La ciudad de las tabernas
Un viajero andaluz que se habia detenido algún tiempo en una ciudad de Italia, cuyos habitantes eran demasiado amigos del vino, apostaba un dia con algunos vecinos á que si lo paseaban por la ciudad con los ojos vendados, nombrarla los sitios en que lo parasen sin equivocarse en ninguno de ellos.
La pretensión del andaluz parecía en esceso exagerada para que no fuese admitida; en efecto, le vendaron los ojos, le hicieron dar algunas vueltas para desorientarlo, y después deteniéndose de repente, le preguntaron:
— ¿En dónde estás?
— Delante de una taberna.
Indudablemente acertó, porque siguieron dando vueltas, hasta que después de algunos pasos se detuvieron en otro punto.
— ¿Y ahora?
— Delante de una taberna, replicó el andaluz con aplomo.
— Vencidos estamos, contestó uno, y no se necesitan mas pruebas, porque en el un lado ó en el otro de la calle apenas habrá sitio en que no se venda vino.