de ardor colérico encendidos
comienzan por el campo a revolverse.
Cíñense pies con pies y entretejidos
cargan a un lado y otro, sin poderse
llevar cuanto una mínima ventaja
por más que el uno y otro se trabaja.
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